Democracia amenazada
El País, Montevideo
El 7 de este mes, en Chhattisgarh, centro de la India, integrantes de un grupo de terroristas maoístas, llamado Naxalite, atacó a un contingente policial y cuando fuerzas superiores fueron en su rescate, cayeron en una emboscada que terminó con la vida de 75 efectivos. Lamentablemente no ha sido ésta su primera acción criminal, sino que según el despacho noticioso , ya han matado a más de 7.000 civiles.
La democracia más grande del mundo se encuentra amenazada por esta sangrienta insurgencia guerrillera. Sus principales guaridas se hallan en las espesas selvas que todavía subsisten en gran parte de este enorme país al que tuve la suerte de conocer años atrás. Los subversivos ya tienen presencia en 20 de los 28 estados y han dado muerte a unos 1.000 soldados y oficiales del ejército en los enfrentamientos de los últimos 5 años. Cifra que no incluye a los habitantes y alcaldes de pequeños poblados a quienes matan, secuestran y tratan de doblegar, ni tampoco a los heridos y lisiados que sufrirán hasta el final de sus días, el haber perdido una pierna, la vista o un brazo.
Cabe la analogía con las FARC de Colombia y con el Sendero Luminoso del Perú donde la sociedad, al estar expuesta a amenazas sin ser defendida con eficacia, comienza a producir anticuerpos que luego son difíciles de erradicar. Ejemplo de ello son, los grupos de paramilitares y de guardaespaldas que terminan convertidos en una suerte de peligrosos ejércitos paralelos. Como siempre, son los pobladores las víctimas inocentes, sometidos alternativamente a interrogatorios y métodos de terror por los distintos bandos, mientras la población va perdiendo libertad y calidad de vida, a medida que retenes, inspecciones y toda clase de demoras, pasan a ser parte de la vida corriente.
Para lograr sus objetivos revolucionarios y en su búsqueda del poder, los terroristas atizan el resentimiento, promueven movimientos separatistas y prometen un mejor futuro a los desposeídos, a los marginados y a las minorías lugareñas. Les favorece la notable diversidad étnica de esa gran nación, con su multiplicidad de dialectos o lenguas. Por fortuna, el Imperio Británico les dejó importantes legados como la lengua inglesa y el alfabeto romano, herramientas fundamentales para unir a este país en el que subsisten más de 1.500 idiomas.
Para complicar más las cosas, la India tiene unos 170 millones de musulmanes, 13% de su población. Muchos de ellos leales ciudadanos, pero desde Pakistán, grupos afines a Al Qaeda y al fundamentalismo islámico, de tanto en tanto se infiltran para cometer monstruosos atentados; descarrilan trenes, dinamitan hoteles, al tiempo que tratan de sublevar a sus simpatizantes. El ejército y los servicios de inteligencia encuentran grandes dificultades para enfrentar ambos desafíos.
Crear riqueza, disminuir la inequidad y mejorar la educación, es parte importante del camino para combatir la sedición, pero es largo y de resultados no inmediatos. El crecimiento de los servicios, la industria y la minería que ha tendido la India, ha sido en promedio de un 10% por año, en los últimos veinte. De acuerdo a destacados observadores, para reducir la pobreza más rápidamente, el gobierno indio debería desregular el sector agrícola, eliminando controles de precios, trabas al arrendamiento y otros resabios de gobiernos socialistas, que hicieron que la India tuviese que recibir ayuda alimentaria de los Estados Unidos en la década de los 60 y parte de los 70 para no morirse de hambre. De esta forma habría un mejor estímulo al desarrollo y la tecnificación del sector. La agricultura y la ganadería todavía se encuentran muy atrasadas con respecto de otros rubros, donde han habido impresionantes avances, pero los políticos por ahora, no se animan a meterle el diente a este complicado desafío y la consecuencia es un creciente éxodo de los pobladores del campo hacia las ciudades. Impulsar el sector rural es una gran asignatura pendiente.
Por otro lado, la guerrilla no ayuda, ni tampoco las creencias religiosas. Los atentados persisten porque el accionar del terrorismo camina por el andarivel del odio y el extremismo. ¿Acaso la ETA no continúa sumando muertes a pesar del alto nivel cultural de la población; el bienestar de su región -que sería mayor aún sin ese continuo flagelo- además de la baja adhesión a su causa que existe en el Norte de España, junto a ninguna en el resto del país?
El maoísmo marxista por un lado y las incursiones fundamentalistas islámicas por otro, son los obscuros enemigos que enturbian el futuro de primera potencia, que muchos le vaticinan, inclusive por delante de China, por estar edificado su desarrollo sobre las bases de una democracia cada vez más sólida.
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