¿Se achica la izquierda en Latinoamérica?

Diario Las Américas

En un lapso breve de tiempo, el ALBA perdió a Honduras por el golpe de Estado o la Sucesión Constitucional en Tegucigalpa (el lector que escoja el esquema que se ajusta mejor a su ideología). Por otro lado, Haití, luego del terremoto, y con la ayuda masiva y desbordante de Estados Unidos, que tiene a más de 10,000 soldados en Puerto Príncipe, es un aliado que resta a la lista del Comandante Hugo.

Así también, en Chile, con el triunfo de Piñera; y en Panamá; con el triunfo de Martinelli, habrá dos países menos que coqueteen con las ideas explosivas y altisonantes de una izquierda radical que quiere asumir el rol de niño rebelde en la familia latinoamericana.

Y en Caracas y La Habana sienten bien los golpes. Y duelen mucho. Porque en política, al igual que en matemáticas los números suman, los números valen, los números cuentan, los números nos dicen cuánto tenemos y cuánto valemos. Y ahora los paleo-socialistas chavianos tienen menos aliados y simpatizantes.

Y acá las preguntas son: ¿Va a ser esta una tendencia? ¿Y qué consecuencias tendrá como alternativa para América Latina?

Veamos cómo están alineados los equipos ideológicos. Por el lado radical están Castro, Chávez, Ortega, Morales y Correa. Ahora son cinco. Mientras que los moderados son Lugo, Colón, Funes, Mujica y Lula. Por su parte, Preval en Haití, después de abrazarse con todo gringo que llegara a Puerto Príncipe, no creo que tenga rostro para ir a los foros del ALBA a oír latigazos verbales. Y este grupo de 5-6, aunque esté a la izquierda y tenga razones justificadas para mantener un discurso anti gruinguista, no se van a prestar a enfrentarse a los Estados Unidos. ¡Serían tontos e ingenuos!

Por otro lado, Calderón, Fernández, Lobo, Chinchilla, Piñera, García y Uribe, que están en contra de esas izquierdas, ya suman 7. ¿Se volteó la tortilla como decimos los nicaragüenses?

El petróleo es un buen aliado de Chávez, pero como la inventiva de la economía es vertiginosa, y ahora hay más sustitutos que todos los países del mundo están usando, y será más difícil que se dispare exorbitantemente el precio del petróleo. Por otra parte, Chávez tiene en su contra otra espada de doble filo: después de 10 años de confiscaciones y expropiaciones en Venezuela, al comandante Hugo le toca pagar ahora cantidades monstruosas de dinero para honrar esas deudas. Y lo peor: ya su maquinaria obsoleta que requiere para sacar su petróleo se le está venciendo y ningún país le va a querer vender repuestos, o nueva máquinas y tecnología, luego de sus acciones tan arbitrarias de despojo.

Consecuencias a corto plazo: le va a suceder como a Irán que ya ni siquiera puede refinar su propio petróleo, sino que lo tiene que comprar más caro en el exterior.

Si antes Castro era el buque insignia de la revolución radical que sufrió dramáticamente los embates de la caída del Muro de Berlín, ahora Chávez, parecía ser un socialista mejor equipado: con dinero y discursos altisonantes que le darían nuevos bríos e ímpetus a la izquierda más ortodoxa. ¡Pero ni con plata ha demostrado ser exitoso!

Para desgracia de ellos, y retomando aquella frase que le dijera una vez Castro al escritor chileno Jorge Edward: “Nosotros somos muy buenos para pelear, pero no sabemos producir”. Los marxistas latinoamericanos todavía no han aprendido a crear riqueza para distribuirla entre todos: más bien siguen derrochando más plata como cualquier advenedizo que no conocía la bonanza”

Consecuentemente, nuestros pueblos pobres y sufridos, no creo que vean con mucho entusiasmo que la consigna de sus seudo líderes le impela a buscar sueños torpes, como el de ir a morir por otros, mientras sus hijos siguen siendo tan miserables como siempre lo han sido.

Prueba de ello son los reveses que ha sufrido la opción radical en América Latina.

Lo que sí podemos advertir con facilidad es que la banda de los Castro-Chávez ha comenzado a achicarse y a perder seguidores, a pesar de las grandes promesas de Hugo, de construir represas, refinerías, acueductos, bancos que sustituyan al BID, organismos que sustituyan a la OEA (¡Esta es una lección para Insulza y que vea que hipócritamente lo trataron!), nada funcionará con el dinero del petróleo de Chávez a largo plazo. Porque el socialismo peleonero y bravucón, sigue siendo improductivo, yermo, insubstancioso, e insoluble.

¿Es acaso la receta número XXI de solución que sólo ha demostrado ser una pesadilla para los pueblos del mundo?

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