Chávez: El raciocinio de la locura
A los que ven a Hugo Chávez como un loco, ordenando el rompimiento de relaciones con Colombia y anunciando el magnicidio contra su persona, hay que advertirles que el hombre puede estar loco, pero no tanto.
Hay raciocinio en la manera en que coloca estos elementos para atrincherarse y defenderse de las acusaciones de que apoya a la guerrilla; y astucia en la forma en que enfrenta el hecho de su mermada popularidad, ante la mirada internacional y la de sus compatriotas.
Chávez lo que quiere es usar la acusación de Colombia y ahondar aún más la crisis internacional para suspender las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre.
Invoca vientos de guerra para evadir los problemas del país y aglutinar a sus partidarios bajo el tema del nacionalismo, en medio de un conflictivo escenario electoral donde lleva todas las de perder.
Asimismo, añadió el elemento del magnicidio para tener a mano el poder dictar medidas extraordinarias en el país y suspender el proceso electoral con el pretexto del “inminente peligro” que vive la nación.
Con estos dos recursos extremos el mandatario venezolano tiene las excusas para soslayar el escrutinio internacional ante las acusaciones de Colombia de la presencia guerrillera en el país y aplacar en parte su temor frente a resoluciones de la ONU sobre sanciones que pueden aplicarse a países que apoyen a grupos terroristas.
Además, hay que agregar el elemento de peso del narcotráfico en el que la guerrilla está profundamente vinculada. Venezuela es un país señalado como puente para el tráfico de drogas, con el 60 por ciento de la cocaína que llega a Europa pasando por el país debido a su porosa frontera con Colombia .
Chávez se sabe en crisis y se siente acorralado por los problemas. Tiene serias dudas del apoyo de los militares venezolanos, incertidumbre que dio a conocer en la carta que leyó públicamente y que supuestamente le envió un amigo desde Estados Unidos.
Muy pocos creen en Venezuela en la autenticidad de dicha misiva y piensan que fue una patraña más de Chávez para expresar sus temores en público y para que el pueblo esté preparado para lo peor.
Chávez sabe que puede ser removido del poder por su aceptación y colaboración con los grupos guerrilleros y el narcotráfico, por eso mencionó como advertencia el caso del ex dictador de Panamá, Manuel Noriega.
El apoyo de las Fuerzas Armadas de Venezuela descansa en algunos militares comprados con altos salarios y prebendas, pero hay descontento en el resto de las filas castrenses por la manera en que conduce los asuntos internos del país.
Últimamente hay enorme disgusto por el uso de la figura del Libertador, Simón Bolívar, para distraer a los venezolanos de los numerosos problemas que los aquejan; y el burdo empleo del sentimiento nacionalista con la exhumación y la exposición pública del video de la ceremonia.
Chávez no ha evadido el problema de las acusaciones de la presencia masiva de las FARC en Venezuela.
No pueden haber 1.500 hombres en armas en Venezuela, en 87 campamentos, sin que el Presidente no lo sepa y ahora está enviando pedidos de mesura a los guerrilleros para que las acciones de estos no recaigan en su persona.
Pese a los esfuerzos, la opinión pública no olvida sus declaraciones y públicas muestras de simpatía hacia la guerrilla e incluso sus amagos para que la FARC fuera reconocida legalmente como una fuerza legítima ante los organismos internacionales. Sus fotos junto a destacados guerrilleros son documentos que no pueden eliminarse, aunque él formule ahora pronunciamientos de inocencia.
Con sus últimas declaraciones Chávez pretende ganar tiempo dando vuelta el asunto hacia el peligro de una invasión por parte de Colombia, apoyada por Estados Unidos.
Asimismo, renueva su viejo truco que lo quieren asesinar.
El presidente venezolano se cree un astuto zorro de mil batallas, con estrategias aprendidas de Fidel Castro, quien las renueva de tanto en tanto.
Pero el Inquilino de Miraflores no es Fidel y comete serios errores en su afán por tratar de emularlo, alguno tan grave como seguir entregando la riqueza del país a un socio que nada puede dar a cambio.
Raúl Castro anunció que Cuba y Venezuela se encaminan hacia una "unión económica", tras suscribir este lunes más de un centenar de acuerdos en la primera cumbre binacional de La Habana -con un Chávez notoriamente ausente- que marca "un nuevo tipo de relación".
El desbalance en este derroche es abismal:
Según cifras cubanas, el comercio entre ambos países fue de 3.138 millones de dólares en 2009.
En este intercambio, Venezuela suministra a La Habana 100.000 barriles diarios de petróleo y Chávez justifica esa inmensa ayuda diciendo que Venezuela recibe servicios de cerca de 30.000 médicos y otros profesionales cubanos.
Todos sabemos que esa "ayuda",en su mayoría, está dirigida a la llegada de contingentes especializados a adoctrinar a los habitantes de los barrios y a estar preparada para actuar armados en caso de necesidad.
En su actitud servil hacia Cuba, a Hugo Chávez le queda solamente emplear lo que está de moda hoy en la boca del Primer Demente de la Habana, el ataque nuclear.
De este modo, la simbiosis Cubazuela alcanzaría su punto de saturación perfecta, con ambos al fin, hermanados en la locura de sus raciocinios.
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