El Salvador y su pactos fiscales: ¿cuáles?, ¿entre quiénes?
Si se hiciera una encuesta de opinión con esas dos preguntas, sin embargo, las respuestas seguramente mostrarían un nivel de dispersión tal que confirmaría la existencia de posiciones diametralmente opuestas, como las que se escuchan en las entrevistas de actualidad política.
Por el contrario, cuando la discusión se circunscribe a lo económico, y aún siendo conscientes de que sería una ingenuidad pretender una delimitación totalmente aséptica, la dispersión de respuestas se reduce notablemente. El chamuyo (¿?) se doblega ante las evidencias objetivas.
En efecto, quienes abordan temas económicos, y más aún cuando tienen un prestigio profesional que cuidar, saben que en economía es fácil detectar una posición fuera de juego: la cancha está bien marcada y las charlatanerías quedan en evidencia. En política, desafortunadamente, la cosa es distinta.
Una saludable muestra de la mencionada convergencia de opiniones económicas fue el conversatorio organizado por Fusades referente al pacto fiscal. Todos los expositores coincidieron en los cinco puntos propuestos por el anfitrión: equidad, eficiencia, transparencia, sostenibilidad e institucionalidad.
Más aún, finalizada la intervención de un economista etiquetado como "de derecha", que criteriosamente había enfatizado en buscar la equidad focalizando la utilización de bienes públicos e implementando políticas "pro-pobres", continuó un economista etiquetado como "de izquierda", me refiero a Roberto Rubio, quien muy oportunamente destacó la importancia del crecimiento económico en el combate a la pobreza.
Lo "de derecha" y "de izquierda" está encomillado pues son etiquetas que alguien les puso, y que debieran tenernos sin cuidado. La distinción relevante es entre liberales y autoritarios, no entre derechas e izquierdas.
El citado caso ilustra la diferencia entre el discurso político barriobajero y el análisis económico serio: algunos políticos de izquierda despotrican en contra del crecimiento, satanizándolo por no haber cumplido, según ellos, la jamás cuantificada promesa del rebalse que algunos ingenuos habían comprado sin cuestionar. ¿Habrán creído realmente que la calidad de las políticas públicas ya no sería algo importante?
Por el contrario, los economistas serios, sean "de izquierda" o "de derecha", saben que el crecimiento es condición necesaria, si bien no suficiente, para erradicar la miseria. Roberto lo tiene claro.
Antes, otro economista "de derecha" había recordado, de forma punzante, que no es consultándolo todo con asociaciones empresariales, ni con grupos de interés, que se administra una democracia. Es trabajando con la Asamblea Legislativa y con los partidos políticos.
Lo demás es mercantilismo mezclado con populismo, una ruta pavimentada al fascismo. Se trata del "Camino de servidumbre" sobre el que nos alertaba Hayek en su libro de 1944, publicado con tal nombre.
Para peor, el camino correcto está particularmente colmado de obstáculos: diputados que se burlan de la volundad de quienes los eligieron, partidos evidentemente poco confiables, dado que en su momento habían seleccionado a tales individuos. Y políticos en general, de todos los colores, que salvo honrosas excepciones se destacan por dos cosas: honestidad dudosa e incapacidad indudable.
La solución, claro, no es abrazar el camino pavimentado al fascismo, sino eliminar los obstáculos del camino correcto. Siendo más exigentes al elegir los miembros de las instituciones. Nadie dijo que sea tarea fácil.
En síntesis, ¿qué pactar? Temas de Estado de largo plazo, que excedan la agenda de una Asamblea determinada. Por ejemplo, un pacto fiscal integral, que es más que un pacto tributario. ¿Quiénes deberían firmar el pacto? Los partidos políticos, como bien destacó otro de los expositores. No las gremiales.
¿Quiere saber qué es chamuyo? Un delicioso término coloquial, de profunda raigambre tanguera, que significa "palabrería que tiene el propósito de impresionar o convencer".
Aunque usted nunca haya escuchado un bandoneón, no dudo que captó perfectamente la idea. Porque jamás faltará quien se lo quiera chamuyar. Sobre todo en épocas electorales.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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