Guatemala: El país como rehén

El Periódico, Guatemala

(Puede verse también Empresaurios vividores por Jorge Jacobs A.)

Lunes 22 de marzo, madrugada, los guatemaltecos se dirigen a sus trabajos, escuelas y universidades para iniciar la jornada laboral. La sorpresa que reciben los que se encuentran viviendo afuera de la ciudad capital es que los transportistas han tomado las carreteras y realizan bloqueos. Al escuchar las declaraciones de algunos de los que bloquean me pregunto con tristeza, ¿quiénes se creen que son estos transportistas para tomar como rehén la economía del país?

El paro que estos realizan al tomar posesión de las carreteras es un acto criminal y debe ser tomado como tal. Primero, las libertades y los derechos de estos actores terminan donde empiezan las del resto del pueblo de Guatemala. Segundo, estos criminales deberían de ser juzgados por la ley ya que cometen un delito contra todos los guatemaltecos y los afecta de la siguiente manera:

A) Millones de quetzales perdidos en la productividad del país.

B) Se les está robando a los trabajadores su jornada laboral, algunos de ellos, los que ganan por hora, el día del paro tal vez inclusive no pudieron poner ni alimento sobre la mesa.

C) Se le está robando a la juventud de Guatemala que tiene derecho a la educación.

Me pregunto entonces, ¿quiénes se creen que son estas personas para tomar como rehenes a un país entero? Y como crítica al Gobierno, me permito decir que al no castigar estos actos de delincuencia ponen como precedente que la apertura al diálogo con el Gobierno de Guatemala es por medio de paros; tenemos ya el ejemplo de los maestros que tan certero como la salida del sol todos los días realizan por lo menos dos bloqueos por año. Al mismo tiempo, recuerdo la entrevista en la radio con uno de estos personajes del transporte que justificaba el acto de criminalidad del bloqueo de las carreteras con “otros actos criminales que se cometen por funcionarios públicos en el Gobierno”, al escuchar estas palabras no sé si llorar o vomitar.

Por último, el modelo de subsidio en el transporte público no hace nada más que fomentar la ineficiencia del mismo. Como en cualquier negocio, si estas personas no lo han sabido manejar, si estos quiebran, surgirán actores más eficientes o se desarrollaran nuevas soluciones. 

¡Basta ya! El Gobierno no puede permitir que grupos como estos violen la libertad de otros ciudadanos al tomar posesión de las carreteras, tanto nosotros como ellos tenemos el mismo derecho sobre el uso de las mismas. Así como es política de los Estados Unidos de América el no negociar con terroristas, la política de este Gobierno debería de ser un rotundo “no”, al diálogo y negociaciones incentivados por este tipo de actos.