Inmigrantes: El peor momento
"Hoy murió mi papa en México y no pude ir porque no existe una reforma migratoria que me permita ir y regresar''. Este es el mensaje que recibí hace unos días en mi cuenta de Twitter. Este tipo de situaciones, desafortunadamente, seguirá repitiéndose. La Casa Blanca y los líderes demócratas del Congreso no quieren decir públicamente que la legalización de millones de indocumentados no se va a dar este año. Pero todo indica que este año no va a pasar nada.
El fallido atentado terrorista en Nueva York no pudo haber llegado en un peor momento. El carro-bomba no mató a nadie en Times Square. Pero sí hirió gravemente los esfuerzos por revivir el debate migratorio en el Congreso.
Aclaremos. La gran mayoría de los inmigrantes en Estados Unidos no son ni terroristas ni criminales. Pero los congresistas que ya se resistían a una nueva reforma migratoria ahora tienen una nueva excusa para oponerse: no es el momento de legalizar a millones de extranjeros cuando uno de ellos –Faisal Shahzad– intentó matar a ciudadanos norteamericanos. El atentado de Nueva York no ayuda a crear las condiciones para una legalización.
Arizona tampoco ayuda. El mensaje de la gobernadora, Jan Brewer, y de los 17 senadores estatales que aprobaron la ley antiinmigrante SB 1070 fue que los extranjeros indocumentados eran responsables del aumento de la criminalidad en el estado y que había que hacer algo al respecto. El 51 por ciento de los norteamericanos estuvieron de acuerdo con la medida, según una encuesta de The New York Times/CBS.
Sin embargo, es falso el argumento de que los inmigrantes aumentan la criminalidad.
Un ejemplo. Los niveles de criminalidad de 1999 al 2006 bajaron en un 13 por ciento en los 19 estados con mayor número de inmigrantes (incluyendo Arizona) frente al 7 por ciento en los otros 31 estados, de acuerdo con el Immigration Policy Center.
Otro ejemplo. La población de indocumentados se duplicó de 1994 al 2004 hasta llegar a 12 millones en todo Estados Unidos, sin embargo los crímenes violentos se redujeron en un 35 por ciento y los robos a propiedades en un 25 por ciento, según datos del Departamento de Justicia. A más inmigrantes, menos crimen.
La explicación es sencilla. Los inmigrantes, y sobre todo los indocumentados, no quieren tener problemas con la policía y respetan la ley tanto o más que los ciudadanos norteamericanos.
Pero el apoyo en las encuestas que ha recibido a nivel nacional la ley antiinmigrante en Arizona y el atentado terrorista en Nueva York no han creado un ambiente propicio para el inicio del debate migratorio en Washington. Sencillamente no existen los 60 votos necesarios para aprobar en este momento una reforma migratoria, según me reconoció en una entrevista esta semana el líder del Senado, Harry Reid.
Sólo una decidida y agresiva participación presidencial podría cambiar las cosas. Pero no veo ninguna señal de que Barack Obama va a poner todo el peso de su presidencia para lograr una legalización de indocumentados antes de las elecciones congresionales de noviembre.
Tiene otras prioridades. El derrame de petroleo en el golfo de México, con sus largos y negros tentáculos creciendo cada día, está obligando al presidente a actuar inmediatamente sobre la reforma energética y la protección del medio ambiente.
Este parece ser el peor momento político para los inmigrantes.
odo esto me recuerda una comida que tuve en la Casa Blanca con varios periodistas el pasado 27 de enero. El presidente Obama iba a pronunciar esa noche su discurso sobre el estado de la Unión. Y alguien le preguntó cual era la principal diferencia entre ser candidato y ser presidente.
El presidente dejó de comer, respiró profundamente, extendió la pausa por varios segundos, y luego nos dijo que la principal diferencia era que él tenía ahora la responsabilidad de mantener seguro al país y evitar nuevos actos terroristas. Yo estaba sentado junto al presidente y su rostro, apesumbrado, se me quedó grabado.
Estoy convencido, por pláticas con el presidente y con sus asesores, que él sí está a favor de una reforma migratoria. Pero me temo que está siendo orillado a pensar –por presiones políticas y por las circunstancias– que este no es el mejor momento para buscarla.
¿Cuánto más habrá que esperar?
Twitter @jorgeramosnews
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