En Arizona todo sigue igual
Phoenix, Arizona — La noticia es que todo sigue igual en Arizona. Aquí siguen persiguiendo a indocumentados al igual que en el resto de Estados Unidos. Y esta terrible situación no va a cambiar pronto.
Es verdad que las cosas podrían haber empeorado si la jueza Susan Bolton no hubiera bloqueado las partes más controversiales de la ley SB 1070 de Arizona. No me hubiera sentido tan a gusto caminando esta mañana por el centro de Phoenix sin mi pasaporte o mi licencia de manejar. Por el color de mi piel morena o por mi acento al hablar inglés, algún policía podría haber visto algo sospechoso en mí, buscar una excusa para detenerme y preguntarme si estaba legalmente en Estados Unidos. Eso no ocurrirá. Por ahora.
La pelea por la ley SB 1070 se va a una Corte de Apelaciones y, seguramente, terminará en la Corte Suprema de Justicia. Pero es una lástima que así sea. Esto debería terminar en el Congreso en Washington, no en la Corte Suprema.
Arizona ha querido tomar la situación migratoria en sus propias manos por la falta de liderazgo y el vacío político en Washington. El presidente Barack Obama rompió su promesa de presentar una propuesta migratoria en su primer año de gobierno. Los demócratas no se atreven a votar sobre el tema antes de las elecciones congresionales de noviembre por temor a perder el control de la Cámara de Representantes. Y los republicanos están perdidos; nadie sabe dónde se han escondido los 11 senadores republicanos (incluyendo a John McCain) que hace tres años votaron por una reforma migratoria.
El gobierno de México también brilla por su ausencia. Están muy bien las declaraciones de repudio de la cancillería mexicana en contra de la ley antiinmigrante de Arizona. Pero no tienen ninguna efectividad. Son irrelevantes.
Si quiere influir en la legalización de 11 millones de indocumentados, el gobierno de Felipe Calderón debe contratar a las mejores compañías de relaciones públicas y cabildeo en Washington para conseguir el aproyo de 218 congresistas y 60 senadores norteamericanos. Eso es lo que hizo Carlos Salinas de Gortari para conseguir la aprobación del Tratado de Libre Comercio. Salinas hizo muchas cosas malas y reprobables durante su sexenio (1988-1994). Pero eso sí lo hizo bien.
La ley de Arizona, que entró en efecto muy debilitada, surge por la falta de acción de Washington y por la falsa percepción de que los indocumentados son los responsables de los principales problemas del estado y del país. Pero digamos las cosas claras. Arizona no es México.
A pesar de la violencia en la frontera, la criminalidad ha caído en todo Estados Unidos en los últimos años, de acuerdo con estadísticas del Departamento de Justicia. No podemos culpar a todos los inmigrantes por los crímenes que cometen unos pocos. Incluso en Arizona, según el FBI, el crimen ha disminuido en los últimos años.
Los inmigrantes tampoco les quitan los trabajos a la mayoría de los norteamericanos. Por el contrario. Crean empleos, pagan impuestos y realizan las labores que nadie más quiere hacer. Yo no he visto a millones de estadounidenses buscando empleo para levantar las cosechas de tomate y naranjas en California o la Florida.
tampoco es cierto que los inmigrantes abusan de los servicios sociales del país. Un reporte de la Comisión Kaiser concluyó que mientras un 20 por ciento de los norteamericanos utiliza las salas de emergencia en promedio durante el año, sólo un 13 por ciento de los extranjeros hace lo mismo.
Es decir, los tres argumentos que utilizan los enemigos de los indocumentados –que aumentan el crimen, que les quitan trabajo a los estadounidenses y que abusan del sistema– son falsos.
En Arizona y en el resto de Estados Unidos sólo se está poniendo parches y curitas a una situación insostenible. No se está buscando una solución a largo plazo al problema migratorio.
Este año ya no habrá reforma migratoria. Si las cosas siguen así, el gobierno de Barack Obama deportará aproximadamente a 400 mil inmigrantes este 2010, separando a muchas familias. El país más poderoso del mundo, yendo en contra de su gran tradición de generosidad hacia los inmigrantes, está persiguiendo a los más vulnerables. Eso es antinorteamericano.
Sí, a pesar de las decisiones tomadas en los últimos días en Arizona, todo sigue igual.
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