Una niña, cuatro jóvenes y un sueño
Una niña y cuatro adolescentes son el mejor ejemplo del fracaso del sistema migratorio en Estados Unidos. Cada una de sus historias es una tragedia. Lo peor es que millones viven igual que ellos y que no hay una solución a la vista.
El nombre de la niña lo ha guardado celosamente la escuela primaria New Hampshire Estates Elementary en Silver Spring, Maryland. Pero esa niña, de segundo grado, es la que le dijo a la primera dama, Michelle Obama, lo siguiente: "Mi mamá dice que Barack Obama está sacando del país a todos los que no tienen papeles y mi mamá no tiene papeles''.
La niña dijo la verdad: el gobierno de Obama ha sacado a más indocumentados del país en su primer año (387,790) que George W. Bush en su último en la Casa Blanca (369,221), según cifras del Departamento de Seguridad Interna. (Esto incluye deportaciones y salidas voluntarias.)
Y así como esa niña, cuya madre es indocumentada y originaria de Perú, hay muchos más. En Estados Unidos existen unos 4 millones de niños que tienen al menos un padre o madre indocumentado, de acuerdo con el Pew Hispanic Center. Y si deportan a sus padres, los que acaban pagando las consecuencias son ciudadanos norteamericanos.
Urge resolver esto. Michelle Obama no tuvo una respuesta al dilema de la niña y su esposo tampoco.
Otro dilema muy grave es el de los estudiantes indocumentados que terminan secundaria o high school y no pueden continuar con sus estudios universitarios. Esa es la mayor crueldad del sistema educativo en Estados Unidos.
Unos 60 mil estudiantes se enfrentan cada año a esa situación. No pueden pagar una universidad privada y las universidades públicas no los reconocen como residentes legales del estado.
Este fue el caso de cuatro jóvenes que conocí en Miami y que fueron traídos por sus padres de forma ilegal a Estados Unidos cuando eran muy pequeños. Ellos caminaron alrededor de 1,500 millas desde la Florida hasta la Casa Blanca para exigir el Dream Act, una propuesta migratoria que legalizaría a miles de estudiantes universitarios como ellos. Su caminata me recordó la frase de Winston Churchill: "Si estás cruzando el infierno, sigue caminando''.
El presidente Obama no los recibió. Pero sí se entrevistaron con dos de sus asesoras. No pudieron entrar a la Casa Blanca, según me explicaron, porque no tenían ninguna identificación oficial.
"Nosotros empezamos a caminar para perder el miedo de ser indocumentados'', me dijo Carlos Roa, de 22 años. Nació en Caracas pero su familia lo trajo cuando tenía dos años.
Felipe Matos, de 24 años, nació en Brasil y pudo asistir al Miami Dade Community College pero ya no pudo seguir a la universidad. Lo irónico es que quiere ser un maestro. "Yo y mis amigos, que son ciudadanos americanos, no somos muy diferentes'', me contó con dolor. "Nos gustan las mismas cosas en la TV, crecimos juntos, pero sólo porque no tengo un papel yo soy, supuestamente, diferente''.
Gaby Pacheco nació en Ecuador hace 25 años pero lleva 18 en Estados Unidos. "No podemos esperar que deporten más estudiantes que tienen talento y quieren contribuir'', me dijo. Ella se siente más norteamericana que ecuatoriana.
A Juan Rodríguez lo trajeron de Colombia cuando sólo tenía 6 años. Su familia solicitó, sin éxito, asilo político. Su madrastra finalmente lo ayudó a conseguir la residencia permanente. Es el único de los cuatro estudiantes que ha podido legalizar su situación. Sin embargo, sigue luchando por la misma causa. "Sin reforma migratoria la vida de los inmigrantes en este país se vuelve insoportable'', me comentó.
Todo indica que este año no habrá ninguna reforma migratoria. No hay voluntad política. Y enviar 1,200 nuevos miembros de la Guardia Nacional a la frontera, como acaba de ordenar el presidente Obama, no resuelve nada. Sin embargo, la esperanza de Carlos, Felipe, Gaby y Juan es que el Dream Act sí se discuta. Y pronto. Pero es una incógnita si existen 60 votos en el Senado para, incluso, debatir esa posibilidad.
Lo más triste de todo es que, ante la falta de liderazgo político, son una niña y cuatro estudiantes los que están cargando con el sueño de legalización de millones de indocumentados.
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