Bahía de Cochinos, anatomía de un desastre
Una sola llamada de teléfono a las 9:30 p.m. del 16 de abril de 1961, hace 49 años, pudiera haber asegurado lo que habría de convertirse en más de medio siglo de gobierno de Fidel y Raúl Castro en Cuba.
La llamada de McGeorge Bundy, asistente especial del presidente John F. Kennedy, fue al general Charles Cabell, subdirector de la CIA, que estaba en la sede de la entidad para dirigir la Operación Zapata, más conocida como Bahía de Cochinos.
La Brigada 2506 –organizada y entrenada por la CIA– debía desembarcar en Cuba al día siguiente, el 17 de abril, para comenzar el asalto que liberaría a la isla de más de dos años de un régimen cada vez más dictatorial y orientado al comunismo.
Como Cabell testificó más tarde, Bundy «me notificó que no se permitirían bombardeos aéreos hasta que se pudiera asegurar una pista en territorio cubano. Cualquier consulta adicional al respecto debía hacerse al secretario de Estado''. Fue una decisión que según numerosas versiones –entre ellas las de miembros del equipo de la CIA que planeó la operación– destinó el desembarco al fracaso.
A raíz del desastroso intento de derrocar a Castro, el presidente Kennedy nombró al general Maxwell Taylor, su edecán militar, para dirigir una comisión que investigara el caso. Cabell describió la secuencia de hechos que comenzó con con la llamada de Bundy en un memorando del 5 de mayo de 1961 dirigido a Taylor como parte de la investigación.
Fragmentos del informe de la Comisión Taylor se desclasificaron en 1987 y 1981. Pero no fue hasta el 2000 que el informe completo se desclasificó y se conocieron todos los detalles.
Después de la llamada de Bundy, Cabell dijo que rápidamente llamó al secretario de Estado, Dean Rusk, y le pidió discutir la decisión de revocar los ataques aéreos el día del desembarco. Cabell y Richard Bissell, jefe de operaciones clandestinas de la CIA, acudieron rápidamente al Departamento de Estado, llegando a las 10:15 p.m., la noche anterior al desembarco.
Pero el esfuerzo, según Cabell, fue infructuoso. Rusk les informó que «exigencias políticas del momento eran inviolables. La principal consideración era la situación en las Naciones Unidas''. Allí, el embajador estadounidense Adlai Stevenson «insistió en que los ataques aéreos harían la posición de Estados Unidos completamente insostenible. El secretario afirmó que tal resultado era inaceptable''.
Rusk, según Cabell, preguntó «si yo quería hablar con el Presidente. El Sr. Bissell y yo quedamos impresionados con la delicadeza de la situación con el embajador Stevenson y las Naciones Unidas, así como el riesgo para toda la postura política de Estados Unidos, y la firme posición del secretario de Estado. No vimos ninguna razón para hablar personalmente con el Presidente y así se lo informamos al secretario''.
Para entonces había poco tiempo para ordenar a los pilotos que esperaban en Puerto Cabezas, Nicaragua, que cancelaran los ataques aéreos. «Esto se consiguió literalmente a último minuto porque los pilotos recibieron la orden cuando ya estaban en las cabinas'', escribió Cabell.
Cuando Cabell entregó el mensaje de que el Presidente no aprobaría los ataques aéreos, los líderes de la operación se molestaron mucho. Según las memorias de Bissell, el coronel Jack Hawkins, oficial de la Infantería de Marina asignado a la operación como jefe de operaciones paramilitares, gritó: «Maldita sea, esto es negligencia penal'', a lo que que Jake Esterline, director de la operación por parte de la CIA, añadió: «Esta es la mayor imbecilidad que he escuchado en mi vida''.
in protección aérea, aviones cubanos hundieron los cargueros Río Escondido y Houston, que llevaban municiones y otros insumos. El ataque aéreo cubano hizo que otros dos cargueros, el Atlántico y el Caribe, se retiraran mar afuera.
Esterline testificó posteriormente que «comenzando el 16 [de abril], el general Cabell u otro de los otros altos oficiales estuvieron en contacto permanente con la Casa Blanca durante la operación. No puedo decir específicamente en qué momento se notificó a la Casa Blanca del estado crítico de la operación, pero sé que fueron notificados por el Sr. Bissell o el general Cabell, y puedo decirle que informamos completamente de la situación porque, francamente, yo había decidido que la operación se había perdido la medianoche del día 16''.
Don Bohning, ex director de noticias latinoamericanas de The Miami Herald, es el autor de `The Castro Obsession: U.S. Covert Activities Against Cuba 1959-1965'.
- 23 de julio, 2015
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