Guatemala: El costo de la corrupción
El Periódico, Guatemala
Recientemente fue publicado un reportaje sobre el puente Los Esclavos, resaltando que “ha soportado, en sus más de cuatro siglos, huracanes, terremotos, deslaves, inundaciones y el intenso paso vehicular”. Llama la atención el contraste entre una construcción de 418 años que se mantiene de pie, y la enorme cantidad de puentes, carreteras y otra infraestructura que colapsa cada invierno en nuestro país. En la mayoría de los casos, el denominador común es la construcción de mala calidad debido a la corrupción.
Si analizamos el costo de una nueva obra, cabe advertir que un porcentaje de entre el 20 y el 60 por ciento se queda en los bolsillos de funcionarios antes de iniciar la obra como costo “de la asignación” del proyecto. Algunos de estos proyectos son adjudicados a ONG que no saben de construcción, sino únicamente se limitan a subcontratar el servicio después de cobrar su tajada. En otros casos, se trata de constructores que licitan; pagan las correspondientes “comisiones”, pero una vez construida la obra, muchas veces deben esperar más de uno o dos para recibir el pago, costo que también deben tomar en cuenta. Al final, únicamente cerca del 40 por ciento del monto pagado por el Gobierno se traduce en obra real. Por lo tanto, de una inversión que debería haber sido de Q1 millón, apenas se invierten Q400 mil, lo que explica la mala calidad de la infraestructura.
Esa corrupción imperante es precisamente lo que está ahogando a Guatemala. Cuando hay desastres naturales, los más vulnerables son los más pobres, y se hace evidente como la corrupción nos cuesta vidas, dinero y además, oportunidades.
Al principio de la década de los ochenta se hablaba de un anillo periférico y de la transversal del norte. La corrupción, el enriquecimiento ilícito y la voracidad insaciable de quienes detentaban el poder en esa época, detuvo la realización de esos proyectos. Han pasado treinta años, y aún no hay transversal del norte. Hoy, la exclusión de la que son víctima millones de guatemaltecos en esa parte de nuestro país, se debe en gran parte a la falta de infraestructura. La corrupción no sólo robó dinero a millones de guatemaltecos, pues a una generación completa robó también la oportunidad de desarrollo. Esa generación nunca pudo producir, educarse, alimentarse mejor, ni llevar sus productos al mercado. Basta ver el aislamiento de las comunidades asentadas sobre tierra fértil, pero sin ninguna posibilidad de comunicación. El verdadero cáncer de nuestra sociedad es la corrupción. Vea www.facebook.com/HaroldCaballeros.
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