Broadway de exportación
En Corea del Sur, cuatro niños hábiles en judo, taekwondo y ballet comparten el papel estelar de 'Billy Elliot'.
Cuando el musical Tarzán, basado en la película de Disney, se estrenó en Broadway en 2006, los críticos le dieron duro y el espectáculo fue cancelado tras poco más de un año. Luego, Tarzán viajó a Europa y todo cambió. Cerca de 1,6 millones de holandeses, o 10% de la población, vieron el musical durante sus dos años en cartelera, según Disney. Hoy en Hamburgo, el público alemán lo ovaciona. Ejecutivos de Disney ahora bromean con que lo de Broadway fue sólo un ensayo.
La exportación de teatro musical nunca fue mayor. Al menos 13 grandes producciones estadounidenses o británicas se presentan en Japón. Las producciones fuera de Estados Unidos de El rey león han recaudado cerca de US$2.200 millones hasta la fecha, afirma Disney, casi tres veces los ingresos en Broadway. "El porcentaje que aportamos a los ingresos es simplemente sorprendente", afirma el presidente y productor de las obras teatrales de Disney, Thomas Schumacher.
A medida que los productores descubren que pueden conseguir grandes ganancias en otros países —a veces incluso al convertir un fracaso en Broadway en un éxito internacional— más espectáculos estadounidenses están atrayendo a inversionistas y otorgando derechos internacionales a altos precios. Hoy en día, los productores pagan hasta US$200.000 por adelantado para llevar a escena un gran show estadounidense en un importante mercado, casi el doble de lo que desembolsaban hace una década, según fuentes cercanas al negocio. Los productores estadounidenses dicen que observan un interés por parte de mercados que hace 10 años no consideraban a Broadway.
Sin embargo, exportar espectáculos de Broadway es una misión complicada. No se trata sólo de traducir el diálogo y las letras de las canciones al idioma local. También está el reto de transmitir un sentido de humor y cultura popular, e intentar medir a qué responderán las audiencias de culturas muy distintas.
De la misma forma que los productores estadounidenses afirman que es imposible predecir un éxito en Broadway, el mercado global puede ser inconstante. El Rey y yo no obtuvo la acogida esperada durante una gira de cinco meses en Asia, a pesar de su conexión a la historia tailandesa. Wicked está en cartelera desde hace tres años en Japón, aunque la audiencia allí no conoce muy bien la historia de El Mago de Oz, que es la base del musical.
Los espectáculos que Broadway exporta suelen darse en una de tres formas. La más costosa es la producción de tipo "réplica" o "de primera clase", que suele ofrecerse en el idioma local; a menudo emplea el mismo equipo creativo que las producciones originales pero con elencos locales. La mayoría de las producciones más exitosas en mercados bien establecidos como el de Alemania, Holanda y Japón encaja en esta categoría. Las que no son réplicas obtienen una licencia más barata, pero limitada. Éstas usan el guión original pero no pueden copiar escenografías, vestuario y coreografía. Finalmente, algunos espectáculos estadounidenses van de gira por el mundo con su propio elenco y actúan en inglés, a menudo con subtítulos.
Billy Elliot, el musical, una obra que Broadway importó de Londres sobre el hijo de un minero británico que sueña con bailar, lanzará su primera réplica en idioma local en Seúl. Un equipo creativo internacional ha estado en comunicación constante con el director original, Stephen Daldry, para recrear el musical, en el que actores coreanos interpretan a miembros de la clase trabajadora en la Inglaterra de Margaret Thatcher. Superponer los personajes y el estilo del espectáculo a la cultura coreana ha sido un desafío. En particular, ha sido difícil transmitir el humor. El guión va por su sexta traducción.
El negocio de la exportación de musicales despegó en los años 80, cuando los empresarios teatrales británicos Cameron Mackintosh y Andrew Lloyd Webber enviaron musicales como Cats y Los Miserables a países como Noruega, Hungría y Rusia, saliéndose de la ruta típica entre Broadway y el West End londinense. Por su parte, los musicales estadounidenses comenzaron a hacer réplicas de importantes producciones. Desde 1995, Disney ha exportado La bella y la bestia a 18 países, incluidos Argentina y Brasil.
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