Uribe y Santos son los ganadores
El Colombiano, Medellín
Las elecciones del domingo pasado demostraron que, aunque puede que haya algo de "fatiga de Uribe", el mandatario sigue siendo extremadamente popular.
Quien salió beneficiado por este sentimiento, claro, fue Juan Manuel Santos, del Partido de la U, quien está ahora en una posición formidable para asumir la presidencia el 7 de agosto.
Encuestas y comentaristas que proyectaban un empate entre Santos y Antanas Mockus, del Partido Verde, se equivocaron. Será casi imposible repuntar antes de la segunda ronda el 20 de junio. Colombianos, como todo el mundo, prefieren irse con un ganador claro, y en este caso es Santos.
¿Cómo hizo Santos para desafiar las predicciones y ganar con un margen tan sustancial?
Hay varias razones, incluyendo la baja representación de los sectores rurales (uribistas en su mayoría) en las encuestas y las metidas de pata de Mockus en los debates y entrevistas.
La mayor razón, sin embargo, es simplemente que muchos colombianos, después de hacerle ojos a la candidatura de Mockus y el llamativo mensaje que éste quiso transmitir, se asustaron de votar por alguien tan novato en asuntos de seguridad y política exterior.
Al final de cuentas, las excentricidades de Mockus no fueron suficientemente reconfortantes para una nación que, a pesar de mucho progreso, permanece preocupada por amenazas internas y externas.
Santos prometió que, con él a cargo, los colombianos podrán dormir tranquilos, y esta promesa demostró ser bien efectiva.
Las elecciones demostraron no sólo la fuerza del uribismo, sino también otros dos hechos que Santos debe tener en cuenta mientras se prepara para asumir la Presidencia. El primero es que aunque puede que Mockus no llegue a la Casa de Nariño, es un verdadero fenómeno y tocó la sensibilidad nacional en favor de un gobierno limpio, adherencia a la normatividad de la ley y cooperación política.
En su discurso de la noche del domingo Santos pareció reconocer lo que Mockus representó y sabiamente hizo un llamado a la unidad nacional.
Lo segundo son los pésimos resultados que presentaron los dos partidos políticos tradicionales: Liberal y Conservador.
En este sentido, Colombia entra en la tendencia regional hacia el debilitamiento de los partidos tradicionales, pero es incierto cómo será la nueva estructura de los partidos.
Nadie duda de la inteligencia de Santos. Es ampliamente reconocido por su manejo efectivo de tres ministerios claves bajo tres presidentes distintos.
Más que Uribe, él es sensible ante la opinión pública internacional, ha viajado extensamente y desempeñado cargos importantes fuera del país. A pesar de algunas dudas en cuanto a un posible aumento de tensiones con Ecuador y Venezuela, una Presidencia de Santos, consciente de cuánto está en juego, en especial económicamente (caso Venezuela), probablemente hará un esfuerzo por reducir confrontaciones y manejar a los vecinos con pragmatismo.
Santos es conocido en Washington, donde ha pasado mucho tiempo y tiene amplios contactos. Al presentar su caso a favor de relaciones bilaterales más estrechas entre Colombia y los Estados Unidos (incluyendo la aprobación del aún pendiente Tratado de Libre Comercio), tendrá que responder a las preocupaciones, especialmente de algunos congresistas demócratas, sobre las controversias que han marcado la administración de Uribe.
Pero el éxito en el refortalecimiento de las relaciones tendrá mucho más que ver con los resultados de las elecciones legislativas en los Estados Unidos el próximo noviembre y la salud de la economía estadounidense, que con el poder de persuasión de Santos.
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