El mito del ‘aislamiento’ iraní
Al anunciar la aprobación de la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que impone sanciones a Irán, el Presidente Obama no destacó una sino dos veces el creciente "aislamiento" de Irán frente al mundo. Esta afirmación no es sorprendente si se considera que tras 16 meses de política "de mano tendida", en respuesta a la cual Irán en la práctica aceleró su programa nuclear — más centrifugadoras, más instalaciones de enriquecimiento, niveles de pureza más elevados — el "aislamiento" iraní es el único logro que la administración puede reivindicar realmente.
El "aislamiento" puede haber fracasado a la hora de desactivar las ambiciones nucleares de Irán, pero desde luego disfruta de incesante reiteración por parte de la administración. Por ejemplo, en su discurso del estado de la nación, el Presidente Obama anunciaba que "la República Islámica de Irán está más aislada". Dos meses más tarde, el Vicepresidente Biden afirmaba que "desde que nuestra administración llegó al poder, yo señalaría que Irán está más aislado — internamente, externamente — tienen menos amigos en el mundo". En la ceremonia del tratado bilateral START de Reducción y Limitación de Armamento Estratégico en abril, Obama anunciaba que "aquellas naciones que se nieguen a cumplir sus obligaciones (con el Tratado de No Proliferación, léase Irán) estarán más aisladas".
¿En serio? El martes, la víspera de que el presidente anunciara a los cuatro vientos la aprobación de una resolución de la ONU sorprendentemente débil y declarara a Irán más aislado una vez más, los líderes de Rusia, Turquía e Irán se encontraban en una cumbre de seguridad en Estambul "en una muestra de poder regional que parecía calculada para poner a prueba a Estados Unidos", en palabras del New York Times. Yo añadiría: Y calculada para demostrar la falsedad de las afirmaciones estadounidenses de aislamiento iraní y hacer alarde de las crecientes relaciones de Irán con Rusia y de una cuasi-alianza con Turquía, miembro de la OTAN nada menos.
Al margen del hecho de que el aislamiento difícilmente es un fin en sí mismo y que carece de sentido si, con independencia de él, Irán está abocado a convertirse en potencia nuclear, la afirmación misma del creciente aislamiento de Irán es cada vez menos plausible. Sólo el mes pasado, el Presidente iraní Mahmud Ahmadineyad acogió una ostentosa ceremonia de intercambio de afecto en Teherán con los líderes de Turquía y Brasil. Los tres posaron cogidos de las manos y anunciaron un acuerdo de transferencia de uranio diseñado para torpedear las tentativas estadounidenses de imponer sanciones en las Naciones Unidas.
Hace seis semanas, Irán salió elegido para formar parte de la Comisión de la Situación de la Mujer de las Naciones Unidas, una elección grotesca que ridiculiza la tentativa de Obama por aislar y deslegitimar a Irán en las mismas instituciones internacionales que él lleva en palmitas.
¿Creciente aislamiento? Sólo a lo largo del último año, Ahmadineyad ha sido bien recibido en Kabul, Estambul, Copenhague, Caracas, Brasilia, La Paz, Senegal y Gambia. Hoy está en China.
Tres resoluciones de sanciones contra Irán aprobadas en los años Bush. Todas aprobadas sin un solo voto en contra. Pero tras 16 meses de trabajar infructuosamente, Obama apenas recabó 12 votos para sus lamentables sanciones, absteniéndose el Líbano y Turquía y Brasil votando en contra.
Desde el principio, la estrategia de Obama hacia Irán y el resto de estados disfuncionales ha consistido en ofrecer aperturismo y concesiones con la teoría de que esto conduciría a uno de dos posibles resultados: (a) la otra parte cambia de política, o (b) si no lo hace, el mundo aísla al estado transgresor y cierra filas en torno a nosotros — ahora que hemos demostrado albergar buenas intenciones hasta el último momento.
De ahí casi un año y medio de propuestas de paz, de negociación, de concesiones, dos mensajes de Navidad al pueblo iraní, alguna muestra de humillación por la implicación estadounidense en el golpe de 1953 y un desafortunado silencio cuando la estabilidad misma del régimen se veía amenazada por manifestantes pacíficos.
¿La respuesta de Irán? Desafío, desprecio y aceleración de su programa nuclear.
¿Y la respuesta del mundo? ¿Cerró filas? Rusos y chinos negociaron como locos y vaciaron de contenido con éxito la resolución de sanciones. Turquía elige bando abiertamente junto al "caballo fuerte" de la región — Irán y sus satélites (Siria, Hezbolá, Hamás) — mientras contempla a Estados Unidos intentar aplacar erráticamente a Siria y apaciguar a Irán al tiempo que presiona a Israel, abandona el Líbano y socava su propia influencia en la región.
Por no hablar de Brasil. ¿Et tu, Lula?
Esto pasa después de 16 meses de cortejar de manera asidua a estas potencias con un gesto de conciliación tras otro: "relanzar" las relaciones con Rusia, ceder reverencialmente ante China, obsequiar con una visita de dos días a Turquía marcada por un discurso ante el parlamento turco en Ankara y ascender a Brasil al sustituir al G-8 por el G-20. Todo esto se ha interpretado como debilidad estadounidense, prueba de que Obama puede ser arrollado.
El resultado era plasmado de forma sucinta, aunque con gusto, en el titular del Washington Post el miércoles, "Alianza estadounidense contra Irán muestra nuevos signos de vulnerabilidad".
¿Usted cree?
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