El poder único y el festín de las infamias revolucionarias
Alrededor del poder único, lo único que crece es la maleza de la burocracia múltiple, la única especie animal y vegetal que prospera y se diversifica en medio de la decretología y de la verborrea del líder único, del iluminado que observa complacido cómo la nube de langostas rojas salen a devorar los campos con la miseria y el hambre que multiplican las necesidades de la ignorancia.
Al pueblo le vendieron de nuevo, una vez más, una revolución traicionada. Como todas las revoluciones armadas. Como la francesa, descabezada por el terror de Robespierre en la guillotina, asesino de María Antonieta a la que no pudo superar en dignidad y valentía ante la muerte, cobarde como son todos los tiranos en el fondo que no saben sino pegarle a las mujeres a las que humillan con su violencia de nacimiento. Como la rusa, cuando Stalin momificó a Lenin para que no hablara y liquidó a todos sus compañeros de mesa para que no le rivalizaran y finalmente pagó a unos sicarios para que mataran a Trotsky, porque la voz disidente le suena a lápida al dictador.
Y más entre nosotros, aquella mal llamada federal, cuyo máximo asesinato nadie investiga pero que todo el mundo sabe de dónde vino la bala. De nada menos que del rey de la baraja que se disfrazó de militar para detentar el poder, se hizo de las credenciales de muchas de las victorias del héroe boticario al que saca del mapa después de desaparecerlo, aquel que le respondió con sorna a su lugarteniente: “Si ellos hubieran sido los federales, entonces nosotros hubiéramos sido los centralistas”, el mismo que al momento de su muerte contabilizaba en su fortuna personal la mitad de todo el presupuesto nacional por él administrado, el mismo ilustrísimo americano que obtuvo de otro supuesto “revolucionario”, el honor del Panteón Nacional que había construido para él bajo la excusa de que era para El Libertador, el mismo que no tuvo empache de ir de la mano de la centenaria negra Matea para inaugurar el templo de los padres de la patria.
Las paralelas se cruzan y los caminos torcidos se unen. Ahora quieren buscar al asesino del Libertador, como el cuento del prófugo que al correr grita ¡Un ladrón! ¡Un ladrón! Y va con el botín en la mano. Porque sus reales asesinos, los que cobran por mancillar su honra y gloria, son los que se disfrazan de él para engañar hoy al pueblo crédulo en imágenes que anima en la devoción de su fe. En verdad, desde los tiempos de Marx y Engels como en los de Lenin y que de hablar de Goebbels que lo llevó a la perfección, el vejamen de los demás es el arma preferida para desacreditar, difamar y destruir reputaciones, y por supuesto expropiar y confiscar tanto propiedades como vidas. Así lo hizo Marx con Bolívar, cuando de su puño y letra socialista escribió un infamante artículo sobre El Libertador acusándolo de oligarca y tirano, haciendo entonces causa común con la Santa Alianza de los imperios europeos ¡Cosas veredes, amigo Sancho! Así lo hizo Robespierre con Dantón, el popular líder del pueblo, cuando en forma alevosa le preparó un juicio amañado para guillotinar al camarada que lo había conducido al poder -¿y eso a quién les recuerda hoy día?-, y así, veremos cómo Gómez confinó a su compadre en Puerto Rico.
Total, en este desmadre como diría nuestra amiga Carlota Sosa, cada demonio lleva un santo a cuestas para seguir bailando en el festín de las infamias.
- 8 de junio, 2012
- 15 de abril, 2019
- 8 de junio, 2015
Artículo de blog relacionados
- 21 de julio, 2008
El Diario Exterior Según las últimas estimaciones de la organización sin fines de...
8 de agosto, 2023Por Alejandro A. Tagliavini Pero además de esta IV e inútil Cumbre, al...
13 de noviembre, 2005Por Gabriel Sánchez Zinny El Diario Exterior Hace unas semanas John McCain y...
15 de octubre, 2008