Fabricantes de pobreza… y emigrantes
Hace unos meses mi amigo y editor de este periódico, Pablo Kleinman, me invitó a una entrevista radial a través de Univisión en la ciudad de Los Angeles. Pablo es un gran liberal de origen argentino educado en los EE.UU. y Europa, por lo que el evento me pareció sería interesante y de inmediato aceptaba.
El tema fue explorar el por qué las regiones de EE.UU. que hasta el siglo XIX fueran parte de México, habían prosperado impresionantemente mientras que México permanece pobre y subdesarrollado. Fue una titánica tarea encontrar respuestas a un hecho irrebatible: Los estados de California, Arizona, Nuevo México, Texas, Colorado, Nevada etc, portan un PIB de 4 trillones de dólares mientras el del viejo México apenas se aproxima a un trillón.
He recibido otra invitación de Pablo para una nueva entrevista el día 9 del mes en curso. Me tomó tiempo decidir participar por lo espinoso del tema: La nueva Ley Migratoria del estado de Arizona.
Me refiero al tema como espinoso por muchos motivos, pero tal vez el más importante se describe en la comparecencia que el Procurador General de los EE.UU. tuvo ante el Senado para explicar la demanda que iniciaba de parte del gobierno federal en contra de Arizona. Ante la pregunta de uno de los senadores si había ya leído el texto de la ley, con la vergüenza dibujada en el rostro tuvo que confesar de forma negativa.
Es decir, el fiscal general de los EE.UU. se preparaba para demandar algo que de forma irresponsable desconocía.
Pues bien, yo he leído esa legislación pero además, quiero presentar otras credenciales que siento me autorizan para opinar responsablemente del tema. Soy originario de Sonora, estado fronterizo con Arizona. Desde hace años soy residente legal de Arizona y siempre he interactuado entre Sonora y Arizona. Durante cinco años como estudiante del Tec de Monterrey, cada periodo de vacaciones hacíamos el recorrido Monterrey, Laredo, El Paso, Nogales, Hermosillo, utilizando la vieja carretera que corría sobre la línea fronteriza, es decir, conozco bien la frontera.
Me casé con una norteamericana originaria de Nogales, Arizona. Tengo tres hijas nacidas en Arizona y casadas con norteamericanos de Arizona. Durante toda mi vida he sido exportador de ganado cruzando por todos los puertos de entre Sonora y Arizona. En sociedad con mi amigo sinaloense, Adolfo Clouthier, participé en una empresa exportadora de legumbre mexicana ubicada en Nogales, Arizona. Fui representante en EE.UU. del gobernador sonorense, Eduardo Bours, residiendo en Phoenix, Arizona.
No soy abogado, pero en mi formación intelectual tuve gran influencia de dos juristas propietarios de mentes brillantes y, sobre todo, un gran amor por la ley. Mi padre quien fuera Doctor en derecho internacional de la Universidad Libre de Bruselas. Mi tío, Gilberto Valenzuela, quien fuera ministro de la Suprema Corte de Justicia mexicana y ministro de la Suprema Corte Internacional en La Haya, Holanda, a quien se le dedicara un libro titulado: “Gilberto Valenzuela, una vida consagrada el principio de la legalidad”. Es decir, soy gran creyente de que países sin estado de derecho están condenados al fracaso.
Como economista liberal siempre he sostenido que oferta y demanda tienden a encontrarse, legal o ilegalmente. La prueba más dramática es la demente lucha contra las drogas que en estos momentos desangra al país. Pero también, como escribe Alberto Mansueti en su excelente libro, hay leyes malas que provocan estas situaciones. Pero mi propósito no es examinar el aspecto legal de este problema, hay uno aun más grave.
Nuestra Secretaria de Relaciones Exteriores acaba de hacer una irresponsable afirmación: “Todo el problema se origina por la falta de una reforma migratoria de parte de los EE.UU.”. Que sencillo ¿y la implementada en 1986? En ese proceso se regularizaron millones de “indocumentados” y problema resuelto ¿no? Pues no, veinte años después hay otros 20 millones de indocumentados que, huyendo de sus países, han penetrado ilegalmente los EE.UU. y, se dice, otros 20 millones esperando en la trastienda en lo que ya es un jugoso negocio de las mafias.
El problema no es documentar esos 20 millones. El verdadero problema lo podemos detectar con una simple pregunta ¿Por qué en estos años 40 millones de seres humanos han abandonado sus países para, “de forma ilegal”, emigrar a los EE.UU.?. Tony Blair afirma que la grandeza de las naciones se mide por el número de seres humanos que las abandonan, o, pacíficamente los invaden. Si es así, podemos afirmar que somos originarios de países enanos. Somos originarios de países que no quieren establecer las condiciones para que sus economías crezcan y se generen los empleos. Somos fabricantes de pobreza.
Pero tenemos líderes que se presentan en Washington regañando al Congreso por no abrir las puertas a quienes expulsamos a base de miseria, corrupción e inseguridad.
En nuestra ceguera arremetamos contra los malditos gringos racistas, abusones, injustos, cuando somos nosotros los que aportamos la carne de cañón. No es posible entender la cantidad de latinoamericanos vistiendo la pintura de guerra para, pisoteando la ley, exigir al gobierno de EE.UU. sus derechos cuando en sus países jamás tuvieron la libertad de vestirla en contra de los tiranos que los expulsaron. No es posible entender que toda América Latina exhiba un PIB que apenas sobrepasa el 20% del estadounidense, y la única lucha que libramos es exigir los gringos acepten a tanto pobre que fabricamos.
Ahora, como afirma Angel Verdugo en su excelente artículo titulado; No tenemos Remedio. “Viene esto por la aprobación por parte del Senado de Arizona de la Ley SB 1070. Ésta, en modo alguno -como dicen los ignorantes- penaliza la migración sino sólo otorga ciertas facultades a sus cuerpos policíacos para hacer que la ley migratoria sea respetada”.
“La entrada y permanencia en Estados Unidos sin cumplir los requisitos que las leyes exigen, lo convierte a uno en un delincuente que debe ser perseguido y castigado”.
“Lo único que han hecho Arizona, es darse leyes que consideran necesarias y convenientes para la convivencia civilizada con una pequeña diferencia, ahí si hacen que se cumplan no como sucede aquí”.
“Aquí, los políticamente correctos exhibieron una ignorancia que debería avergonzarlos; todavía fueron más allá al pretender glorificar a delincuentes que, al margen de las razones que esgriman, al entrar a Estados Unidos sin cumplir con los requisitos que las leyes exigen, eso son; delincuentes”.
Compatriotas, abandonemos el vergonzoso papel de limosneros con garrote, bajemos la bandera del racismo imaginario y dejemos de ladrar al reflejo de la luna sobre el agua. Si queremos encontrar las causas y soluciones de este grave problema, solo tenemos que mirarnos al espejo, hacer un acto de contrición, para ya dejar de fabricar pobreza y emigrantes.
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