Reflexiones sobre la democracia
Es sabido que democracia es mucho más que elegir, por medio de los votos, a los que nos gobiernan. Es más que contar con tres Poderes en el Estado, con la sana intención de evitar el despotismo. Es mucho más que dejar en libertad a los comunicadores para que no sólo nos mantengan informados, sino que nos presenten las distintas facetas de los problemas, a fin de poder saber qué andan haciendo para enfrentarlos aquellos que escogimos en las urnas.
Democracia es una forma de ver las cosas: reconocer la dignidad e igualdad intrínseca de los ciudadanos y su libertad. Es constatar que una misma verdad puede ser percibida desde muchos puntos de vista, dependiendo de la perspectiva del observador, y que por lo mismo, cuantos más ven un problema, las soluciones pueden ser más ricamente construidas.
Democracia es que los mandatarios sepan que están donde están para servir, y no para servirse ni de la gente, ni de su posición de poder para fines particulares.
Democracia es respeto a las leyes y a las competencias de cada Órgano del Estado, y si hay un encontronazo de pareceres, enhorabuena, pues querrá decir que están haciendo su trabajo. Si no hubiera discrepancias a la hora de interpretar las leyes, querría decir que no se están haciendo bien las cosas; siempre y cuando cada instancia se mantenga dentro del rango de sus competencias; pues es imposible que la ley agote todas las posibilidades presentes y futuras.
No es lo mismo democracia y Estado de Derecho, pero la una sin el otro, y viceversa, mueren.
Democracia no es sólo elegir y reemplazar a los gobernantes cada cierto tiempo; es evaluar su gestión y reelegirlos en caso hubieran hecho bien las cosas. O escoger otros, a ver si pueden hacer mejor sus tareas, si su trabajo resultara deficiente.
Democracia es tener la oportunidad de exponer las propias opiniones, dando la cara, sin temor de ser acallado por medios violentos. Es oír las razones de los otros. Tratar de entender qué dicen y por qué, y argumentar a favor y en contra para defender las propias ideas.
Democracia debería ser la posibilidad de sentirnos representados de manera confiable, sin el temor de que en un momento dado los diputados se cambien de partido como quien se cambia la chaqueta, dejando burlados a los electores y sin otra oportunidad que esperar tres años para ver si no les vuelven a robar su voluntad expresada en el sufragio.
Democracia, en fin, es el humus en el que medra la libertad que, como el aire, el agua o el alimento no sólo nos son preciosos para sobrevivir, sino que invariablemente apreciamos mucho más cuando faltan. Y Dios quiera que nunca más nos vuelva a faltar.
La mayoría de los salvadoreños no recuerdan otra época que aquella en que hemos podido elegir en las urnas a los gobernantes, después de pacíficas transiciones en el poder… Pero, no está de más recordar que eso no siempre fue así: este pequeño país ha pasado por un muestrario de situaciones políticas, desde el autoritarismo unipersonal, hasta las dictaduras militares, pasando por gobiernos de fachada, fraudes electorales, y golpes de Estado dados a los golpistas…
Por todo lo anterior, bienvenida sea la discrepancia, el debate, la exposición racional de los propios argumentos. Pero desterradas sean de una vez por todas las dictaduras de partido, las injerencias ideológicas, el mangoneo político o económico. Nos queda un largo camino de educación política por recorrer, pero eso no quiere decir que no hayamos caminado harto hasta llegar donde nos encontramos.
El autor es columnista de El Diario de Hoy.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
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