Fallo de mercado, oportunidad de negocio
El mercado “falla”. No siempre está a la altura de nuestras expectativas. Vemos ejemplos de ineficiencia por doquier. Un mal servicio en un restaurante, un holgazán detrás del mostrador, un precio excesivamente caro por un producto, una tienda sin clientes, un aparato que no hace lo que dice, un fontanero que no nos arregla bien la cisterna, el coche que se nos avería después de comprarlo o una mala película.
Si el mercado fuera “perfecto” cobraríamos más que nuestro compañero que produce menos, o no echaríamos en falta un servicio que está muy demandado en el barrio pero nadie satisface, o esa empresa que recibe tantas quejas hubiera cambiado ya de gestor.
Los ejemplos concretos de ineficiencias o imperfecciones, de acuerdo con nuestro estándar de lo eficiente o perfecto, no son razones para intervenir el mercado si lo consideramos de forma dinámica en lugar de estática. El mercado es un proceso, una estructura de incentivos que tiende a la eficiencia (palabra clave: tiende). Esto es, las empresas e individuos, en un contexto sin barreras legales de entrada al mercado, tienen incentivos económicos para descubrir ineficiencias (demandas insatisfechas o formas de producción más rentables) y corregirlas.
Cada fallo del mercado, o ineficiencia desde una perspectiva estática, es una oportunidad de negocio desde una perspectiva dinámica. Significa que hay algo que no se está haciendo bien, o que podría hacerse mejor, y aquél que explote esta oportunidad latente antes que los demás se hará con un beneficio extraordinario en el corto plazo.
Así, el hecho de que en un determinado momento haya una empresa que ofrezca un pésimo servicio, o que consideremos que nos está timando, o que se resista al cambio, o que no cubre una determinada necesidad de la gente, no debería llevarnos a concluir que el Estado “tiene que hacer algo”, pues el mercado tiene su propio mecanismo de corrección a medio y largo plazo. Los incentivos económicos del mercado son una mejor garantía de que esa “ineficiencia” va a corregirse con el tiempo que el voluntarismo del Estado, carente de incentivos económicos para encontrar soluciones eficientes, propicio a la incompetencia y al abuso de poder.
Cuando veo, pues, una ineficiencia en el mercado no siento el impulso de criticarlo y exigir la intervención pública. Pienso “alguien puede hacerse muy rico explotando esta oportunidad”, o “esta empresa durará poco”, o “seguro que a alguien se le acaba ocurriendo cómo solventar este problema”, o “espero que el competidor cruja a este incompetente”, o “si nadie está satisfaciendo esa demanda a lo mejor es que no es tan sencillo (y rentable) como parece”.
Hay que darle tiempo al mercado, entenderlo como un proceso dinámico con mecanismos de autocorrección. El intervencionista, impaciente, quiere “hacer algo” de inmediato, obviando que el Estado falla más a menudo y su estructura de incentivos no favorece una tendencia a la autocorrección.
Recientemente me pusieron el ejemplo del coche eléctrico para ilustrar que el mercado no funciona como debería. En este documental se explica como General Motors abandonó el proyecto del coche eléctrico. ¿Ineficiencia del mercado? Varias dudas me asaltan: ¿Es realmente una buena idea? ¿No será más arriesgada y menos rentable de lo que parece?¿Están los consumidores tan interesados como para pagar lo que vale? Si hay una demanda latente o potencial lo bastante alta como para proporcionar ingentes beneficios (considerando los costes de desarrollar el producto), estamos ante una oportunidad de ganancia.
El mercado automovilístico es competitivo, no hay barreras legales de entrada al sector. Si General Motors desaprovecha esta supuesta oportunidad, otros que sí la perciban como tal tienen incentivos para implicarse. Así, por ejemplo, lo afirmaba Patrick Renau, presidente Associación Promotora del Vehículo Eléctrico Volt-Tour: “Otras empresas de fuera del sector automovilístico están aprovechando la opotunidad de negocio que General Motors no quiso aprovechar”. El mecanismo autocorrector del mercado, en marcha.
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