Colombia: El voto de Chávez
Por Elizabeth Araujo
Que Hugo Chávez se ha vuelto uno de los temas electorales más controversiales de Colombia nadie lo duda.
El asunto sería conocer hacia dónde apuntan los intereses del autoproclamado líder continental que asiste día a día a la pérdida de su influencia en la región, y sabe que el peso de sus palabras, en favor o en contra de los candidatos, podría inclinar la decisión de los votantes.
Visto así, cualquiera tendría derecho a preguntarse si las primeras cargas de su artillería verbal contra Juan Manuel Santos la semana pasada buscaban en realidad darle oxígeno al continuismo de Uribe, valiéndose de la diatriba pública con el ex ministro de Defensa para polarizar.
No sería extraño pensar en seguir el clima de tensión política y hasta militar que ha sostenido con el presidente del vecino país y que a ratos exhibe falsetes teatrales, como si ambos hubieran seguido al pie de la letra un libreto con el fin de apuntalar su popularidad.
Una segunda mirada plantea si con su intromisión el líder bolivariano persigue más bien desencadenar un efecto, si no de miedo, al menos de cansancio en los votantes colombianos, quienes avizorarían un agravamiento de los enfrentamientos presidenciales, esta vez con Santos en la Casa de Nariño, lo que aportaría un mayor deterioro del intercambio comercial, tan perjudicial para ambos países.
La otra opción es creer que Hugo Chávez desea ciertamente y con absoluta honestidad el triunfo de Antanas Mockus, bajo el entendido de que el ex alcalde de Bogotá resultaría un presidente diferente a Uribe, y es obvio que con semejante interlocutor se podría allanar el camino del restablecimiento de relaciones diplomáticas y, más importante aún, las económicas que no sólo le hacen daño a los colombianos.
A esa posibilidad se suma la idea de sacarle provecho a las promesas del candidato independiente de conferir un tratamiento menos belicista al tema de las FARC, de modo que mientras dure ese beneficio de la duda, tanto el mandatario venezolano como la narco-guerrilla obtendrían días de gracia para su recuperación.
Sea cual sea la intención de Chávez, lo que sí resulta previsible en la estrategia del Presidente al intervenir abiertamente en el proceso electoral colombiano es mantener viva la llama de una popularidad continental que sabe que se le extingue.
El ego de Hugo Chávez ha salido aporreado de las últimas incursiones, y ya no es visto, en los países que suele visitar, como el caballero andante de lanza en ristre que soluciona los problemas de vivienda, armamentos o vialidad con sólo abrir su petrochequera.
No es exageración, pero cuando el domingo 30 de mayo los colombianos se apresten a elegir en primera vuelta al sucesor de Álvaro Uribe, no hay dudas de que muchos electores se preguntarán cuál de los dos candidatos le conviene al militar que los amenaza con una guerra.
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