¿Son felices los que comen dólares?
¿Para qué quieren dólares, acaso se comen? Decía Perón, tratando de justificar la increíble desaparición de las enormes reservas argentinas que se habían producido como consecuencia de las cuantiosas exportaciones de alimentos, a un mundo hambreado por la Segunda Guerra Mundial. Emulándolo, parece que Chávez tampoco quiere que su pueblo coma dólares, al menos cada vez complica más el acceso a esta moneda.
Después de todo, los que "comen" dinero ¿son más felices?
En un artículo titulado "Dinero, igualdad y felicidad" el economista Martín Krause comentaba el trabajo de Richard Layard, de la London School of Economics, en relación al dinero y la felicidad, donde pretendía mostrar que, si bien las sociedades occidentales se han enriquecido, no son más felices. La investigación económica sobre la "felicidad" se ha extendido tanto que hasta existe una revista académica al respecto: The Journal of Happiness Studies.
El tema ha servido para justificar políticas socialistas al asegurar que, lo que haría feliz a una persona, no sería la cantidad que posea sino su posición relativa. Porque, una sociedad más igualitaria, evitaría la presión que supone el querer salvar las diferencias con los que tienen más. Will Wilkinson, del Cato Institute, continúa Krause, cuestiona estos argumentos. Para empezar, hay que considerar que el concepto de felicidad varía en las distintas culturas. Hecha la aclaración, en oposición a estas hipótesis encuentra la del "efecto absoluto", que dice que la mejora material tiene efectos reales y duraderos y que, además, la felicidad se ha incrementado notablemente con los siglos. Existe una correlación entre el PIB per cápita y variables relacionadas con el bienestar: años de educación, expectativa de vida, riesgos de mortalidad, etc.
Según el economista Orlando Ferreres, a medida que mejora el ingreso de las personas, se encuentra mayor satisfacción en la vida, tanto en comparaciones internacionales de países desarrollados como países pobres o muy pobres. Esto basado en una encuesta, " World Poll " de Gallup, que abarcó 132 países en la cual, para evitar las distintas definiciones de felicidad según las diferentes culturas, se usó el mismo cuestionario en todos los países, bastante amplio, e incluyendo preguntas puntuales, como si "sonrió mucho" o "experimentó felicidad" o "ausencia de depresión", generalmente en el día anterior a la entrevista.
Pero cuál es el fundamento humano de todo esto. Los filósofos morales señalan que hay distintos tipos de sentimientos, placeres, bienestar, logros, etc. El filósofo Robert Nozick preguntaba cuánta gente preferiría una vida real menos placentera a estar enchufado a una máquina (tipo Matrix) donde se nos garantizaría una ilusoria vida de placer. En definitiva, la clave ya la habían dado Aristóteles y Santo Tomás. El cosmos (creado por Dios) es un orden maravilloso dedicado al desarrollo de la vida. Y la felicidad consiste, precisamente, en ser parte de la vida y su desarrollo.
Así, en un mercado natural (regido por las leyes del cosmos), lucra más aquel que mejor sirve a las personas, el que da mejores cosas a precios más bajos. De donde, lucro y servicio a la vida, lucro y vocación, son una y la misma cosa. Por el contrario, cuando la coacción (por caso, la estatal) evita el desarrollo natural del mercado, aplicando la violencia policial, ya las ganancias dejan de ser reflejo del servicio para serlo de la destrucción, ergo, reflejo de la infelicidad.
En un ranking de bienestar subjetivo, cuenta Krause, aparecen Puerto Rico y México en los primeros lugares, mostrando que los latinoamericanos son más expresivos que el resto, pero luego aparecen los países que lideran los rankings de mercados menos coaccionados por el Estado: Dinamarca, Suiza, Holanda, Canadá, Austria, Luxemburgo, EEUU, etc.
Otra prueba de que el dinero (cuando es bien habido, sin coacción propia o estatal) refleja la felicidad es que la gente busca el crecimiento económico y mayores niveles de ingreso, y piensa que sumamente negativa la indigencia, y el no tener el dinero para los alimentos básicos.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Indepenedent Institute de Oakland, California.
- 23 de enero, 2009
- 13 de abril, 2025
- 23 de julio, 2015
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