Alegre como el jibarito
SALAMANCA. - Alegre, como el jibarito de la canción que “con su carga va”, llegó Moratinos, el ministro de Asuntos Exteriores de España, después de haber pasado varios días en Cuba metido en conversaciones y negociaciones a veces por separado, a veces todos juntos, con el gobierno de Raúl Castro y con el arzobispo de La Habana.
Por fin llegaron a un acuerdo, y la dictadura más antigua del Latinoamérica decidió dar el gusto a su anfitrión entregándole un puñado de presos políticos para que se los llevara a España. En Cuba no pueden andar en libertad los opositores al régimen. Por lo tanto, debían irse. Moratinos se los llevó a España, no a todos, ni mucho menos, que aún quedan en la isla centenares de ellos entre los que no se sabe muy bien si son delincuentes comunes o presos políticos ya que el régimen de los hermanos Castro considera como “delincuente común” a todo aquel que no demuestre fervor por el régimen. Pienso que las gestiones de Moratinos en Cuba no han sido, ni de lejos, un éxito ni fruto de sus habilidades diplomáticas, a pesar que han salido ganando los tres. Y de estos tres, el que más ha ganado es el régimen de los hermanos Castro.
Moratinos les había prometido a éstos hacer todo lo que estuviera en sus manos, para que se suprimiera la llamada “posición única” por la cual los países integrantes de la Unión Europea se comprometieron a asumir, en bloque, la misma actitud frente al gobierno cubano. Es decir, el de la condena por sus constantes violaciones de los derechos humanos. Si se logra abolir esta medida, algunos países, España de seguro, asumirían una actitud mucho más amistosa con el gobierno de la isla. Por otro lado, a los ojos del público, es decir, de los votantes, obtuvo un gran triunfo: la libertad de presos políticos que vivían en sus celdas “entre ratas, cucarachas y alacranes” según las declaraciones hechas por uno de ellos al llegar a Madrid. El arzobispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega, ya se había mostrado como una de las figuras imprescindibles para llevar adelante cualquier tipo de negociación que tuviera un trasfondo humanitario, como fue abogar en favor de las “mujeres de blanco” y luego por los presos en huelga de hambre, después que Orlando Zapata Tamayo muriera tras negarse a ingerir alimentos durante 83 días. Ese sitio de preponderancia lo había logrado al pedir a la prensa internacional que se mostrara más “discreta” al informar sobre Cuba y que la Casa Blanca tuviera una política más “generosa” con Cuba. En declaraciones hechas un par de meses atrás afirmaba que “informar es una manera de ejercer la violencia”.
Por fin, los grandes beneficiados con este gesto de liberar un puñado de presos, son los hermanos Castro. Moratinos buscará que la Unión Europea flexibilice su política hacia Cuba. Recurrirá hasta el cansancio a la “buena voluntad” del régimen castrista al poner en libertad a presos políticos. El arzobispo de La Habana se ha anotado un punto muy valioso pues rescata de este modo la labor humanitaria de la iglesia que representa. Moratinos, ya lo dije, lucirá como el brillante diplomático que logró doblegar la dura línea de intransigencia castrista.
Entre bambalinas, los hermanos Castro se restregarán las manos de felicidad ya que con tan poca cosa aspiran a lograr muchísimo más, disfrutarán de un alivio de la presión internacional, aprovecharán para seguir denostando contra la política del “imperialismo yanqui” que no se ablanda como ellos quisieran a pesar de la buena voluntad (¿?) demostrada.
Lograr la libertad de unos pocos presos es bueno, pero no es suficiente. Lo que se debe lograr es que se desmonte, de una vez por todas, la maquinaria infernal que permite a los hermanos Castro mantener presos políticos, hacer nuevos presos, imponerles condenas desconsideradas (hasta cuarenta años de cárcel) y, en el peor de los casos, fusilarlos, que es la pena que le corresponde a los “enemigos de la revolución”.
Cuba ha demostrado una y mil veces, que no está dispuesta a respetar los derechos de sus ciudadanos y que hay una trama de controles y castigos que va, desde los soplones que en cada barrio se esconden bajo el pomposo título de “defensores de la Revolución” hasta jueces que no hacen otra cosa que “actuar con la ley en la mano”. Por el momento, no se ha hecho otra cosa que seguirle el juego a los hermanos Castro.
- 4 de septiembre, 2015
- 5 de noviembre, 2015
- 10 de junio, 2015
- 15 de abril, 2019
Artículo de blog relacionados
- 28 de mayo, 2009
Infobae Entre tantos temas de interés se escurre uno que tiene mucho jugo...
27 de febrero, 2021El Diario Exterior Desde el 11 de febrero, los funcionarios de la Eurozona...
25 de mayo, 2010Analítica Para todo lo demás, siempre existirá una forma de pagarlo. La semana...
22 de julio, 2011