Tributos y votos
Libertad Digital, Madrid
Según el Centro de Política Fiscal, una entidad de investigación radicada en Washington, D.C., casi la mitad de los hogares estadounidenses no van a tener que pagar ningún impuesto sobre la renta al presentar la declaración de 2009. Eso representa un incremento con respecto a la estimación de la Fundación Fiscal que en 2006 proyectaba que el 41% de población estadounidense, ó 121 millones de americanos, quedaba totalmente exento del sistema federal de tributos.
Estos estadounidenses no pagan ningún impuesto sobre la renta bien porque su renta es demasiado modesta o porque tienen mayores ingresos pero disfrutan de deducciones, ventajas y exenciones fiscales que les eximen de la obligación tributaria. Esta ausencia de obligaciones fiscales marca un acusado contraste con el 10% de rentas más altas, cuyos hogares ingresaron en 2006 una media de 366.400 dólares y que pagaron alrededor del 73% de los impuestos federales recaudados. El 25% de rentas más altas tributó el 86%. El 50% de contribuyentes de rentas más modestas pagaron menos del 4% de los impuestos federales recaudados.
No nos detengamos en la ecuanimidad de disponer de un concierto así para financiar las actividades del Gobierno federal. En lugar de eso, vamos a preguntar qué tipo de incentivos y resultados produce tal arreglo y vamos a preguntarnos si éstos resultados son buenos para nuestro país o no. Esa es la pregunta que debe hacerse con independencia de que uno tenga que pagar o no el impuesto sobre la renta.
Tener a 121 millones de estadounidenses completamente al margen del sistema tributario federal es igual que arrojar cebo a los tiburones políticos. Estos estadounidenses se convierten en un electorado natural de los políticos del gasto público. Después de todo, si usted no tiene ninguna obligación de pagar el impuesto sobre la renta, ¿hasta qué punto le preocupa el déficit, lo que gaste el Congreso y la carga tributaria? Los llamamientos políticos a bajar los impuestos y limitar el gasto tienen poco atractivo. Las encuestas revelan esto. Según el estudio Harris Poll llevado a cabo en junio de 2003, el 51% de los demócratas pensaba que los recortes fiscales promulgados por el Congreso eran algo malo mientras el 16% de los republicanos pensaba lo mismo. Entre los demócratas, el 67% pensaba que las bajadas tributarias son injustas, mientras que el 32% de los republicanos lo creía así. Preguntados si el paquete de reducciones tributarias por valor de 350.000 millones de dólares iba a ayudar a su economía familiar, el 59% de los encuestados respondía negativamente y el 35% respondió positivamente. Las bajadas de los impuestos significan una única cosa para muchos estadounidenses: plantean una amenaza directa a los ingresos que perciben del Gobierno.
He aquí mi pregunta políticamente incorrecta quizá: si uno no tiene ningún interés financiero en la marcha de nuestro país, ¿cuánto peso debe tener en su gestión? Planteémoslo de otra manera; yo no tengo acciones, y por tanto ningún interés financiero, en la Ford Motor Company. ¿Cree que debería tener derecho a votar o a tener alguna voz en la gestión de la empresa? Supongo que la respuesta de la persona cuerda media es negativa. Usted dirá: "Williams, ¿a dónde quieres llegar con esto exactamente?". No estoy proponiendo que anulemos el derecho a votar a aquellos que no pagan impuestos. Lo que estoy sugiriendo es que cada estadounidense tenga un voto en cada referendo federal, más otro voto por cada 20.000 dólares que pague en impuestos federales. Con este sistema, tendría que haber un mínimo de relación entre la participación financiera de alguien en nuestro país y su derecho a decidir. Por supuesto, el derecho de sufragio desigual podría armonizarse legislando impuestos más bajos.
Esta no es una idea descabellada. Los fundadores temían esto. La inquietud de James Madison por la lucha de clases entre ricos y pobres le llevó a decantarse por que la composición de la Cámara de Representantes fuera decidida por el pueblo en general y la del Senado por los titulares de alguna propiedad. Dijo: "Es no obstante cierto que existen diversas formas en que los ricos pueden oprimir a los pobres; en que la propiedad puede deprimir la libertad; y el mundo está lleno de ejemplos. Es necesario que los pobres tengan una defensa frente al riesgo. Por otra parte, el peligro para los titulares de la propiedad no se puede menospreciar si no tienen defensa frente a una mayoría sin propiedades".
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