Lo social institucional no es complemento de nada
¿Cuál es la relación que vincula a la "maldita pobreza" con las "cárcavas jurídicas" y la "complicidad sinvergüenza"? Que la pobreza es consecuencia, en mucho mayor grado de lo que pensamos, de las citadas cárcavas y complicidades.
La referencia es a tres artículos de opinión publicados recientemente en medios salvadoreños, que describen con acierto hechos cuya existencia sería torpe ignorar.
La pobreza fue la condición natural de la humanidad durante siglos, situación que el mundo civilizado recién pudo revertir, a pasos agigantados, a partir de la Revolución Industrial. Y es sin dudas maldita, tal como la describe Carlos Dada al referirse en El Faro al caso de Segundo Siliézar, un nombre que pronto volverá al olvido en el que siempre vivió. Ahora sin sus hijos, víctimas de la maldita pobreza.
La prevención de casos como el de Siliézar evidentemente requiere, en el corto plazo, de transferencias directas del Estado, bien focalizadas, que como sugiere Dada debieran provenir de la suspensión de ciertos privilegios disfrazados de fomentos.
Pero tan importante como lo anterior es entender que si en muchos países de América Latina los efectos de la Revolución Industrial (y de posteriores perfeccionamientos como la Revolución de las Conectividad) no han llegado a todos los ciudadanos, es por problemas institucionales. Entre ellos, las cárcavas jurídicas y la complicidad sinvergüenza.
El discurso barriobajero de algunos políticos que dicen ser de izquierda consiste en despotricar en contra del crecimiento económico, argumentando que no cumplió con la nunca cuantificada promesa del rebalse que algunos ingenuos habían aceptado sin cuestionar. Quizás creyeron que la calidad de las instituciones no sería importante.
Las cárcavas jurídicas fueron descriptas por el Dr. Mauricio Clará, en una oportuna analogía con las zanjas que producen el derrumbe de construcciones deficientes, como las lesiones que el Estado de Derecho sufre por la "inconducta de funcionarios estatales y para-estatales". Un derrumbamiento jurídico cuya verificación no exige demasiada imaginación: alcanza con abrir los periódicos.
En cuanto a la complicidad, calificada como sinvergüenza por la punzante franqueza de Paolo Lüers, no pueden caber dudas observando la hepática reacción corporativa de la Asamblea ante un fallo de la Corte Suprema sobre la reforma electoral.
La falta de sensatez en la discusión de temas tan críticos afecta la institucionalidad. Y aunque a algunos la miopía mental ni siquiera les permita imaginarlo, induce a que en el futuro se repita la historia de Segundo Siliézar: la mala calidad institucional detiene el desarrollo económico, haciendo estéril el combate a la pobreza.
La discusión de las candidaturas independientes requiere de un análisis que brilla por su ausencia, y amerita argumentos (a favor o en contra) más sólidos que el temor a infiltraciones peligrosas: el conductor del Maserati evidencia que a través de los partidos también pueden llegar a la política. ¿Ya fue olvidado?
El tema de fondo, y tampoco en esto los políticos salvadoreños son originales, es que se oponen a que los ciudadanos puedan dejar de votar por "listas sábana", donde detrás de una cara bonita entran caras que asustan. No me refiero literalmente a las caras, claro.
El argumento de la "dificultad operativa" es simpático: fue esgrimido por un diputado que tuvo un importante cargo en el partido que dice ser de derecha, y cuya principal característica es exhibir una dicción…., digamos que rústica.
Le preocupa que "vamos a tener 80,000 candidatos a diputados para 84 cargos". Y es lógica su preocupación: con su escaso refinamiento verbal (¿reflejo del intelectual?), difícilmente entraría antes del puesto 79,000. Lástima que sus ex jefes recién lo cuestionan ahora (y porque cambió de cancha….)
Por ello, para evitar futuras historias como la de Siliézar debemos saber que, a diferencia de lo que invocan los que dicen ser de izquierda (y que faltos de ideas copiaron los que dicen ser de derecha), "lo institucional no es complemento de nada. Es la base de todo". La alternativa es seguir engañándonos.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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