Cuando está bien hacer trampa
No has pensando por un momento que la razón principal de la crisis económica en Estados Unidos se debe principalmente a que permitimos y aceptamos la trampa.
Sé que algunos creen que la crisis económica que vivimos en los Estados Unidos, y que todavía hoy no levanta vuelo, se debe a la avaricia de Wall Street, al cáncer llamado capitalismo e incluso a la degradación de la cultura norteamericana.
Pues contrario a esa creencia, las trampas no son un monopolio de unos, del capitalismo o de una degradación cultural de una nación. No. Cuando la mayoría entra en una euforia colectiva acepta la trampa. No importa si voces minoritarias están gritando que lo fue, eso no se escucha. Si estamos eufóricos, que importa.
Y esto pasa en cualquier persona de posición social o profesional, sistema económico o sociedad. La euforia nos permite hacer la vista gorda e incluso a justificar la trampa cuando en otras circunstancias la reprobaríamos.
Tomemos un ejemplo claro y relativamente sencillo para mostrar este punto: el mundial.
Todos estábamos viviendo la fiebre de los juegos. Cada uno hinchando por su país o por su selección de preferencia. Llega junio 27. Octavos de finales. Se enfrenta Alemania e Inglaterra. El juego 2:1 en el primer tiempo, cuando uno de los jugadores ingleses patea al arco, la pelota da en el travesaño cayendo dentro del arco. Como la trayectoria de la pelota cambia al tocar el travesaño, una vez rebota en el piso vuelve a salir del arco y rebota fuera de la línea de demarcación entre el arco y el campo de juego. El portero, Manuel Neuer, se para, toma la pelota y rápidamente la pone en juego como si no hubiese gol.
Los ingleses festejan el gol. Aquellos que lo veíamos por televisión y participantes en el estadio vimos claramente que fue un gol de la selección inglesa. Pero, el juez de línea no lo vio así, El juez central tampoco y el juego siguió sin cantarse el gol.
¿No es injusto? ¿No debería modificarse la decisión en el medio tiempo cuando sabemos que hubo un gol? Bueno, los árbitros no lo vieron, pero los hechos muestran que fue un gol. Hay millones de testigos. No uno. Millones dentro y fuera del campo de juego vieron el mismo evento. ¿Acaso no existen mecanismos en la sociedad que cuando hay pruebas que indican que una persona es inocente, y la corte dio un veredicto de culpabilidad, se revierte la decisión y se le declara inocente? ¿Por qué no hacerlo aquí cuando las pruebas son incuestionables?
El hecho es que pasó, el juego siguió sin darle el gol a la selección de Inglaterra y terminó 4:1 ganando la selección de Alemania.
Lo interesante es que después del partido, Manuel Neuer reconoce que él vio que fue gol. Según partes de prensa, el guardameta reconoce que incluso no hizo ninguna reacción que le llevara la leve sospecha al árbitro que había sido gol.
O sea, uno de los actores principales de hecho admite públicamente que oculto pruebas al juez para que no fallara a favor de contrario. Los seguidores de la selección alemana eufóricos de su victoria y elogiando a Manuel Neuer por ser listo y no avivar al juez.
Y, ¿nosotros? Como si nada. Seguimos disfrutando del mundial como si eso fuera parte del juego.
¿Y qué me dices del evento entre la selección de Francia e Irlanda donde el jugador Thierry Henry sacó a la selección irlandesa de jugar el mundial con otra mano de "Dios" ante la vista atónita de millones de espectadores, jugadores y cuerpo técnico? En la conferencia de prensa el jugador francés reconoció que su mano fue intencional, dijo que no se lo hubiese dicho al árbitro e indicó que era responsabilidad de este último dar el fallo, no él como jugador.
Lo más sorprendente es que Thierry Henry justifica su trampa diciendo que eso es normal en el fútbol. Les dice a los periodistas que a él le pasó en el 2001 durante la final de la copa inglesa donde le anularon un tiro de esquina.
Y como el espectáculo del fútbol tiene que seguir, le damos disculpa a la selección de Irlanda y sus seguidores, pero el mundial no se para.
O sea, las trampas son normales en el fútbol y debes tomar ventaja de eso para ganar. Sociedades enteras celebran las victorias de su seleccionado sabiendo claramente que la trampa fue parte de la ecuación (otro ejemplo: Maradona y la mano de Dios)
¿Cómo explicamos todo esto? A pesar que vemos a los jugadores hacer trampa, reconocer su falta y justificarla como parte del juego. Los reguladores, sabiendo que hay trampa, lo aceptan. Los auspiciantes y los medios de comunicación lo comentan, pero sigamos con el espectáculo. Y ¿nosotros? Ahí estamos llenando los estadios y sentados horas frente a la televisión viendo las trampas como parte del juego.
Esta misma euforia colectiva pasó con el viagrazo hipotecario. Todos estábamos envuelto. Sabíamos que se estaba haciendo trampa. Los consumidores lo sabían. Los vendedores lo sabían. Los constructores, los banqueros, los medios, los reguladores, los políticos, las organizaciones sin fines de lucro y los inversionistas veíamos la trampa. Pero, ¿y qué? Si estábamos eufóricos y nos estábamos beneficiando.
Ojo, esta misma justificación colectiva de la trampa no es de ahora. Viene desde hace siglos cuando sociedades enteras, de todo los colores y religiones, la justificaban.
Por eso, cuando levantemos el dedo para señalar a unos y no a otros como problema de la crisis económica y pidamos a gritos "regulación…más…regulación", recordemos que nosotros, colectivamente hablando, seguimos disfrutando de la fiebre del mundial.
Al final tú decides
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