Creencia, convicción y verdad
La Hora, Guatemala
Creer no es sólo creer en algo sino también pretender que ese creer es verdadero. Quien, por ejemplo, cree que hay seres inteligentes en otros planetas, pretende que su creer es verdadero. Empero, aunque toda creencia pretende ser verdadera, sólo lo es si aquéllo en lo que creemos, es realmente lo que creemos que es. Por ejemplo, la creencia en que hay seres inteligentes en otros planetas es verdadera sólo si realmente hay seres tales en otros planetas. Si no los hay, es falsa.
Creer implica tener la certeza de que algo es verdadero. Empero, la certeza puede ser subjetiva, o puede ser objetiva. Es subjetiva aquélla que es sólo certeza mía, de la cual, por consiguiente, no puedo pretender que otros seres humanos la tengan. Si, por ejemplo, creo en seres inteligentes extra-terrestres, y creo en ellos porque alguna vez yo, y solamente yo, conversé con uno de ellos, tengo una certeza subjetiva de la verdad presunta de mi creencia, y por ello mismo no puedo pretender que otros seres humanos la tengan. La subjetividad denota, pues, que mi certeza sólo puede ser mi certeza y, por consiguiente, no puedo exigir que sea certeza de otros.
Es objetiva la certeza que no es sólo mi certeza sino también certeza de la cual puedo pretender (y hasta exigir) que otros seres humanos la tengan. Quien, por ejemplo, cree que el sistema solar tiene ocho planetas (excluido el degradado Plutón), porque los contó, auxiliado por idóneos aparatos astronómicos, tiene una certeza objetiva de su creencia; y por ello mismo puede pretender (y hasta exigir) que otros seres humanos tengan esa misma certeza. La objetividad denota, pues, que mi certeza no puede ser sólo mi certeza. La ciencia es precisamente un sistema de creencias de las cuales pretendemos tener una certeza objetiva. La expresión “sistema de creencias” denota que las creencias conciernen a un mismo género de objetos, y que entre ellas hay una relación lógica tal que constituyen, no una agregación meramente accidental, sino un todo esencial. Por ejemplo, la biología es un sistema de creencias que pretenden tener certeza objetiva sobre los seres vivos.
Una creencia puede ser falsa aunque de ella se pretenda tener una certeza objetiva. Por ejemplo, durante siglos se pretendió tener la certeza objetiva de que la velocidad de caída de los cuerpos depende del peso. Presuntamente los cuerpos más pesados (por ejemplo, una piedra) tendrían que caer más rápidamente que los más livianos (por ejemplo, una pluma). Empero, Galileo Galilei demostró que la velocidad de caída era independiente del peso. La causa de la diferencia de velocidad no era, entonces, el peso sino la resistencia que el aire oponía en función de la forma de los cuerpos (por ejemplo, forma esférica, o plana).
La convicción consiste en la consciencia de poseer una certeza suficiente de la verdad de una creencia. La duda está excluida. Empero, mi convicción no es prueba de verdad de mi creencia porque, aunque yo pretenda tener certeza suficiente, mi creencia puede ser falsa. Puedo, entonces, estar convencido (como el físico Isaac Newton) de que en el Universo hay movimiento absoluto; pero mi creencia puede ser falsa, es decir, es posible que (como creía Ernst Mach o Albert Einstein), todo movimiento sea relativo. En suma: la verdad es independiente de la convicción.
Post scriptum. Precisamente porque la convicción no es una prueba de la verdad, alguien puede estar mil veces convencido de la verdad de una creencia falsa.
- 23 de julio, 2015
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