Siguen las dudas sobre las verdaderas intenciones de China al flexibilizar el yuan
Si uno pide prestados u$s 100, tiene un problema, pero si uno pide prestados u$s 100 millones, el que tiene el problema es el banco, según el viejo dicho. ¿Y qué pasa si uno toma prestados u$s 900.000 millones? En este último caso es China la que tiene el problema, ya que carga con esa enorme suma en bonos del Tesoro de EE.UU., que de ninguna manera puede vender sin asustar al mercado.
Durante el fin de semana pasado, Beijing dio lo que podría describirse como un pasito de bebé para asegurarse de que su problema no empeora: dijo que “aumentará la flexibilidad del tipo de cambio”. Esto se interpretó como que China reintroducirá el sistema de banda cambiaria más flexible por el cual su moneda se apreció 17% contra el dólar en el término de tres años, hasta que se suspendió en 2008 para apoyar a los exportadores chinos.
En principio, un yuan más fuerte se traduciría en menos exportaciones, más importaciones, menor superávit de cuenta corriente y, en consecuencia, menos necesidad de reciclar el exceso de fondos comprando bonos extranjeros, principalmente estadounidenses, para evitar la inflación. En la práctica, la historia sugiere lo opuesto. En los tres años previos a la revaluación de julio de 2005, China agregó mensualmente u$s 13.500 millones, en promedio, a sus reservas en divisa. En los tres años posteriores, agregó u$s 30.900 millones al mes.
Los desequilibrios empeoraron aún más, en parte porque creció el consumo en EE.UU., pero el alza sostenida por el vínculo con el dólar empeoró el problema. Si los inversores esperan que la moneda se fortalezca, seguirán poniendo dinero en el yuan pese a las restricciones cambiarias.
Esta vez China no se muestra abierta sobre sus intenciones. Los cínicos sugieren que hizo esta movida sólo para evitar presiones en la cumbre del G-20. A los escépticos les preocupa que la mención por parte de China de una “canasta de monedas” sugiera que puede usar el alza del yuan en términos ponderados por el comercio exterior como una excusa para limitar la revaluación.
Es cierto que los funcionarios chinos hablan preocupados de la exposición a la deuda de EE.UU., pero es posible que el mayor acreedor extranjero de ese país siga comprando títulos del Tesoro.
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