Plagiando una guerra

Diario Las Américas

En 1987, el entonces senador y candidato presidencial Joe Biden fue acusado de plagiar un discurso del entonces líder del Partido Laborista inglés Neil Kinnock. Biden eventualmente se retiró después de una tormenta en los medios de comunicación que fue alentada por el eventual nominado demócrata en 1988, Michael Dukakis.

Ahora el Vicepresidente Biden está envuelto en un plagio más serio. El está tratando de adjudicarse el progreso en la guerra de Irak a la que él, el entonces Senador Barack Obama y muchos demócratas se opusieron llamándola un fracaso.

La semana pasada en el programa de la CNN “Larry King Live”, Biden descaradamente dijo: “Me siento muy optimista – sobre Irak, y esto pudiera ser uno de los grandes logros de esta Administración. Vamos a ver 90,000 soldados regresando a casa para fines del verano. Vamos a ver un gobierno estable en Irak que va moviéndose hacia un gobierno representativo.”

¿No es todo esto el resultado del aumento de tropas (surge) de la Administración Bush, que el Líder de la Mayoría del Senado, Harry Reid, dijo que no funcionaría? ¿Es posible plagiar una guerra?

En una presentación el 9 de septiembre del 2007 en “Meet the Press,” Tim Russert le preguntó a Biden sobre una carta que el General David Petraeus había escrito a sus soldados. Petraeus dijo, “Mi impresión es que hemos logrado impulso táctico, hemos quitado la iniciativa a nuestros enemigos en un número de años en Irak. En resumen, estamos todavía muy lejos de la línea del gol, pero sí tenemos el balón y vamos corriendo con él.”

Biden contestó, “El está totalmente equivocado. Lo cierto es que… los logros en seguridad que hemos conquistado no tuvieron impacto en la dinámica sectaria de la base. Ningún, ningún impacto. ¿Puede alguien imaginarse un gobierno central compuesto de sunitas, chiitas y kurdos que va a ganarse la confianza y el respeto de 27 millones de iraquíes? … Han habido algunos logros tácticos, pero que en definitiva no tienen que ver, en este punto, con la posibilidad de que haya un arreglo político en Irak que permitiría que las tropas estadounidenses regresen a casa sin dejar atrás un caos”.

El Presidente Obama dijo más o menos lo mismo el 10 de enero del 2007: “Yo no estoy convencido que 20,000 soldados más en Irak vayan a resolver la violencia sectaria que hay allí. Es más, yo creo que harían lo contrario”.

Pero sí funcionó, y el crédito debe dársele al Presidente Bush y al Vicepresidente Cheney, pero esta administración no puede darle crédito a sus predecesores porque ha estado demasiado ocupada atacándolos por problemas que no comenzaron con Obama y Biden, pero que han sido exacerbados por ellos.

Rush Limbaugh comparó estas palabras de entonces y de ahora de Biden y Obama en su programa de radio la semana pasada. Las transcripciones aparecen en su portal (www.rushlimbaugh.com/). Este descarado autorretrato por Joe Biden, como si la Administración Obama-Biden hubiese preparado y ejecutado una estrategia de guerra que ha puesto a Irak más cerca del auto gobierno y le ha negado una base a los terroristas, es para dejarnos estupefactos aún dentro de los estándares de Washington.

Lo que debería causar miedo a todos es que Obama y Biden ahora manejan el país. Si su buen juicio les falló cuando estaban postulados para cargos más altos, ¿por qué ha de tener confianza el público en su buen juicio ahora que llevan en los cargos casi trece meses? Esto es más que política. Es la diferencia entre vida y muerte, victoria y derrota en la guerra más importante que este país haya librado desde su fundación.

Quizás la más escandalosa aseveración sobre el papel de Biden en Irak vino del Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, que dijo, “El Vicepresidente ha estado muy involucrado en arreglar el proceso político allí para que puedan celebrarse elecciones y que nuestros soldados puedan regresar este verano tal como está planificado”.

Es imposible conciliar esto con las numerosas declaraciones derrotistas de Biden. Que Biden – y Gibbs- digan otra cosa ahora es no sólo incorrecto, sino un plagio de la peor clase.

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