Los primeros treinta días de Piñera: Entre errores no forzados y una oposición ausente
Santiago de Chile. – El 11 de abril se cumplió un mes del arribo de la derecha al gobierno de Chile, luego de un largo periodo –veinte años— en la oposición. Si bien es imposible aventurar un balance cuando apenas termina de instalarse, estos treinta días en el poder insinúan algo de lo que vendrá.
Antes de analizar el proceso de instalación de la nueva administración, es importante recordar que el devastador terremoto del pasado 27 de febrero alteró fundamentalmente el contexto que enmarcará los cuatro años de la administración Piñera. Esta catástrofe, sin duda una de las más destructivas de la historia moderna de Chile, obligó al nuevo gobierno a modificar sus prioridades y su agenda, al punto de transformarse en el dato clave de la política nacional en el futuro inmediato.
En los primeros días en el Palacio Presidencial de La Moneda, el ritmo que impuso Piñera a su gabinete fue frenético, al punto de citar a sus ministros a una reunión de trabajo pasada la medianoche. Preocupado de enviar la señal que su gobierno no descansaría hasta que el último chileno recibiera ayuda ante la tragedia, Piñera parecía ubicuo en sus primeras dos semanas en el cargo.
Sin embargo, este despliegue de actividad ‘en terreno’ no parece haber impresionado a la ciudadanía, como quedó en evidencia al conocerse la primera encuesta sobre aprobación presidencial posterior al cambio de mando, que reveló que la ciudadanía apoya más al gobierno (60 %) que al propio Presidente (52 %). El dato es revelador, sobretodo si se tiene en cuenta que desde que la empresa encuestadora (Adimark) hace este tipo de sondeos, nunca había ocurrido que el Presidente tuviera una evaluación peor que su gobierno. Esta encuesta vino a confirmar la temprana alerta que destacados intelectuales afines a Piñera (como el escritor Jorge Edwards y el Director del Centro de Estudios Públicos, Arturo Fontaine) realizaron respecto del daño ocasionado a la figura presidencial por su demora en deshacerse de sus acciones en Lan Airlines y de la propiedad que tiene sobre el canal de televisión Chilevisión, algo a lo que Piñera se había comprometido formalmente durante su campaña.
Si bien el jefe de estado chileno eventualmente se desprendió de sus acciones en la línea aérea –dos semanas después de asumir la presidencia—, al momento de escribirse esta opinión aún no hacia lo mismo con el canal de televisión mencionado, cuestión que adquirió ribetes altamente polémicos cuando –en el ejercicio de sus atribuciones presidenciales—designó al Presidente del Directorio de Televisión Nacional de Chile, emisora pública y fuerte competidor de Chilevisión.
Más allá del conflicto puntual que produjo la tardía venta de Lan Airlines y la situación del canal de televisión mencionado, el impacto de estos eventos es que dieron plausibilidad a la idea que el Piñera no tiene una clara conciencia del peligro de los conflictos de interés, cuestión que se expresó también en la designación en cargos claves de gobierno a empresarios que hasta hace sólo unas semanas atrás estaban a cargo de empresas y asociaciones industriales que ahora deben regular y fiscalizar. Así, por ejemplo, un alto ejecutivo de una empresa concesionaria de autopistas se encuentra ahora encargado del área de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas, cargo desde el cual le tocará adoptar decisiones con un fuerte impacto en la industria de la cual formaba parte hasta hace sólo un mes.
Otro elemento que puede explicar la relativamente baja evaluación de la población al Presidente es la inexplicable tardanza que exhibió al momento de designar a una serie de autoridades de gobierno –especialmente de carácter local— lo que tiende a desmentir la promesa de eficacia en la gestión que fue la base de su campaña presidencial. Si bien el gobierno ha argumentado que el terremoto del 27 de febrero explica en parte la demora, el hecho de que hayan transcurrido casi cuarenta días entre su elección y el terremoto tienden a desmentir tal explicación.
Como sea, lo sorprendente de este primer mes de la nueva administración es lo breve que ha resultado la ‘luna de miel’ con que tradicionalmente contaban las nuevas autoridades, y que solía llegar a los dos o tres meses. Contrastando con tal expectativa, a sólo dos semanas de asumir el gobierno Piñera se encontraba envuelto en polémicas que motivaron críticas no sólo de la oposición, sino que también de importantes personeros de su sector, como es el caso de los intelectuales mencionados más arriba y de miembros del Partido Unión Demócrata Independiente (UDI).
A pesar de las dificultades anotadas, el nuevo gobierno tiene a su haber el que los partidos de la oposición se encuentran en un estado lamentable. En efecto, si bien la Concertación parece haber sobrevivido la derrota más importante de su historia, lo cierto es que ha brillado por su ausencia, tanto en los primeros días después del terremoto como en el mes que lleva en la oposición. Sin un líder indiscutido que la aglutine y sin claridad respecto de si lo que procede ahora es evaluar las razones de su derrota o más bien comenzar a reorganizarse en torno a una plataforma –que aún no se vislumbra— la Concertación parece estar a la deriva, intentando reaccionar ante los errores no forzados en que ha incurrido el nuevo gobierno, pero sin contar con una estrategia definida.
Adicionalmente a enfrentar una oposición confundida y sin liderazgo claro, Piñera cuenta también con una prensa que le es abiertamente favorable, cuestión nada baladí a la hora de superar el tipo de errores que ha cometido. En efecto, los dos diarios en papel más influyentes del país –‘La Tercera’ y ‘El Mercurio’— así como la vasta mayoría de los medios televisivos simpatizan fuertemente con el nuevo gobierno, lo que para algunos hace necesario que se instaure pronto un diario de oposición, cuestión que parece poco probable que ocurra, dado los enormes costos de entrada que involucra introducir una nuevo diario en papel o un canal de televisión en Chile.
Recapitulando, este primer mes del gobierno de la derecha en Chile exhibió improvisaciones y errores realmente inesperados para una coalición que llevaba 20 años esperando su oportunidad de demostrar que lo puede hacer mejor que la Concertación, al punto que el propio Presidente Piñera ha sufrido una temprana merma en su popularidad. Dicho esto, el nuevo gobierno debiera mejorar su performance en el futuro inmediato, apoyado en una oposición ausente y medios de comunicación que lo apoyan y que dominan la cobertura de la política nacional.
- 23 de julio, 2015
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