Grecia: Crónica de una crisis anunciada
Los miembros de la Unión Europea están muy preocupados. La situación griega les ha estallado en las manos, mientras lo más grave parece que todavía está por venir. Si no se actúa, se predice un efecto dominó que terminará complicando a España, Portugal e Italia.
Simplemente, los griegos gastaron más de lo que producían. Mientras, se endeudaron irresponsablemente, hasta llegar a una deuda equivalente al 131% de su Producto Interno Bruto. Ahora no pueden pagar, ni tienen dinero para sueldos, ni para proyectos, ni para consumo.
Como señala atinadamente un analista, lo importante no es explicar por qué entró en crisis Grecia, sino ahondar en las causas para poder prever que otros países no sean arrastrados. No basta con pensar que es un problema financiero, técnico, sujeto a rescate por las economías más fuertes de la Unión Europea, pues si se hace una acción de este estilo ¿cómo se evitará la expansión del mal económico? El dinero, el trabajo que lo produce, es limitado. Se ha estirado el brazo más que la manga, y allí están las consecuencias.
La culpa parece tenerla, en último término, el Estado de Bienestar. Esa concepción socialista de la política que convierte al Estado en Papá-Estado, que debe velar por el bienestar general, invirtiendo los recursos públicos en subsanar las necesidades privadas. Más exactamente, puede decirse que "la Unión Europea, que es de origen liberal, concebida como tal en filosofía política y en economía, sólo es posible gestionarla de manera liberal, mientras que todos los gobiernos nacionales, aunque fueran de derecha, crearon, de hecho, unos gigantescos Estados del Bienestar de inspiración socialista".
Dicho de otro modo, el mismo recelo al estatismo que provocó la sustitución del motor diplomático por el económico, en la conformación de la Unión Europea, desembocó después de un tiempo en una Europa con gobiernos socialistas, estatistas, que accedieron democráticamente al poder cabalgando promesas de bienestar para todos, sin reparar en los costos económicos (ni morales) que dicha actitud acarrearía.
Ese crecimiento hipertrófico del Estado, fundamentado en la acumulación de seguros sociales y de empleos protegidos por el Estado, se desarrolló en los países europeos a un ritmo mucho más rápido que el crecimiento económico y que el aumento de la población. Hasta que, ni los empleos generaron suficiente riqueza, ni los jóvenes fueron capaces de soportar la carga social de una Europa envejecida y jubilada.
Grecia es una primicia. Intentó financiar al crédito los beneficios sociales, y los bancos franceses y alemanes soltaron euros hasta que llegó la incapacidad de pago, y con ella la iliquidez y la implementación de medidas impopulares de recorte de subsidios, seguros y empleos.
Pero no paran allí los despropósitos, pues ahora resulta que en la mente de muchos europeos la cultura socialista y la dependencia de papá-Estado está tan arraigada, que ningún político podría acceder al poder sin promesas de más bienestar, más protección laboral ni más igualdad entre los ciudadanos.
En síntesis: el socialismo promotor del Estado de Bienestar está por ahogar a Europa no sólo por sus altos costos financieros, sino también por la irresponsabilidad moral de quienes lo han utilizado como Caballo de Troya para sus intereses políticos y económicos. Los mismos que ahora, en el momento de apretarse el cinturón, son incapaces de hacerlo, ni de soportarlo, los que son gobernados.
La mala noticia es que Grecia parece ser la primera de una serie. La buena noticia es que la capacidad humana de iniciativa e imaginación, así como de espíritu emprendedor y recursos para salir adelante, no parece estar ni limitada ni corrompida.
El autor es columnista de El Diario de Hoy.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
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