¿Pasa algo en Cuba?

El País, Montevideo

La pasada semana el gobierno cubano manifestó a la Iglesia Católica de ese país su voluntad de resolver el tema de los presos políticos. En estos momentos, la jerarquía eclesiástica, se encuentra mediando entre el gobierno y la oposición buscando aliviar la situación de los presos de conciencia, especialmente los que se encuentran enfermos.

Todo ello hasta ahora no es más que un pequeño atisbo de esperanza. El tiempo irá diciendo si la actitud del presidente Raúl Castro es sincera o se inscribe en una estrategia orientada a mejorar la imagen de Cuba ante la comunidad internacional.

En nuestro país los contactos que se vienen verificando entre el gobierno y la Iglesia cubana tienen una proyección por demás interesante, en tanto no hacen más que dar la razón a quienes sostenemos que en Cuba no se respetan derechos humanos elementales.

Hasta ahora, tanto desde el FA como desde amplios sectores sociales e intelectuales se sigue considerando todo comentario y crítica a los Castro como un ataque propiciado por "el Imperio". Sin ir muy lejos, el senador Lorier sostuvo que el fallecido disidente Orlando Zapata era nada más que un preso común, y que su muerte era utilizada por la derecha para atacar a Cuba.

Otro importante vocero sostenía que le conmovía lo que sucedía en Cuba pero "que no acompañaba la declaración (impulsada por la oposición en el Senado de la República) porque "aparece Uruguay instando a que otro país respete las reglas" y "no nos gustaría a nosotros estar en la consideración de otro país".

Es por cierto muy complicada el momento que viven las fuerzas mayoritarias del FA. Después de tantos años de defender a ultranza a Fidel y su troika, ahora, deben aceptar el hecho incontrastable de que el régimen es en lo humano desastroso, que la población carece de las más elementales garantías para expresarse y asociarse libremente, y que hasta deben hacer maravillas para acceder a conexiones a Internet que no estén controladas por el gobierno. Y, se constata el fracaso también en lo económico. Los sucesivos y grandilocuentes planes de desarrollo colapsaron una vez desaparecida la URSS, quedándole al régimen la única alternativa de abrir su economía a la inversión extranjera, sobre todo, vinculada al turismo. Paradójicamente, después de tanto abjurar de la Cuba "destino turístico", al día de hoy esa actividad es una de sus fuentes principales de riqueza.

Ante la incomoda desazón de enfrentarse a una realidad que tantas veces adjudicaron a la maléfica fantasía de los EE.UU., progresivamente van, en voz baja, aceptando que lo de Cuba no da para más. Será cuestión de esperar a que llegue el momento en que, ni los más obsecuentes, puedan tapar el sol con un dedo.

Pero, más allá de consideraciones domésticas, lo ciertamente importante es el pueblo cubano, para quien esperamos que, de una vez por todas, brille el sol de la libertad y de la felicidad colectiva. Quizás lo sucedido la semana pasada sea el comienzo.