Manuel Ayau, el espíritu de la libertad

El 4 de agosto falleció una de las personas a las cuales los liberales de América Latina le debemos mayor gratitud, no sólo por la incansable defensa que hizo de la libertad sino por la seriedad con que abrazó esa causa, así como por los evidentes logros que su capacidad y optimismo le permitieron alcanzar.

En efecto, este polifacético "emprendedor y sembrador de ideas", tal como acertadamente lo definieron en la Universidad Francisco Marroquín (UFM), de Guatemala, fue empresario, profesor, fundador de una universidad, político, escritor, y hasta aprendió a pilotear helicópteros después de haber cumplido los 80 años de edad. Espíritu de aventura, por cierto, no le faltó.

Ayau fue un hombre práctico que durante años estudió y comprendió como pocos, a los gigantes austríacos de la economía, del derecho, y de la filosofía: comenzó en 1959 organizando con un grupo de amigos el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), que tuvo, y sigue teniendo, el noble objetivo de divulgar a través de accesibles folletos las obras de los referentes del liberalismo clásico.

Doce años después, en 1971, el prestigio ganado por la actividad del CEES le permitió conseguir el apoyo necesario para fundar la UFM, siendo sus palabras en la ceremonia inaugural las siguientes: "Precisamente porque reconocemos la imperfección de todo lo humano, creemos en la capacidad del hombre para encontrar mejor su destino en libertad pacífica, sin ser compelido por la colectividad personificada en el Estado". Un auténtico liberal, no casualmente combatido tanto por totalitarios de izquierda como de derecha. De esos que tanto abundan en América Latina.

Entre 1978 y 1980 fue presidente de la Mont Pelerin Society, una organización que promueve los valores de la sociedad abierta, cargo que con humildad siempre agradeció a la gestión de su amigo Friedrich Hayek, fundador de la Mont Pelerin y premio Nobel de Economía 1974.

Asimismo, desde 1987 fue miembro del consejo de Liberty Fund, una organización de Indianápolis que promueve la discusión académica de las ideas de la libertad.

Supe de Ayau en 1990, cuando varios de mis profesores en la ESEADE de Buenos Aires viajaban a Guatemala para dar clases en la UFM, trayéndonos a su vuelta ensayos de este ingeniero mecánico guatemalteco con los cuales complementábamos el estudio de pensadores como Mises, Hayek y Popper.

El caso de Ayau me resultaba particularmente atractivo, comenzando porque soy ingeniero mecánico (uno que golpeado por la hiperinflación argentina de 1989 comprendió que necesitaba estudiar economía). Y principalmente, claro, por la lucidez de sus publicaciones, llenas de "Sentido común", tal como titulaba su columna en Prensa Libre. Nunca imaginé que lo llegaría a conocer.

Sin embargo, tiempo después la actividad laboral me llevó por ventura a vivir dos años en Guatemala, donde no sólo tuve el gusto de conocer a Ayau y al increíble campus de la UFM, sino también el privilegio de enseñar Proceso Económico, la cátedra de introducción a la economía austríaca, que todos los alumnos de esa universidad deben cursar. Un lujo.

Entrar al Auditorium Hayek de la UFM los martes a las 7:00 a.m., para dar esa clase fue muy parecido a ver concretado mi sueño dorado de la infancia. ¿Cuál era? Entrar a la cancha de River los domingos a las 3:00 p.m. con el número 10 en la espalda. Así de glorioso se siente.

Hace pocas semanas le pregunté a Giancarlo Ibargüen, presidente de la UFM, por la salud de Ayau, y su respuesta fue "Muso (tal era su apodo) se encuentra muy débil, pero es un roble y estoy seguro que saldrá adelante, con nuevos ánimos de seguir en su lucha por la libertad".

Giancarlo, quien con gran solvencia conduce actualmente la universidad, estaba en lo cierto: Ayau seguirá siempre luchando por la libertad, sólo que ahora lo hará a través de quienes, tomando su vida y obra como faro, tenemos el compromiso de honrar su inmenso legado.

Hasta la próxima.

El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y  columnista de El Diario de Hoy.