Los estertores del Estado del Bienestar
De vez en cuando van apareciendo en escena nuevos “iluminados” listos para ilustrarnos sobre las bondades de viejas recetas fracasadas que “esta vez” sí van a funcionar. Nunca funcionan, pero eso jamás ha sido óbice para seguir en el empeño e que insistan una y otra vez, arruinando en el intento la vida de millones de personas.
Y en esa coyuntura nos encontramos de nuevo. Llámelo “Keynesianismo Bis”. Al parecer, no fue suficiente con una Gran Depresión agravada por las desastrosas recetas de Keynes. Claro que no, pasadas unas cuantas décadas, nos hacía falta otra ronda más de las mismas políticas económicas tan trilladas y fracasadas. Sin embargo, ello no debería sorprendernos; John Maynard Keynes se convirtió en un semidios de los círculos académicos, en consecuencia sus ideas siguen más vivas que nunca en nuestros centros educativos y en los pasillos del poder, listas para causar estragos una vez más.
El favorito de los políticos
Si los políticos siempre se han distinguido por su afición al gasto como la manera de comprar votos y mantener sus puestos de trabajo, Keynes les puso en bandeja la coartada intelectual perfecta para que nos vendan el cuento del “todo gratis” y así puedan seguir gastando a manos llenas como si no hubiera mañana. No es de extrañar que los políticos adoren a Keynes. La mala noticia es que el mañana ya llegó y es hora de pagar las cuentas.
Las propias palabras del ex presidente George W. Bush, “He abandonado los principios del libre mercado para salvar el sistema del libre mercado”, reflejan claramente cómo nuestros políticos eligieron la forma equivocada de abordar el desastre financiero de 2008, cuya semilla se plantó mucho antes pero que políticos de todas las denominaciones han regado generosamente durante décadas.
En nuestro más reciente ciclo de expansión y recesión, cuando la cosa se puso fea, el aura salvífica de Keynes brilló con fuerza una vez más. Primero Bush y luego la reencarnación de Franklin Roosevelt en la forma de Barack Obama recurrieron a todo meter a viejas políticas keynesianas; es decir más déficits, más paquetes de estímulo, billones de dólares en nueva deuda y por supuesto más, más y más gobierno. Otros países también han seguido ciegamente el mismo ejemplo. El concepto del “riesgo moral” saltó por los aires junto con el sentido común y así arrancó la gira mundial del circo de los rescates financieros.
Lo que el Estado le hace al papel – y a nosotros
El economista austríaco Ludwig von Mises, el pensador liberal más importante del siglo XX, hizo otrora una genial observación: “El Estado es la única institución capaz de hacer que un producto útil como el papel pierda todo su valor al aplicarle tinta”. La Unión Europea está camino de unirse al club de estados que han logrado esa proeza. Para apuntalar su tambaleante moneda, la Unión Europea se endeudará más, financiará más rescates y seguirá imprimiendo más dinero de la nada, facilitando que paulatinamente el euro se deprecie.
¿Por qué? En resumidas cuentas, los gobiernos modernos no pueden pagar sus cuentas porque han vivido muy por encima de sus posibilidades y ahora se les acabó el dinero y el crédito. A pesar de las promesas electorales de sus políticos, la verdad es que los estados no pueden darnos todo lo que nos prometen. Los impuestos no alcanzan para pagar el gasto que genera el Estado del Bienestar a pesar de la voracidad confiscatoria del fisco, los esquemas Ponzi y otras argucias recaudatorias. Por lo tanto, tratando de cumplir con sus promesas insostenibles, los estados generan gigantescos déficits presupuestarios y se sobreendeudan, hundiéndonos a todos en una deuda pública cada vez más profunda.
La manirrota clase política occidental nos ha condenado a un choque inevitable que compromete seriamente nuestro presente y futuro económico. Y encima los políticos le echan la culpa a todo mundo pero ellos se lavan las manos de la responsabilidad del desastre. Citando al profesor de Economía Carlos Rodríguez Braun: “El mejor amigo del hombre es no el perro, sino el chivo expiatorio” y en el caso de los políticos, el sospechoso habitual es el libre mercado.
Los Estados tienden a sentir aversión por el factor “libertad” en los mercados; es que, en realidad, ellos quieren manejar los mercados y obligarlos a que les obedezcan. Y lo intentan exhaustivamente usando el intervencionismo, los impuestos, y una estricta regulación. Pero, a pesar de su decidido empeño por ponerle camisa de fuerza a los mercados, los estados no pueden cambiar las leyes de la economía. Pregúntele a la Unión Soviética; mire cómo está Grecia y una Europa que forzó a sus ciudadanos a aceptar la moneda única y la Unión. ¡Ay, Estados Unidos, mírate en ese espejo antes de que sea demasiado tarde! Noviembre de 2010 puede ser tu última oportunidad.
La Mano Invisible contraataca
La mayoría de los políticos no entiende cómo funcionan las leyes de la economía y por lo tanto están completamente convencidos de que tienen el poder de “diseñar” la economía a voluntad. Sus decisiones políticas crearon la gigantesca burbuja inmobiliaria y cuando ésta estalló, ¿qué hicieron? Intentaron arreglar todo a la manera keynesiana: Gastando aún más. El resultado ha sido la creación de otra inconmensurable burbuja de deuda soberana para pagar por más rescates financieros y más paquetes de estímulo. Solamente en un mundo keynesiano podría usted apurar el crédito de su tarjeta al máximo para así saldar todas sus deudas. Pues eso es exactamente lo que nuestros gobiernos han hecho.
Si usted pensaba que la crisis financiera de 2008 fue terrible, espere porque lo de Grecia es el preludio de cosas peores por venir. De la misma forma que no podemos ignorar la ley de la gravedad, las leyes de la economía siguen su inexorable curso nos guste o no. Cuando los políticos tratan de interferir con el funcionamiento de los mercados, de algún modo la Mano Invisible suele encontrar la forma de contraatacar. Las élites políticas han jugado con nuestro dinero durante décadas en un intento de vendernos la redistribucionista utopía socialista en distintas versiones. Pero como Margaret Thatcher ya indicaba: “El socialismo se acaba cuando se le acaba el dinero de los demás”. Y ahora se nos ha acabado el dinero, lo cual marcará el fin del Estado del Bienestar como lo conocíamos.
Et Tu, Merkel?
Mostrando una asombrosa ignorancia en el campo de las ciencias económicas y exteriorizando su frustración porque los mercados no hacen lo que ella ordena, el 6 de mayo la canciller alemana Angela Merkel nos dejó estas perlas:
“Los gobiernos deben recuperar su supremacía sobre los mercados, una supremacía de la que ya no disfrutan, y para eso necesitamos una regulación global mucho más estricta…
Es una lucha de la política contra los mercados. Así es como yo lo veo personalmente pero estoy decidida – ciertamente al igual que mis colegas – a ganar esta lucha y saldremos victoriosos, estoy segura de ello”.
Esta declaración demuestra que Merkel es en realidad un socialista de corazón y también revela algunas inesperadas inclinaciones tiránicas. Su análisis de la situación muestra su falta de contacto con la realidad y aboga por una forma mal disimulada y mal concebida de planificación central. Pues, Frau Merkel, ni funcionó en su nativa y comunista Alemania del Este ni tampoco funcionará ahora. Es muy desafortunado ver que el mundo occidental está en manos de gente con este espantoso analfabetismo económico. Lo peor es que la mayoría de los líderes europeos comparten la opinión de Merkel y eso explica por qué Europa está inmersa en semejante aprieto.
Merkel y sus socios de la Unión Europea están tratando desesperadamente de evitar que otra utopía europea se derrumbe estrepitosamente. Quizá no sepan que el problema de las utopías es que son inalcanzables. Culpar del desastre europeo a los “especuladores anglosajones” y a los mercados no ayudará en nada ni a la Unión Europea ni a su moneda, el euro. Por el contrario, crear un ambiente hostil para la inversión sólo servirá para exacerbar la crisis de confianza existente.
El largo y tortuoso camino que nos espera
A estas alturas, ya puede usted estar seguro de que los políticos tomarán todas las decisiones equivocadas al igual que en 2008. Si los políticos rescataron bancos y empresas, ¿cómo no van a rescatar estados? No obstante, a pesar del resurgimiento de la política keynesiana, tampoco nos vamos a salvar esta vez. En un sistema de ganancias y pérdidas, si las empresas saben que las van a rescatar porque son “demasiado grandes para caer”, la toma de riesgos imprudente se convierte en un incentivo perverso. Lo mismo le sucede a los estados.
Cuente con que habrá más rescates, cada vez más frecuentes y de unas cifras que le parecerán de otro mundo. Los europeos han anunciado su propia versión del plan de rescate del gobierno estadounidense (TARP, por sus siglas en inglés) pero para Estados: un megapaquete de un billón de dólares (ó 750 millones de euros) para apuntalar a gobiernos derrochadores en apuros. Es la madre de todos los rescates financieros hasta la fecha y obligará a los contribuyentes americanos y europeos a endeudarse por cientos de millones de euros en nuevos préstamos.
Al igual que el TARP fue un fracaso, el rescate de Grecia tampoco funcionará. Y sin embargo, será una minucia comparado con los rescates por venir. Los gobiernos continuarán empujando hasta el límite este juego keynesiano de déficits cada vez más exhorbitantes y de mayor deuda pública. El precio de esta endeudante aventura será inconmensurable y la historia se repetirá una vez más. Aunque el castillo socialista de naipes se esté viniendo abajo, las élites políticas nos harán pasar las de Caín antes de renunciar a la poltrona.
Por tanto, abróchense los cinturones porque lo que nos espera no será agradable, pero finalmente las poderosas leyes de la ciencia económica acabarán por imponerse.
Miryam Lindberg es analista política y columnista de Semanario Atlántico.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
Artículo de blog relacionados
El autor presentará su último libro "El atroz encanto de ser argentinos 2"...
5 de mayo, 2007Por Armando Ribas Diario Las Americas Las próximas elecciones en Estados Unidos, en...
31 de octubre, 2008Por Kathryn Westcott BBC Mundo A las doce en punto del mediodía de...
1 de marzo, 2007- 18 de enero, 2013