Conflicto argentino-uruguayo: Timerman en red
El País, Montevideo
El conflicto Botnia-UPM y las relaciones entre los países del Plata no pueden manejarse públicamente a través de Twitter, en Internet, como pretende hacerlo el canciller argentino Héctor Timerman. Porque en principio toda negociación diplomática exige reserva y privacidad, más aún cuando se trata de un conflicto internacional que se arrastra desde hace casi un lustro. ¿Dónde se ha visto que un canciller opine y quiera negociar por un medio abierto al público?
Porque eso hizo Héctor Timerman cuando mandó por esa vía, en un mismo día, una serie de mensajes. El primero para decir que el tema de la papelera "no debemos politizarlo". El segundo para reclamar el monitoreo conjunto de todas las plantas industriales sobre el río Uruguay "y en primer lugar a Botnia-UPM". El tercero para desmentir al vicecanciller uruguayo Roberto Conde que había dicho que el acuerdo con Argentina "está cerrado". El cuarto y otros más para proclamar que su país acepta el "acceso irrestricto de científicos de ambos países a todas las plantas en ambas márgenes del río".
McLuhan, un gurú de la comunicación, exageró, sin duda, cuando aseguró que "el medio es el mensaje". Pero en esa afirmación hay una base de verdad: el medio de comunicación empleado puede desvirtuar el contenido del mensaje. Es lo que le pasa a Timerman con Twitter. El impacto que produjo al operar por esa red nubló lo más importante que tenía para decirnos: que Argentina ofrece reciprocidad en los controles de las plantas y que los científicos uruguayos tendrán derecho a inspeccionar las industrias argentinas sobre el río Uruguay.
Este último es el punto más delicado porque está en juego el principio de igualdad entre naciones soberanas. Si hay control interno en Botnia-UPM debe haberlo también en las plantas erigidas en la orilla de enfrente. Cuando Timerman dice que "no pedimos nada que no estemos dispuestos a ofrecer" se coloca en la buena senda.
Por ella será posible transitar hacia un entendimiento global que abarque la diversidad de asuntos pendientes con nuestros vecinos y que van más allá de la papelera. El dragado de los canales, el acceso a Uruguay del gas boliviano por territorio argentino, los problemas en la Hidrovía y los acuerdos pendientes en materia de sanidad animal y vegetal, por citar algunos, son temas -tanto o más importantes que Botnia-UPM- que requieren solución inmediata.
Uruguay debe seguir negociando con paciencia y discreción, sin caer en desatinos como el cometido por el subsecretario Conde al hablar de un "acuerdo cerrado". Y Argentina debería dar mejores señales que las ofrecidas en los últimos días. Debería darle menos alce a los piqueteros que amagan con resurgir, y evitar medidas tan abruptas como la súbita cancelación de vuelos de Pluna en la línea Montevideo-Bariloche que dejó en tierra a cientos de pasajeros.
Y, sobre todo, el canciller Timerman debería arreglar las cosas en privado con su colega uruguayo, Luis Almagro, al tiempo de convencerse de que en Uruguay no tiene enemigos sino un pueblo que, de buena fe, desea dejar atrás, de una vez por todas, este diferendo.
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