Los Castro intentan rescatar a Chávez
Washington– Venezuela nada en petróleo y tiene abundantes recursos naturales, pero ahora no alcanza la electricidad. Años de demagogia y de dilapidar recursos en comprar influencia externa, en vez de atender las necesidades del país, empiezan a pasar una pesada factura.
No es un problema de capacidad instalada (23.300 megavatios-hora con una demanda de 17.250 megavatios). En teoría, no debería faltar electricidad. Pero el país solo generó 15.650 Mwh en enero, un tercio menos de su capacidad. Una severa sequía, que afecta su principal represa (Guri), figura entre las causas. Pero, según el diario catalán La Vanguardia, Chávez es el principal causante del desastre, pues tanto esa planta hidroeléctrica como las térmicas “padecen falta de mantenimiento, turbinas usadas detenidas y nuevas con retraso para ser instaladas, y [las térmicas] queman gasoil como combustible por la escasez de gas”. Las inversiones sin hacer se estiman en US$20 mil millones.
Chávez decretó apagones de cuatro horas diarias. Esto daña la ya frágil economía y deteriora el apoyo al Gobierno. El rechazo popular lo forzó a cancelar los cortes de luz en Caracas, pero los demás venezolanos no se salvaron.
Chávez encontró una brillante “solución” al problema. Importó al “matarife electricista”, el cubano Ramiro Valdés para resolverlo. No tiene lógica: Cuba no ha logrado en 50 años que su producción eléctrica cubra la demanda. Los analistas se preguntan ¿cuál será el verdadero propósito del arribo de Valdés?
Para estar claros, Ramiro Valdés es una eminencia, solo que en un campo causante de escalofríos. El número tres del régimen y Vicepresidente de Cuba, fue dos veces ministro del Interior y es el creador del G2, uno de los más eficientes y tenebrosos servicios secretos del mundo. Además, desde el 2006 censura el acceso de los cubanos a Internet, como ministro de Informática y Comunicaciones.
Como su relación con la electricidad está limitada a sus usos en la tortura, es claro que Valdés está en Caracas con otros propósitos. De hecho, el respetado periodista Nelson Bocaranda reportó en el diario El Universal que los asesores técnicos cubanos han empeorado el problema eléctrico: dañaron seis generadores de energía, en cuatro plantas, al encenderlos sin ponerles el aceite debido.
Para Cuba, Chávez es la gallina de los huevos de oro. Le provee más de 36 millones de barriles anuales de petróleo subsidiado (la mitad del consumo cubano) y es su principal fuente de divisas (“pagos” por más de 60 mil expertos cubanos en Venezuela) e incluso de alimentos. Sin Chávez, la economía de la isla, ya en cuidado intensivo, sencillamente se derrumbaría, y con ella el régimen castrista.
Por eso está prendido como sanguijuela a la vena venezolana. Pero el problema es que la popularidad de Chávez está cayendo aceleradamente, según las encuestas serias. Y cada vez está más solo. Su vicepresidente y ministro de Defensa renunció recientemente, molesto por la injerencia cubana en el ejército. Su ex canciller y antiguo presidente del Senado, Luis Alfonso Dávila, acaba de firmar, con varios de sus ex camaradas militares y golpistas, una carta pública pidiéndole la renuncia. En ese contexto, el racionamiento eléctrico y el espectro de un apagón generalizado, que expertos estiman se producirá en unos 3 meses si continúa la sequía, crean tanto o más pavor en La Habana que en Caracas, por su potencial desestabilizador.
Sostener a Chávez en el poder es prioridad uno para los Castro. Como la popularidad no es recuperable a corto plazo, calculan que sólo la censura y la represión, la radicalización aún mayor del chavismo, pueden darles seguridad. En eso, Ramiro Valdés sí es un experto.
Su ventaja es que la mayoría de los hilos del poder en Venezuela están ahora en manos cubanas. The Economist informa que “asesores” cubanos dirigen las operaciones en “puertos, telecomunicaciones, entrenamiento policial, la emisión de documentos de identidad y el registro de empresas” del país andino, y lo llama “Venecuba”.
Según La Vanguardia, hay cerca de 30 mil cubanos en posiciones de poder en “decenas de ministerios, empresas y entes estatales”. Esto da a un experimentado represor como Valdés la base de control para atacar a la oposición democrática y profundizar la “cubanización” de Venezuela, que cada día desciende más en el precipicio autoritario. Entretanto, frente a la más grave amenaza que confronta la democracia y la estabilidad en América Latina, las democracias del continente continúan mirando para otra parte. (AIPE)
El autor es Director del Centro de Estudios Latinoamericanos del Hudson Institute, Washington D.C.
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