Guatemala y la danza de los millones
Luego del escándalo público, ante la posibilidad de un plumazo de Q7 mil millones adicionales en deuda pública, el presidente Colom anunció que vetaría semejante decreto. Pareciera que el Gobierno nos está“amenazando con el petate del muerto”. Ahora hay que darle las gracias al presidente.
Si no fuera por él, ya estaríamos endeudados con Q7 mil millones más por encima de los más de Q70 mil millones que ya debemos. A como vamos, “solamente” nos endeudarán en Q4 mil 500 millones. ¿Poca cosa, no?
La política de endeudamiento nacional parece responder a esta simple premisa: endeudemos al país porque, ahorita, es endeudable. Más tarde dejará de serlo. Tal es la postura que se desprende de los “análisis técnicos” que presenta la Junta Monetaria a la Comisión de Finanzas del Congreso. Dice tal comisión que el aumento en la deuda pública es de “solamente” 6 por ciento; que es un mecanismo de financiamiento “de bajo riesgo”; que la sostenibilidad de la deuda es “moderada” porque el total de la misma se encuentra por debajo del equivalente al 40 por ciento del tamaño de nuestra economía; y que el endeudamiento no tendría un efecto importante dado que alcanzaría “solamente” un 58 por ciento —del total de las exportaciones— respecto de un supuesto nivel crítico de 150 por ciento.
Así que nos van a endeudar porque nos pueden endeudar. ¿Y para qué se van a usar los fondos? Para sostener el funcionamiento del Gobierno; no para inversiones de capital. No hay ninguna obra relevante en materia de infraestructura en el horizonte. Casi todo es para funcionamiento, excepto Q1 mil 800 millones que son para pagar la deuda ya existente. Es decir, contratamos deuda porque no tenemos dinero para los compromisos de la deuda que ya teníamos antes de esta. ¿Bonito, no?
Así es como, en medio de este jueguito de números y dizque “estándares internacionales”, el único resultado objetivo es que la deuda sigue creciendo. Es el mismo camino que ya recorrieron otros países —como Grecia—, que actualmente se encuentran en medio de una crisis de endeudamiento. Es obvio que los políticos, de todas partes del mundo, son especialistas en pasarle la factura de su mala gestión a las generaciones futuras. Esto no debe seguir. Los ciudadanos debemos exigir que los funcionarios enfrenten la realidad y dejen de endeudar a nuestros hijos y nietos.
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