Musología
Año tras año, con la consistencia y la disciplina de una letanía de monaguillo de monasterio, el Muso Ayau continúa predicando sus recetas de sentido común, orientadas a convertir nuestro país en un país más próspero, desarrollado, seguro, justo, incluyente y pacífico. Una y otra vez nos canta la balada de un Estado eficiente, no metiche, que deje trabajar; que no se mande con los impuestos; que tenga leyes impersonales, abstractas y de aplicación universal.
Un país sin aduanas y abierto a la importación de todo tipo de productos y servicios, para que sea el consumidor el que a la larga salga favorecido.
Una y otra vez nos repite: “Que una buena Constitución no debe ser extensa y garantizar el derecho individual. Que solo dentro de un estado de Derecho se da la posibilidad de la convivencia pacífica y el ambiente jurídico propicio para atraer y respetar la inversión”.
Cada semana sale en su columna que hay que eliminar impuestos, comenzando con el Impuesto Sobre la Renta, dejando únicamente uno sobre las ventas, fácil y barato de recaudar. Y nos machaca como piedra de moler que eliminando privilegios se genera la competencia, y que esta a su vez brinda mayores opciones al consumidor.
Si se le pidiera al Muso que sintetizara su visión a una palabra, diría: “Libertad”. Así, a secas. Libertad, libertario, liberal, la palabra conjuga una variedad de acciones que se desprenden de ese gran obsequio divino llamado “libre albedrío”: La libertad de la elección personal. La protección de la propiedad privada y la libertad del libre intercambio, los ingredientes principales de la libertad económica.
Y como lo señala el Informe Mundial sobre la Libertad Económica, se da esa libertad económica cuando: (a) La propiedad adquirida sin el uso de la fuerza, el fraude o el robo, está protegida de invasiones físicas por parte de terceros y (b) Existe libertad para disfrutar, intercambiar o ceder la propiedad a terceros siempre que sus acciones no violen los derechos idénticos de terceras.
“No nos hagamos bolas”, dijo el Muso en una reciente charla que diera en la Marro, “este país está en crisis por tres motivos: los politiqueros con sus leyes casuísticas. Los impuestos castigando la inversión. La inseguridad y la falta de un estado de Derecho que dé certeza jurídica al individuo”.
Por esta falta de certeza jurídica muchos guatemaltecos recurren a las medidas de hecho. Toman municipalidades argumentando corrupción de los alcaldes. Toman carreteras para elevar sus peticiones a las autoridades, desde subir el precio del maíz por decreto hasta la construcción de una carretera hasta sus aldeas. Invaden fincas ajenas justificándose en que ellos tienen hambre. Paralizan regiones enteras, como en el caso de las PAC, demandando casi seis años después el pago por servicios prestados.
En esta etapa, cuando la plaza de toros política se comienza a preparar para la corrida electoral, el pensamiento liberal es más necesario que nunca. Los partidos políticos deberían encontrar el norte enfilando sus programas de gobierno en esos ingredientes esenciales que hacen la diferencia entre países ricos y países pobres. La aplicación de las recetas económicas exitosas que han sido ampliamente comprobadas en otros países es un deber y una responsabilidad aplicarlas en nuestro país.
Quiten impuestos. Quiten leyes estúpidas y obsoletas. Quiten aranceles.
¿Qué otra cosa vos, Muso…?
- 23 de enero, 2009
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