Méritos ajenos
El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la tercera revisión del programa económico para Guatemala. La calificación favorable implica una felicitación implícita al Gobierno, pero deja una gran ausencia: el mérito del crecimiento económico radica menos en la función pública y más en el esfuerzo de trabajadores y empresarios. El hecho de que el FMI ni siquiera los mencione nos deja entrever el sesgo del que esa institución padece.
El Gobierno de Guatemala se mantiene dentro de los parámetros económicos a los que se comprometió con el FMI luego de recibir una línea contingente de financiamiento por más de US$900 millones. Por esto, cada cierto tiempo una misión del Fondo viene a chequearnos. En esta ocasión, dicen que “todos los criterios se cumplieron holgadamente”. Que la recuperación económica “está afianzándose”. Que “las firmes medidas de política económica tomadas por las autoridades en respuesta a la crisis respaldadas por el FMI han brindado una sólida base para la recuperación”. ¿Qué tal? Como quien dice que agradecidos deberíamos estar con ambos. Pareciera como que, si no hubiera sido por sus atinadas intervenciones, todavía estaríamos en crisis.
No hay nada que agradecer. En todo caso, la recuperación económica está ocurriendo no gracias a, sino a pesar de, la gestión gubernamental y las recomendaciones del FMI. La economía guatemalteca fue la que menos cayó de toda la región durante la crisis. Fue también la que incurrió en un menor déficit fiscal y no se ha cometido el error de aumentar los impuestos gracias a la presión ciudadana. Si por el Gobierno y el FMI hubiera sido, estaríamos más endeudados y con tasas más altas de impuestos. Eran las famosas “medidas anticíclicas” que, como deliberadamente no seguimos, gracias a ello nos fue mejor.
No hay nada que agradecer. ¿Gracias por no endeudarnos tanto? ¿Gracias por no provocar inflación? Nada qué ver. El verdadero mérito del crecimiento económico es de los empresarios grandes, medianos y pequeños que aguantaron la “gran recesión” internacional. Fueron su eficiencia, productividad y creatividad las verdaderas “bases sólidas para la recuperación”. Fue su audacia de continuar tomando riesgos en épocas de alta incertidumbre la que nos mantuvieron, y fueron también los trabajadores guatemaltecos cuyo esfuerzo sostuvo al país.
Obviamente, el FMI es una institución formada por gobiernos. Quizás sea por ello que exista esa tendencia a felicitarse mutuamente y obviar el mérito del sector privado. “No podemos pedirle peras al olmo”, dice el refrán. Pero lo que sí debemos hacer es entender en dónde está la realidad y en dónde la fantasía. En el caso de los gobiernos y el FMI, el refrán a aplicar es “mucho ayuda el que poco estorba”.
- 23 de enero, 2009
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