La doctrina de la “desmeritocracia”
21 de junio, 2010
21 de junio, 2010
La doctrina de la “desmeritocracia”
“La única forma de proteger a los hombres de la locura es llenando el mundo de tontos”. Herbert Spencer.
Todos aquellos que tienen una cuota de responsabilidad en la tragedia venezolana, el actual estado de agitación social debe provocarles fundados temores. En un artículo de opinión, escrito con ese estilo melifluo y sibilino que usa J.V. Rangel cuando estos temores asechan, se preguntaba, a propósito de los persistentes reproches del líder bolivariano por la indolencia de sus colaboradores, “¿está solo Chávez?”, para luego agregar, “es indispensable saber quiénes son eficientes y quiénes no lo son dentro del equipo gubernamental”.
Todos aquellos que tienen una cuota de responsabilidad en la tragedia venezolana, el actual estado de agitación social debe provocarles fundados temores. En un artículo de opinión, escrito con ese estilo melifluo y sibilino que usa J.V. Rangel cuando estos temores asechan, se preguntaba, a propósito de los persistentes reproches del líder bolivariano por la indolencia de sus colaboradores, “¿está solo Chávez?”, para luego agregar, “es indispensable saber quiénes son eficientes y quiénes no lo son dentro del equipo gubernamental”.
A renglón seguido y sin importarle mencionar la soga en la casa del ahorcado, acude a una clásica analogía al advertirle al presidente Chávez que una de las causas que los historiadores atribuyen a la caída del Tercer Reich, fue “los numerosos frentes que abrió Hitler”. Los temores de Rangel son justificados. Abrir varios frentes asistido de brillantes estrategas y con el respaldo de una economía a todo vapor no pudo evitar el colapso del régimen nazi. Hacerlo rodeado de incompetentes y con una economía devastada es una verdadera temeridad.
“¿Por qué el Presidente manifiesta tan dramático sentimiento?”, insiste Rangel. “No se entiende lo que sucede”. Sin embargo, la explicación no es tan compleja. Ese “dramático sentimiento” es sólo el primer estadio de la desesperación e impotencia que Rangel vio en aquella película alemana que protagoniza el actor suizo Bruno Ganz.
La “desmeritocracia”
“¿Por qué el Presidente manifiesta tan dramático sentimiento?”, insiste Rangel. “No se entiende lo que sucede”. Sin embargo, la explicación no es tan compleja. Ese “dramático sentimiento” es sólo el primer estadio de la desesperación e impotencia que Rangel vio en aquella película alemana que protagoniza el actor suizo Bruno Ganz.
La “desmeritocracia”
Entre 1999 y 2001 el presidente Chávez contó con un reducido número de funcionarios competentes en posiciones clave que seguramente le hizo pensar que era fácil gobernar. Los eventos del 11A lo convencen que civiles o militares competentes no garantizan adhesión a los disparates. El incompetente es incondicional porque está persuadido que de ninguna otra manera habría podido alcanzar una destacada posición y mucho menos preservarla.
Después de los masivos despidos en Pdvsa, en la FAN y en la administración pública, una vez que se instrumenta la Lista Tascón, emerge la doctrina bolivariana que postula que “el mejor crédito revolucionario es la falta de mérito”. Desde entonces la administración pública en general, Pdvsa y la FAN en particular son asaltadas por una horda roja alentada por la “desmeritocracia”.
Pronto reflotan o consolidan su poder figuras emblemáticas de la incompetencia como Jorge Giordani, Isaías Rodríguez, Alí Rodríguez, Ramón Rodríguez Chacín, Jorge Rodríguez, Jesse Chacón, Rafael Ramírez, Edgar Hernández Behrens, Luisa Ortega, Nicolás Maduro, Cilia Flores, Pedro Carreño, Rodolfo Sanz, Nelson Merentes y Tarek El Aissami entre otros.
La “ayuda” cubana
Después de los masivos despidos en Pdvsa, en la FAN y en la administración pública, una vez que se instrumenta la Lista Tascón, emerge la doctrina bolivariana que postula que “el mejor crédito revolucionario es la falta de mérito”. Desde entonces la administración pública en general, Pdvsa y la FAN en particular son asaltadas por una horda roja alentada por la “desmeritocracia”.
Pronto reflotan o consolidan su poder figuras emblemáticas de la incompetencia como Jorge Giordani, Isaías Rodríguez, Alí Rodríguez, Ramón Rodríguez Chacín, Jorge Rodríguez, Jesse Chacón, Rafael Ramírez, Edgar Hernández Behrens, Luisa Ortega, Nicolás Maduro, Cilia Flores, Pedro Carreño, Rodolfo Sanz, Nelson Merentes y Tarek El Aissami entre otros.
La “ayuda” cubana
Para compensar los ostensibles efectos perniciosos de esta relación lealtad/incompetencia, al presidente Chávez, en un arriesgado pero calculado juego político, no le queda más remedio que profundizar la “ayuda” cubana cuyos militares y funcionarios, efectivamente, superan la medianía de la élite criolla bolivariana.
El problema es que el experimento no ha funcionado. Díscolos oficiales y funcionarios civiles bolivarianos no ha entendido el desesperado juego presidencial y resienten las instrucciones y órdenes de petulantes cubanos, acostumbrados como están, a conducir rebaños. Por otra parte, como el núcleo de incompetencia bolivariano de alto nivel no ha podido ser sustituido por cubanos (pese a que ya algunos cubanos gobiernan en la sombra), el presidente Chávez se ha visto obligado a arar con incompetentes pero leales bueyes.
En consecuencia, los cubanos no han podido evitar los devastadores efectos de la clamorosa incompetencia de Jorge Giordani, de Diosdado Cabello, de Jaua, de Rodolfo Sanz, de Tarek El Aissami y de Rafael Ramírez, el artífice de la alimentación putrefacta.
Como si se tratara de un marciano que recién aterriza, Rangel se pregunta. “Si el Presidente nombra y quita funcionarios, si está en condiciones de determinar quién cumple y quién no, quién es eficaz y quién no lo es, ¿por qué la queja?”.
No es queja, es impotencia. Después de más de doscientos cambios en el Gabinete y de un alto porcentaje que rota en el mismo carrusel, la única opción que le queda al líder máximo es designar cubanos en el Gabinete y otras altas funciones. Una opción que (por ahora), parece vedada, pese a que ya existe un precedente.
Un ciudadano francés, cedulado y nacionalizado a la carrera, fue designado embajador de Venezuela en Brasil. Una primera fisura en la acrisolada “desmeritocracia bolivariana”.
El problema es que el experimento no ha funcionado. Díscolos oficiales y funcionarios civiles bolivarianos no ha entendido el desesperado juego presidencial y resienten las instrucciones y órdenes de petulantes cubanos, acostumbrados como están, a conducir rebaños. Por otra parte, como el núcleo de incompetencia bolivariano de alto nivel no ha podido ser sustituido por cubanos (pese a que ya algunos cubanos gobiernan en la sombra), el presidente Chávez se ha visto obligado a arar con incompetentes pero leales bueyes.
En consecuencia, los cubanos no han podido evitar los devastadores efectos de la clamorosa incompetencia de Jorge Giordani, de Diosdado Cabello, de Jaua, de Rodolfo Sanz, de Tarek El Aissami y de Rafael Ramírez, el artífice de la alimentación putrefacta.
Como si se tratara de un marciano que recién aterriza, Rangel se pregunta. “Si el Presidente nombra y quita funcionarios, si está en condiciones de determinar quién cumple y quién no, quién es eficaz y quién no lo es, ¿por qué la queja?”.
No es queja, es impotencia. Después de más de doscientos cambios en el Gabinete y de un alto porcentaje que rota en el mismo carrusel, la única opción que le queda al líder máximo es designar cubanos en el Gabinete y otras altas funciones. Una opción que (por ahora), parece vedada, pese a que ya existe un precedente.
Un ciudadano francés, cedulado y nacionalizado a la carrera, fue designado embajador de Venezuela en Brasil. Una primera fisura en la acrisolada “desmeritocracia bolivariana”.
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