Armas y crimen
(Puede verse también Chicago versus la Segunda Enmienda por Stephen P. Halbrook)
Alarma entre los partidarios de restringir el derecho a la posesión de armas en los EEUU ante la probable sentencia del Tribunal Supremo a favor de extender a los Estados la obligación de cumplir con el texto de la Segunda Enmienda de la Constitución.
El argumento que esgrime el Ayuntamiento de Chicago, autor de la ordenanza recurrida, es que la restricción es necesaria para mantener bajo control la violencia y el crimen en la ciudad. Es el argumento estándar que utilizan los partidarios, generalmente progresistas, de prohibir o limitar severamente la posesión de armas entre los ciudadanos: más armas conllevan más violencia y más crimen, dicen. En Washington, el alcalde Fenty alertó enseguida del camino de creciente violencia y delincuencia que inauguraba el Tribunal con su decisión de 2008 sobre la ley del Distrito de Columbia. El alcalde Daley, en Chicago, consciente de la amenaza que la decisión de 2008 suponía para su propia ordenanza, advirtió que pronto los individuos “tomarán una pistola y terminarán con sus vidas en una disputa familiar”.
Bueno, es bien sabida la relación un tanto tensa que mantiene la izquierda con la evidencia empírica, pero la verdad es que los datos hasta el momento sugieren que los contrarios al derecho a poseer y llevar armas harían bien en buscar otros argumentos para avanzar en su proyecto político, por otra parte perfectamente legítimo, claro.
En Washington, por ejemplo, el principio del “camino hacia más violencia y crimen” que anunció el alcalde Fenty en 2008 empezó con una caída de la tasa de homicidios del 26 por ciento respecto al año anterior (a nivel nacional la tasa también disminuyó, pero sólo un 10 por ciento). De hecho, los primeros datos postsentencia indican que la tasa de homicidios de la capital federal se situó durante la primera mitad de 2009 en su nivel más bajo de los últimos 20 años. En el caso de Chicago, según cuenta el profesor de la Universidad de Maryland John Lott, la tasa de homicidios igualaba en 1982 (año en que entró en vigor la ordenanza ahora objeto de disputa) la media de las 50 ciudades más pobladas de los Estados Unidos. Pues bien, diez años más tarde la superaba en un 32 por ciento y veinte años más tarde, en 2002, la superaba en un 68 por ciento. Las investigaciones del profesor Lott se extienden también a horizontes temporales más largos y al ámbito geográfico de todos los Estados Unidos, además de controlar los efectos de un puñado de variables relevantes para tratar de aislar el efecto neto de las leyes restrictivas con la posesión de armas: sus conclusiones indican, entre otras cosas, que “permitir a los adultos llevar armas escondidas reduce significativamente la tasa de delincuencia”.
Bien, parece que el apocalipsis tendrá que esperar… ¿quizás a qué el Congreso no apruebe el plan sanitario de Obama?
Jordi de la Torre es economista.
- 23 de julio, 2015
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