Las doce sillas, el Becerro de Oro y el socialismo
Ilia Arnoldovich Fainzilberg y Evgueni Petrov, conocidos como Ilf y Petrov, son dos autores rusos que destacaron como comediantes soviéticos en los años 20, al inicio del llamado socialismo soviético. Escribieron a dos manos, muchos textos, entre los cuales destacan: “Las doce sillas” y “El Becerro de Oro”, cuyo personaje central era Ostap Bender; un simpático como inteligentísimo timador. Se trata de la época cuando se instauró en la URSS la famosa NEP (La Nueva Política Económica) ambos escritores describen un conjunto de situaciones de las cuales no puedes evitar reír hasta llorar.
No obstante, las obras, a pesar de ser dos libros con distinto título, almacenan una continuidad temática de la cual no escapa una crítica a la realidad del sanguinario, excluyente y cruel socialismo que iba penetrando los poros de esa sociedad. El estado socialista que se construyó en la URSS, heredero del rígido imperio zarista, cumplió con todo lo que indica el derecho de sucesión. La Rusia soviética reeditó los valores del zarismo, con el traje de “socialista”, traje elaborado por Lenin en su libro “El Estado y la Revolución”, su obra menos marxista, como acertadamente señala Teodoro Petkoff y que nos fue “vendida” como el modelo a seguir por los revolucionarios del mundo. Qué paradoja: un país nada democrático aleccionando al mundo sobre democracia.
En este contexto histórico surge la temática humorística de Ilf si Petrov. Ellos, como maestros de la ironía, lograron traducir el absurdo del socialismo burocratizado y sazonado con la trágica visión rusa de la vida, incrustada en el alma de su población, la cual fue víctima fácil del despotismo moldeado inicialmente por el zarismo y luego por el comunismo. Ambos autores, heredaron ese sarcasmo que domina Gogol en su extraordinaria novela las “Almas muertas”.
El libro, “Las Doce sillas”, aborda el inicio del stalinismo y nos coloca en el contexto de un personaje, timador, estafador y simpático quien dice ayudar a un hombre –salido de la nobleza zarista– a recuperar un tesoro de su suegra, escondido en las doce sillas de un hermoso comedor, confiscado (expropiado) por el gobierno soviético. En la búsqueda de las sillas participa también un cura ortodoxo, quien le acompaña en un viaje desde Moscú hasta el Cáucaso, viaje que va mostrando el absurdo de la Rusia de los años 20, una Rusia burocratizada, hambrienta, vestida con el ridículo traje del culto al proletariado.
“El Becerro de Oro”, trata del mismo Ostap Bender, pero, esta vez lo presentan como el organizador de una banda de timadores y bandidos que busca una maleta con un millón de rublos, para lo cual utiliza todo tipo de estratagemas, burlando a la policía y los órganos de vigilancia organizados por los obreros.
Para obtener la maleta con el dinero, realiza un concurso interplanetario de ajedrez, una carrera automovilística, crea una asociación de coleccionistas de cuernos de bueyes. Y todo lo hacen, viajando por el tren transiberiano, o en camellos por el desierto. Ilf y Petrov en sus obras, posiblemente proyectaban, más allá de su evidente excelencia literaria, la intención de advertir al mundo sobre su verdadero personaje. Este, no era otro que el socialismo con el cual se engañó a la Humanidad durante mucho tiempo, y que después de 70 años se derrumbó en un diciembre de 1991, muriendo en un frío, como emblemático Moscú y con él además, su máximo representante: Ostap Bender, el gran timador.
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