Costa Rica: ¿La Grecia centroamericana?
El verdadero legado de la administración de Oscar Arias en Costa Rica no es que “liberó las musas y apaciguó la sed del alma” como dijera en su último informe de labores del pasado 1° de mayo. Sino el déficit fiscal de 1 billón de colones que le hereda a su sucesora Laura Chinchilla, como reportó ayer el matutino La República. De continuar la vorágine de gasto estatal, Costa Rica pronto dejará de ser la Suiza centroamericana y pasará a ser la Grecia centroamericana.
El panorama financiero del gobierno costarricense es dantesco: Según el economista Eric Vargas en un artículo publicado en el periódico La Nación el jueves pasado, el déficit fiscal podría llegar al 6,6% del PIB a finales de año y hasta el 10% del PIB en el 2011. Estas son cifras insospechadas en tiempos modernos en dicho país. Tan solo en el primer trimestre de este año el déficit fiscal aumentó en un 146%, y no por una caída en los ingresos durante dicho período, como señala una y otra vez el presidente Arias, sino por un aumento desproporcionado en el gasto.
Ya la administración Arias ha recurrido a mecanismos poco ortodóxos para financiar el gasto público. En noviembre pasado la Asamblea Legislativa aprobó con votos oficialistas un presupuesto ilegal que financia gastos corrientes con deuda, a contrapelo de cualquier norma básica de contabilidad [y de la Constitución Política costarricense]. Pero el financiamiento interno se está secando, y ante la presión que este endeudamiento está ejerciendo sobre las tasas de interés, el próximo ministro de Hacienda, en lugar de anunciar una moderación en el gasto, afirma que se recurrirá a al endeudamiento externo.
¿Cuánto podrá ir el agua al cántaro hasta que este reviente? La deuda pública de Costa Rica como porcentaje del PIB ha llegado a un 44%, que si bien no es una cifra alarmante, la tendencia sí inquieta dentro del contexto de mercados financieros en alerta ante problemas de deuda soberana en Grecia, Portugal y España. Lo más preocupante es si el componente externo de dicha deuda (denominada en dólares) empieza a crecer de forma sostenida. Ya entonces estaríamos añadiendo un riesgo cambiario: si el país decide devaluar para “alivianar” el monto de la deuda en colones, el componente en dólares aumentará exponencialmente.
También preocupa la madurez de esta deuda: qué tanto es de corto plazo y cuánto es de larzo plazo. Según La República, ya para el próximo año vencen bonos en el orden de los ¢129.000 millones. Conforme los mercados financieros tomen nota del déficit fiscal al aproximarse éste al rango del 10% del PIB, los intereses que el gobierno paga sobre los bonos costarricenses aumentarán, y esto elevará el costo de más endeudamiento para satisfacer la deuda que vence. La tarjeta de crédito no dará para tanto.
Costa Rica tendrá entonces tres opciones: prender la maquinita de imprimir billetes en el Banco Central y devaluar el colón (como lo hiciera el presidente Rodrigo Carazo a inicios de los ochenta), proponer un aumento considerable de los impuestos (a costa de quebrarle las piernas al sector productivo) o disminuir substancialmente el gasto público.
No hay otra.
- 23 de julio, 2015
- 4 de febrero, 2025