Un mundo cambiante
El incidente de la flotilla turca que pretendía romper el bloqueo que han impuesto los gobiernos de Israel y Egipto a la Franja de Gaza no ha sido sino un síntoma de la profunda transformación del ordenamiento político mundial que se está desarrollando.
El primer ministro turco Erdogan criticó violentamente a Israel y exhortó a Estados Unidos a denunciar el bloqueo de Gaza. En realidad, esto no ha sido sino otro paso en la transformación de Turquía del estado secular concebido por Kemal Ataturk en un estado islámico y hostil a Occidente. En realidad, no es nada nuevo. En el 2003, cuando la guerra para derrocar a Sadsam Hussein, Turquía prohibió el paso de tropas americanas por su territorio, lo que, sin duda, costó la vida de muchos de ellos. En aquel entonces, lo que hizo la televisión estatal turca fue pasar dramas ferozmente antiamericanos como Valle de los Lobos, en el que nuestros soldados aparecían como sanguinarios maniáticos que descuartizaban inocentes civiles iraquíes.
Ultimamente, Turquía se ha estado acercando a Irán y Siria, patrocinadores ambos del terrorismo islámico y que han ayudado a los insurgentes antiamericanos en Irak. Cuatrocientos de los 750 participantes turcos de la flotilla eran miembros del Fondo de Ayuda Humanitaria (IHH), una organización conocida por su patrocinio de grupos terroristas islámicos como Al Qaida, Yihad Global y Hamas. Según un estudio del Instituto Danés de Estudios Internacionales, un examen de los expedientes telefónicos del IHH mostró varias llamadas a una casa de huéspedes de Al Qaida en Milán y a varios operativos terroristas argelinos activos en otrad partes de Europa. No es de extrañar que Israel no permitiera que este grupo rompiera el bloqueo de Gaza.
Como buen izquierdista, Obama siempre ha pensado que Estados Unidos es el principal responsable de los problemas del mundo. Es esto lo que explica su peregrina política de ir por el mundo dando excusas por el comportamiento americano. Esto también ayuda a comprender por qué siempre se ha mostrado displicente y áspero con los mejores amigos y aliados de Estados Unidos (Israel, el Reino Unido, Colombia) y acomodaticio y sonriente con sus peores enemigos (Irán, Siria, Venezuela). Esta política ha sufrido un brutal choque con la realidad.
En el caso de Siria, el enviado especial de Obama para el Medio Oriente, George Mitchell, ha estado en Damasco en tres ocasiones. Obama ha nombrado un embajador en Damasco, el primero desde que Margaret Scobey fuera retirada en el 2005 tras el asesinato de Rafik al Hariri en el Líbano, generalmente atribuido al gobierno de Bashar al Assad. Obama también ha removido el bloqueo americano a los esfuerzos de Siria por sumarse a la Organización Mundial del Comercio. El viceministro de Relaciones Exteriores de Siria fue invitado a Washington en octubre, la primera de esas visitas en años. Y sin embargo, ¿qué resultados ha conseguido esta política? Siria ha seguido apoyando el terrorismo y sus organizaciones tienen residencia oficial en Damasco. El 25 de febrero, Assad patrocinó una reunión entre Hassan Nasrallah, el jefe de Hezbolá, y Mahmoud Ahmadinejad, el presidente de Irán. El Washington Post reportó que «los presidentes de Irán y Siria ridiculizaron la política de EEUU en la región y se comprometieron a crear un Medio Oriente «sin sionistas''.
Como es sabido, Irán sigue su desenfrenada campaña en busca de armas nucleares. El gobierno de Obama ha estado trabajando desde hace meses para que Naciones Unidas tome sanciones más severas con Irán, pese a la reconocida inefectividad de las mismas. Entre las mismas está sancionar a las compañías que vendan productos refinados de petróleo a Irán o ayuden a la industria petrolera del país. Las sanciones tienen un vigoroso apoyo en el Congreso pero ahora resulta que Obama piensa que las mismas pudieran perjudicar relaciones con Europa, Rusia y China y está tratando de relajarlas al máximo. Esto sólo puede convencer a los ayatolas de la incapacidad y la parálisis occidental.
¿Qué puede explicar el viraje de Turquía hacia el islamismo? La Guerra Fría ha terminado y ya Turquía no tiene que proteger el flanco meridional de Europa contra el comunismo soviético, disminuyendo su importancia en la OTAN. Su población musulmana está creciendo mientras que la importancia de los turcos de Europa y el mar Egeo está disminuyendo. Por otra, parte Turquía percibe el creciente distanciamiento entre Tel Aviv y Washington y ve en eso una oportunidad para unir a los musulmanes con Israel y ganar hegemonía en el mundo árabe.
Recientemente, Turquía y Brasil ofrecieron monitorear el programa nuclear de Irán, obstaculizando los esfuerzos de EEUU y la Unión Europea para reforzar las sanciones de Naciones Unidas contra el plan iraní de conseguir armas nucleares. Como era de esperar, ahora han sido Turquía y Brasil los dos únicos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que votaron en contra de las nuevas sanciones impuestas a Irán.
Es increíble que Brasil y Venezuela se estén convirtiendo en puntas de lanza de los terroristas islámicos en América Latina. Esto puede aparejar desastrosas consecuencias para esos países y para nuestro continente en su conjunto.
- 23 de enero, 2009
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