EE.UU.: Rubias, suburbanas y despechadas: las nuevas terroristas
WASHINGTON.- Desde los atentados de septiembre de 2001, este país vive en alerta. Pero no contaba con que la nueva generación de terroristas islámicas germinara no entre mujahidines de una lejana meseta, sino entre mujeres divorciadas de este país, aburridas hasta el hartazgo de la monotonía suburbana. Y dispuestas a encontrar "una nueva vida" en el reclutamiento por Internet.
"Norteamericana, rubia, ojos claros y mucho jogging con zapatillas de marca." Tal el perfil de lo que podría ser la nueva e impensada "amenaza del terrorismo internacional" luego de que, en sólo diez días, se destaparan aquí dos casos de "militantes de la jihad" reclutadas entre vecinas de barrio, para asombro de familiares y amigos que las tenían por amas de casa y en las antípodas del extremismo.
¿Qué lleva a una mujer serena de vida acomodada a transformarse en una fanática clandestina? La respuesta tiene muchas aristas. Pero lo que crece es la sospecha de que se podría estar frente a un problema grave.
Este nuevo fenómeno es "una de nuestras peores pesadillas hecha realidad", opinó Jerrold Post, autor de La mentalidad del terrorista y director del programa de psicología política de la Universidad George Washington.
"Con esto, se acabó aquello de sospechar de alguien sólo por su apariencia", dijo el fiscal Michael Levy. Tal afirmación, que dejó de lado el tono "políticamente correcto" con que suele hablar la sociedad norteamericana, es la consecuencia lógica de la certeza según la cual "los islamistas radicales quieren reclutar estadounidenses", añadió el funcionario.
En rigor, el caso de las "terroristas rubias" se suma a una tendencia que inquieta a las autoridades: la radicalización de ciudadanos norteamericanos que, con la ayuda de Internet, abrazan la causa islamista y planean ataques dentro o fuera del territorio del país (ver aparte).
Pero en lo que refiere a esta nueva vertiente, la primera en irrumpir fue Colleen LaRose, una residente de Pennsylvania de 46 años que, un día como tantos, y tras muchas noches solitarias frente a su computadora, decidió transformarse en "Jihad Jane". Tal el nombre para la doble identidad de quien, poco antes y con su verdadero nombre, había usado su página de la red social Facebook para confesarse "aburrida hasta perder el sentido".
Lo cierto es que tan a pecho se tomó su nuevo papel de "vengadora del islam" que ayer esta ex vecina, que dedicó años a cuidar a su padre enfermo, enfrentó cargos en Filadelfia por reclutar terroristas y por el reciente plan para asesinar al caricaturista sueco Lars Vilks, entre cuyos últimos dibujos figura una parodia de Mahoma con cuerpo de mascota doméstica.
Y Jihad Jane -que también firmaba sus proclamas cibernéticas como Fátima y juraba en ellas que "sólo la muerte" la separaría de su sagrada misión de "castigar al infiel"- apenas masculló un "soy inocente" cuando el fiscal la acusó ayer de haber "conspirado para respaldar efectivamente a terroristas", entre otros delitos.
Su caso es muy parecido al de la segunda "mujahidina rubia": Jamie Paulin-Ramírez, de 31 años. Ella también tiene tez muy clara, ojos celestes, es católica confesa y, al igual que Colleen-"Jihad Jane", no tiene ninguna conexión familiar con Medio Oriente. Algo que, en su caso, tampoco fue obstáculo para que apareciera implicada en la trama del asesinato del caricaturista sueco.
Residente de una pequeña localidad del estado de Colorado, en el oeste del país, Paulin-Ramírez estaba a casi 4000 kilómetros de distancia del suburbio de Pennsylvania donde vivía Colleen LaRose.
Sin embargo, ambas mujeres hicieron lo mismo: lo dejaron todo y, en la clandestinidad, colgaban en Internet proclamas flamígeras contra los "infiel", acompañadas por fotografías de sus rostros cubiertos con velos islámicos.
"Jamás pensé que fuera ni siquiera religiosa", dijo ayer el ex novio de Colleen Kurt Norman. "Siempre me pareció una persona normal, sin nada fuera de lo común", añadió el incrédulo ex compañero de la primera jihadista rubia de este país.
Pero la madre de Paulin-Ramírez, Christine Holcomb-Mott, tenía una opinión distinta de su hija. "Yo sí sospechaba que andaba en algo raro. No tanto por una cuestión religiosa, sino porque nunca parecía conforme con lo que tenía, siempre andaba buscando algo más", acotó. "Cuando me enteré de lo que estaba ocurriendo, mi primera reacción fue pegarle una paliza. Pero ahora estoy realmente preocupada por ella", añadió.
Desengaños
Medios locales insistieron en subrayar el hasta ahora único y obvio punto en común en la historia de ambas mujeres: una seguidilla de fracasos amorosos en medio de una existencia monótona con la que, de acuerdo con sus propios testimonios, ambas se sentían insatisfechas.
"Pero eso no es nada que hoy no pueda arreglarse con encontrar alguna ocupación atractiva, un hobby, o un amigo, un amante o un poco de Prozac", ironizó John Lo Santo, de la escuela de psicología de la Universidad de Minnesota. "No hay razón en que ese tipo de vida explique necesariamente abrazar la causa islámica", añadió.
Contacto por la Red
Puede que en el caso de Paulin-Ramírez el amor haya sido un motor. Desapareció de su casa en septiembre pasado, tras alegar que se iba al extranjero con su hijo de seis años para casarse con un argelino, al que había conocido por Internet. La siguiente noticia que tuvieron sus allegados fue que estaba detenida en Irlanda por sospecha de actividad terrorista.
Más allá de sus razones, el reclutamiento ha dejado perplejas a las autoridades. Y, en medio del desconcierto, hay voces de alerta. "Yo creo que esto es apenas la punta del iceberg", dijo la representante republicana Sue Myrick, de la Comisión de Inteligencia de la Cámara baja.
Para ella, la historia es mucho más preocupante de lo que se cree, con el agravante de que cuesta aceptar la nueva realidad.
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