Guatemala: ¿Vamos todos en el mismo barco?
Uno de esos contextos es el de la vida nacional. Se representa metafóricamente a Guatemala como ese “mismo barco en el que todos vamos” y, por consiguiente, se nos exhorta a remar todos en la misma dirección. A la aludida metáfora se anejan, como corolarios, las trilladas expresiones sobre la necesidad de que nos unamos todos los guatemaltecos tras el mismo ideal de progreso y desarrollo y, más recientemente, en torno al tema este del “tiempo de solidaridad”.
Me parece que es indiscutible que, en alguna medida, sí que es verdad que metafóricamente “vamos en el mismo barco”. Esto, en el sentido de que los acontecimientos que se suscitan en cualquier dimensión de la vida económica, política o social del país, en una región “x”, nos afecta a todos. Cuando la industria inmobiliaria se dinamiza en la capital de la república, sus efectos benéficos reverberan y alcanzan, en diferente medida, a la totalidad de los habitantes del país. Cuando, como contraste o contrapunto, se bloquea una carretera en San Marcos o en el Quiché, también lo sufrimos todos, pero en diferente medida.
Mas el punto que me interesa destacar aquí es el de la “diferente medida” y en relación, específicamente, con las exigencias y posiciones radicales de ciertos grupos u organizaciones de izquierda. Más concretamente, los que se han propuesto satanizar los emprendimientos mineros, hidroeléctricos, de distribución de electricidad, de producción de cemento y otros.
Y es que estos grupos y organizaciones no reclaman que se cumpla con los estándares mundiales de responsabilidad ambiental y con las leyes y demás disposiciones estatales y municipales, sino que pretenden la colectivización, directa o indirecta, de todas esas actividades o su supresión del todo. Sus puntos de mira son ideológicos y, ahí, no hay diálogo que quepa –creo yo.
Puesen relación con todo ello es menester decir con toda claridad que sí, que sus acciones y posicionamientos radicales terminarán afectándonos a todos y para mal. Pero en “diferente medida”, muy diferente. Porque, para poner un ejemplo que está sobre el tapete, la suspensión de operaciones de la mina Marlin va a tener un cierto coste para toda la economía del país, pero para todos los que como accionistas, ejecutivos, técnicos, oficinistas u obreros de esa empresa dependen de su existencia y viabilidad, las consecuencias serán mucho mayores. Si estos grupos y organizaciones radicales lograran su objetivo final, de que se cierre la mina, sí que algo perderemos todos. Pero los pobladores de San Marcos que trabajan en la mina y sus familias y comunidades, perderán en una proporción muchísimo más grande.
, opino que la metáfora “del mismo barco” debe reconsiderarse pues, como mucho, vamos en “la misma flotilla” y hemos de enfrentar innumerables desafíos y obstáculos comunes. Pero en ese afán puede que algunos barcos se hundan, mientras otros sigan adelante. Los radicales seguro que van a conseguir que zozobren algunos, los de los más pobres. ¡Qué paradoja!
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