Grecia puede autodestruirse en su búsqueda de justicia
Los griegos inventaron la democracia y la tragedia. Ahora ésta última está empezando a amenazar a la primera.
Los manifestantes en las calles de Atenas están furiosos por tener que asumir unas durísimas medidas de austeridad para arreglar años de unas políticas económicas que han puesto al país al borde del abismo.
Pero una vez que las protestas se han vuelto violentas, los griegos deben urgentemente desconectar el botón de autodestrucción si el país quiere sobrevivir a su mayor crisis moderna, el euro quiere seguir siendo una moneda de referencia mundial y el resto de Europa evitar el contagio.
Las muertes de tres personas el miércoles –incluyendo a una embarazada asfixiada después de que los manifestantes incendiaran un banco en el centro de Atenas– pueden rebajar los ánimos de las muchedumbres por las medidas acordadas para recibir el rescate de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
Pero cualquier sentimiento de calma parece improbable porque, sobre todo, los griegos quieren justicia. Y no la van a tener.
"Hay una indignación absoluta contra el sistema político", dice un ministro del Gobierno griego. "La gente se siente engañada y nos acusan, a los políticos, del dramático estado de la economía. No estarán satisfechos hasta que vean a algún político entre rejas".
Los 300 diputados en el parlamento griego tienen inmunidad, y no hay indicios de que vayan a levantar esa protección.
"Si se levanta la inmunidad parlamentaria, habrá cientos o miles de demandas", añade el ministro. "¿Cómo puede funcionar un gobierno en un entorno como este? ¿Cómo podrá aprobar la legislación necesaria para enfrentarse a la crisis económica? Será el final".
Tal fue la rabia desatada el miércoles que los grupos de manifestantes intentaron una y otra vez asaltar el propio parlamento, clamando por quemar el templo neoclásico de la democracia que preside la céntrica plaza de la Constitución. Unas manzanas más allá, jóvenes anarquistas prendían a gusto tiendas, bancos y coches aparcados.
Como se ha visto en las últimas semanas, la recesión griega se ha convertido en una emergencia económica para Europa que amenaza con provocar una crisis mundial de deuda soberana.
Pero en el epicentro de todo hay una tragedia humana, que continúa avanzando de forma imprevisible. Hay más manifestaciones programadas para el jueves y en las próximas semanas. La elite política griega puede hacer poco más que suplicar.
"Nuestro país ha llegado al borde de la destrucción", dijo el presidente Karolos Papoulias. "Es responsabilidad de todos nosotros no dar el próximo paso hacia el abismo".
Costas Paris es el jefe de la corresponsalía en Singapur de Dow Jones Newswires. Ha cubierto ampliamente la crisis de deuda de Grecia y fue corresponsal extranjero durante 13 años en Atenas.
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