El Tea Party gana impulso en las urnas en castigo a Obama

WASHINGTON.- Las elecciones primarias que se realizaron ayer en tres estados norteamericanos arrojaron un primer resultado, al consagrarse en una de ellas el candidato respaldado por el Tea Party , el movimiento conservador que, básicamente, expresa enojo popular contra el gasto público y las políticas expansionistas en la materia de Barack Obama.

Eso ocurrió en Kentucky, donde, en una contienda exclusiva entre candidatos republicanos, se impuso Rand Paul, quien, con el apoyo del Tea Party , desplazó al experimentado Trey Grayson, a pesar de que éste llegó a la primaria con todo el respaldo de la plana mayor del partido de oposición.

"Ha llegado la hora de la verdad. No podemos seguir eligiendo a los mismos políticos sin conseguir como resultado la misma porquería", afirmó Paul, poco antes de que empezara la votación.

Las otras dos primarias, en cambio, se disputaban anoche (en Pensilvania y Arkansas) entre candidatos demócratas. Y en ese caso, el primer dato que se esperaba al cierre de esta edición era de qué servía contar con el apoyo del gobierno. O si, por el contrario, esto era un argumento en contra.

La Casa Blanca brindó su respaldo abierto a Arlen Specter, en Pensilvania, y a Blanche Lincoln, de Arkansas. Ninguno de los dos llegaba a los comicios con el favor de las encuestas, lo que se hacía más evidente en el caso de Specter, un ex republicano que, el año pasado, cruzó de bando.

Tan difícil era el panorama para ambos que, en las horas previas a las primarias, la Casa Blanca intentó distanciarse de ellos, pese al apoyo que les dio en la campaña. "El presidente sigue el proceso, pero no demasiado atentamente", dijo el vocero Robert Gibbs. De todas formas, el funcionario admitió las dificultades que enfrentan los aspirantes bendecidos por Obama. "Una cosa está clara y es que no es éste un año especialmente bueno para quienes aspiran a repetir mandato", dijo. Y ése es el caso, precisamente, de los elegidos por el presidente.

Desde la Casa Blanca para abajo, la clase política del país estuvo pendiente de lo que sucedía en Pensilvania, Arkansas y Kentucky, donde se dirimían los nombres de los candidatos para los comicios legislativos de noviembre próximo.

Y si bien se trata solamente de eso -de la proclamación de algunos de los candidatos-, sus resultados suelen tomarse como un referéndum para ambos partidos y, hasta cierto punto, para Obama.

Desde luego, también es un termómetro del humor del electorado, sobre todo en un año en el que crecieron el descontento y la sensación de que el país "no está siendo gobernado en la dirección correcta", según proclaman líderes del Tea Party .

Oxígeno

La perspectiva de una derrota de sus candidatos favoritos se proyectaba como una mala noticia para los demócratas de Obama, necesitados de oxígeno electoral.

Desde que el líder del "cambio posible" llegó a la Casa Blanca, no han logrado imponerse en ninguna elección parcial. Perdieron en Virginia y en Nueva Jersey y, sobre todo, sufrieron un duro revés en enero último en Massachusetts, donde perdieron la banca que durante décadas ocupó el fallecido Ted Kennedy.

En Pensilvania, las encuestas previas revelaban que el veterano senador Arlen Specter salía claramente derrotado por la "sangre nueva" del demócrata Joe Sestak.

En Arkansas, la senadora demócrata Blanche Lincoln llevaba ventaja sobre el vicegobernador Bill Halter, pero quizá no con el margen suficiente como para evitar ir a una segunda vuelta.

El dato más claro era lo que había ocurrido en la primaria republicana de Kentucky, donde el triunfo de Paul dio aire nuevo al movimiento Tea Party , que, en enero último, se atribuyó el triunfo del republicano Scott Brown en las elecciones parciales de Massachusetts.

El Tea Party ya se ha cobrado recientemente otra cabeza, la del gobernador de Florida, Charlie Crist, quien anunció que renunciaba a concurrir como republicano a las elecciones al Senado y participará en cambio como independiente, ante la ventaja que le llevaba en las primarias Marco Rubio, uno de los preferidos del movimiento ultraconservador.