Venezuela: El verdadero culpable
ADVERTENCIA: Si no quiere ver ofendida su “venezolanidad”, si prefiere quedarse con el lado amable de ella, absténgase de leer esta nota escrita por un verdadero apátrida.
Soy pesimista respecto del futuro de Venezuela. No albergo esperanza alguna de que el país alcance un grado de desarrollo medianamente decente. Ni siquiera creo que recupere la decencia en mucho tiempo, si es que alguna vez la tuvo.
Muchos piensan que un cambio de Gobierno significará la automática recuperación del país y el inicio de una era de prosperidad y libertad. La mayor parte de quienes desean la salida del Comandante asocian, de manera directa, los problemas actuales con la figura de Chávez, quien es, a mi juicio, el más inocente entre los culpables.
Aconsejó Maquiavelo, en su magnífica obra titulada El Príncipe, que el gobernante, para evitar el riesgo de inestabilidad y rebelión, debe abstenerse de atentar contra las creencias, costumbres y tradiciones del pueblo, especialmente si se trata de una nueva conquista. Y dijo también que es muy difícil dominar a aquellos pueblos que han conocido la libertad, pues pueden, recordando sus símbolos e instituciones libres, levantarse contra el nuevo señor.
Con respecto a lo primero, no hay venezolano mejor representante de los tradicionales vicios nacionales que Hugo Chávez. Él condensa en su persona cada maña popular y los más extendidos complejos mentales. Además, ha sabido sacar provecho de los gustos torcidos y de las costumbres y creencias de sus gobernados, entre las que destaca una que le ha servido de mucho: la sumisión al mesías y el pernicioso culto a los héroes, como es el caso de la religión bolivariana. Pero hay más: el populismo es, por ejemplo, una institución venezolana muy sólida, así como lo es la adoración al Estado todopoderoso y providente. Ni hablar de la corrupción, hábito socialmente aceptado en cada metro cuadrado.
Otro rasgo muy propio del guía y de sus guiados es el que bien ilustró el comediante Emilio Lovera con su personaje “Palomino Vergara”, un tipo fanfarrón, machote y “alza’o”, de voz grave y aspecto de galán barato, que es corajudo y valentón… hasta que llega su mujer y lo pone en su sitio. Ahí se le quiebra todo al machote, que sale hablando con voz de pito. Así fue el Chávez del 4 de febrero y del 11 de abril. Así fue el Chávez regañado por Su Majestad y el que Uribe mandó a “ser varón” cuando le dijo: “Ud. es muy valiente para hablar de lejos, pero cobarde para hablar de frente”. A su vez, los venezolanos corajudos querían freír las cabezas de los adecos y copeyanos y sacar a patadas a los corruptos, pero ahora aguantan, con la cabeza gacha, todos los días, toneladas de insultos, de comida podrida y de cuanta cosa les caiga, incluida la confiscación de sus libertades. Los Palominos ya no hablan de freír las cabezas de nadie.
Y es que otro rasgo muy venezolano es el conformismo. A la delincuencia se habituó la sociedad sin mayores incomodidades. La siente normal. Y siempre ha sido así porque ese mal no lo inventó Chávez. Sólo le ha dado la libertad que no tiene el resto de la población. Sobre los servicios públicos, desde los administrativos hasta los de electricidad, agua y similares, pues nada. Se aguanta. Pero ya que se optó por que el Estado hiciera todo, sería al menos lógico preguntar a dónde diablos van a parar los impuestos y los millones de petrodólares que entran al país.
Sobre lo segundo, ¿Libertad? Los 40 años de muy pobre democracia fueron un accidente histórico en un país acostumbrado a los caudillos. ¿Cuántos demócratas han pasado por los gobiernos venezolanos desde el Semidiós Bolívar? La historia venezolana es un catálogo de gobernantes abusadores, mediocres y dictadorzuelos. Para colmo, no bastó con escoger un caudillo para gobernar el país, sino que se buscó a uno resentido y bastante inepto en todos los campos, menos en el aprovechar las oportunidades para satisfacer sus pérfidos deseos. En ese caso, un Pérez Jiménez, de mentalidad diametralmente opuesta (al menos en algunas cosas), hubiese sido una opción bastante más cuerda.
La sociedad venezolana ha preferido quedarse con los más estúpidos mitos: que si el venezolano ama la democracia, que si el venezolano no es tonto, que si no va a aguantar esto o aquello. Se niegan muchos a ver que no es Chávez el que está arruinando el país, simplemente porque él sólo no puede sin la complicidad de una gran cantidad de gente que comparte eso que Carlos Rangel llamó la “ideología tercermundista”. Es el vecino, la tía roja, el primo comunistoide y el cuñado militar los que están hundiendo al país. Son aquellos que no quieren que se vaya el que, “generosamente”, les deja caer algunas migas de su mesa.
Mientras esa mentalidad, esa mezcla de “alegría caribeña” con resentimiento, viveza criolla y mediocridad, siga gobernando, seguirá el alma de Chávez mandando por siglos. Los venezolanos de bien, que los hay, o están emigrando, o muy tristemente están soportando a quienes se contentan con verlos arruinados.
- 23 de enero, 2009
- 29 de diciembre, 2024
- 28 de diciembre, 2024
Artículo de blog relacionados
AOL Noticias Según los últimos datos del censo, más de 50.5 millones de...
12 de mayo, 2011- 7 de agosto, 2019
El Blog de Montaner Si de algo sirvió el invento de Hugo Chávez...
19 de mayo, 2016Siglo XXI Al comenzar la recesión en Estados Unidos muchos economistas y políticos...
24 de septiembre, 2009