América Latina: Del timbo al tambo
El Heraldo, Tegicugalpa
La región parece moverse de aquí para allá y de allá para acá. Sin rumbo. El fanatismo perturbador trata de imponer un camino insostenible, contradictorio. Los presidentes de turno consideran en Cancún la creación de una nueva OEA, sin Estados Unidos y Canadá. Una idea imprecisa, lanzada por unos, respaldada por otros, pero indeterminada, propio del grupo al mando. No se sabe aún si esa nueva iniciativa se convertirá en otro foro, esquema u organización internacional; si la nueva "entidad" será sustitutiva y excluyente o simplemente complementaria del sistema.
La dirigencia política actual, divorciada de la realidad, hunde a la región. Nuevos mecanismos, más esquemas, muchas reuniones, palabras y discursos, mientras los problemas estructurales persisten. La democracia en peligro, los derechos humanos vulnerados ante el silencio y las omisiones cómplices de algunos presidentes. Posturas contradictorias, dobles, falsas en muchos casos. Mientras los mandatarios regionales se fotografían sonrientes con los Castro, en La Habana se tortura y se deja morir a los disidentes. No solamente se recibe al dictador en la Cumbre, a la cual no se invitó al presidente Lobo, de Honduras, elegido democrática y transparentemente por los hondureños, si no que se le visita y se le apoya. Lula viaja a La Habana y en medio de sonrisas, guarda silencio ante la muerte de un preso de consciencia, condenada por los demócratas del mundo. Deplorable, sin duda.
Las Cumbres sirven cuando conviene, cuando permiten utilizar el espacio para promover disparates, agresiones, confrontación. Chávez dijo en una oportunidad que estas Cumbres no servían para nada. Ahora feliz, celebra lo que considera un golpe mortal al imperialismo del norte. Bipolaridad evidente.
Es cierto que la OEA es un aparato inútil. Su secretario general, mediocre y acomodaticio, hundió a la organización en el más profundo desprestigio. El chileno Insulza ha ido al mismo ritmo, del timbo al tambo, de aquí para allá, a diestra y siniestra, para mantenerse en el cargo y optar por su reelección, después de fracasado su intento por llegar a la Presidencia de su país. Un funcionario producto de la dirigencia política regional de turno, Insulza dice y desdice sin ningún complejo. Un día apoya la democracia, otro día pisotea la Carta Democrática; hoy se abraza con Chávez, mañana sonríe ante el insulto; más tarde apoya la "democracia" venezolana, luego critica el estado de los derechos humanos, de la libertad de expresión en el país. Apoyó a Zelaya primero, fustigó el cambio luego, para más tarde, en medio de su campaña reeleccionistas, abrazar la necesidad de medidas preventivas para garantizar la democracia en la región. Vacilante, interesado, mediocre, el chileno Insulza envió a la Organización a la sala de terapia intensiva.
Eso es cierto, como también la ineficiencia y el desastre deplorables del funcionamiento de sus órganos, la CIDH un ejemplo clarísimo de la burocracia, ignorancia, discriminación. La CIDH, en manos del argentino Cantón, está limitada a los casos mediáticos y que pueden dar dividendos políticos. Los ciudadanos de la región no tienen acceso a la Comisión, sus decisiones e indecisiones afectan su credibilidad. La Comisión irrespeta principios fundamentales propios del sistema de protección: no discriminación, debida consideración de las demandas (peticiones), acceso a la "justicia". Miles de casos represados, mientras solon se consideran aquellos que generan centímetros en los medios. La violación de los derechos humanos de un ciudadano en cualquier país de la región, no es de su incumbencia, no da crédito.
La iniciativa de Cancún, de crear una nueva OEA sin Estados Unidos y Canadá es, además de excluyente, reflejo de la desintegración regional. Una actitud estúpida de resentidos. El único objetivo que se persigue con tal disparate es mostrar a los pueblos de la región que el enemigo a vencer es el imperio del norte, el capitalismo. No la pobreza, el hambre, la miseria, la violación de los derechos humanos. Craso error.
Si bien la OEA es lo que es hoy gracias a la irresponsabilidad de la dirigencia actual y a una Secretaría ineficiente y mediocre, el camino no es crear otro esquema de concertación. Debe buscarse mejorar su estructura y su funcionamiento, racionalizar los procedimientos, encontrar fórmulas sensatas para promover el desarrollo económico y social y fortalecer la democracia y el respeto de los derechos humanos, a lo que tanto temen los resentidos fanáticos.
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