Colombia: la sociedad civilizada frente a la demagogia y el populismo.
Las Elecciones Presidenciales 2010 en Colombia serán cruciales para dilucidar si la sociedad civilizada sigue extendiéndose por el país andino o, por el contrario, si cae presa de la demagogia del comunismo bolivariano o del populismo, que tan frecuentemente destruyen la creación de riqueza en Sudamérica.
Hace tiempo que analizamos la necesidad de Apoyo Internacional a Colombia para que las raíces del desarrollo socioeconómico se asentasen en la democracia parlamentaria de un país esplendoroso por sus recursos naturales y, por el carácter alegre, vital y emprendedor de sus gentes.
En el siglo XVIII, Adam Smith, máximo exponente de la escuela escocesa de economía, ya señaló las directrices para lograr La Riqueza de las Naciones. Y, en estos momentos, cualquier visitante puede comprobar como, el presidente Álvaro Uribe ha garantizado la seguridad exterior frente a la amenaza totalitaria de la dictadura comunista de Hugo Chávez, la seguridad interior frente al narcoterrorismo de las FARC, y la seguridad jurídica con tribunales independientes que proporcionan certidumbre a los inversores y a los ciudadanos mediante la protección de las propiedades y de la libertad de elegir.
En los últimos años, las infraestructuras han mejorado indudablemente con pueblos, presas, centrales de energía, carreteras o autopistas de peaje protegidas por el ejército colombiano, que alejan las acciones narcoterroristas a los rincones más inhóspitos de las fronteras con Ecuador y Venezuela y, que permiten garantizar las comunicaciones entre las principales ciudades, haciendo avanzar la civilización frente a la anarquía de los grupos armados.
La política de seguridad democrática es lo mínimo que debe garantizar un Estado de Derecho, digno de tal nombre, ya que permite que se puedan ejercer las libertades individuales, el derecho de propiedad, el cumplimiento de los contratos y, por supuesto, también consigue que se asienten los servicios de salud con clínicas y hospitales que alcancen a la mayoría de la población y, logra que existan servicios de educación con colegios y universidades que ofrecen la oportunidad de progresar a los ciudadanos con su esfuerzo, mérito y capacidad, sin quedar sometidos a los caprichos de las acciones de sabotaje terrorista.
Los fundamentos del crecimiento económico han enraizado en Colombia y permiten que la mayoría de la población tenga oportunidades de emprender. Cualquier visitante puede comprobar como el progreso socioeconómico está avanzando en Colombia y, como la seguridad permite que exista un incremento medio anual del PIB del 4 % en los últimos 10 años, con una prosperidad socioeconómica que queda reflejada en su liderazgo en exportaciones a los demás países andinos.
Lamentablemente, todavía queda mucho esfuerzo que realizar, y la existencia de grandes bolsas de pobreza en las grandes urbes, permite que la demagogia y el populismo consigan muchos votos en las grandes urbes como Bogotá (9 millones de habitantes), Cali (3,5 millones), Medellín (2,5 millones) o Cartagena (1,5 millones). El principal desafío del próximo Gobierno debería ser mejorar las infraestructuras en los asentamientos donde se asientan los desplazados en la periferia de las ciudades. Comúnmente se denominan “invasiones” y agrupan a miles de emigrantes que abandonaron el campo y se dirigieron a la ciudad, para escapar de los caprichos de los grupos narcoterroristas y disfrutar de una mayor seguridad, lo que les permite seguir una vida normal sin tener que preocuparse de que un grupo violento les haga “desaparecer”.
Sin duda, las Elecciones Presidenciales 2010 son esenciales para el sostenimiento de un Estado de Derecho en Colombia, de modo que se protejan eficientemente la propiedad privada y las libertades de los ciudadanos. Y son cruciales para aportar una referencia democrática que ayude a proporcionar estabilidad geopolítica a la región andina, y que siga generando crecimiento socioeconómico frente a la ruina y decadencia de Venezuela.
Los ciudadanos colombianos deben ser cautos y recordar la situación de inseguridad que existía hace apenas una década y, desde luego, deben evitar caer en procesos de involución institucional que destruyan la democracia parlamentaria mediante el ataque sistemático de sus pilares fundamentales como la libertad de prensa, la propiedad privada, las elecciones libres, la separación de poderes o la independencia judicial.
Cuando se acerquen a las urnas para depositar su voto, deben evitar los candidatos que estén vinculados a partidos políticos que defiendan utopías o experimentos sociales “colectivistas” y deben ser prudentes, ya que el posible éxito electoral de un político demagogo, populista y utópico puede llevar a que Colombia quede nuevamente presa de la inseguridad narcoterrorista o peor, quede secuestrada por el totalitarismo del presidente venezolano Hugo Chávez que, con la ayuda de su Alternativa Bolivariana y sus petrodólares, ya ha logrado ampliar la revolución comunista a otros países andinos como Ecuador y Bolivia.
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