¿Qué hay del otro lado de los K?
Algunos de los que formaron parte de la demolición institucional del país hoy aparecen como líderes opositores e ilustres asesores anti K.
La foto actual muestra que al kirchnerismo le resultaría muy difícil retener el poder en el 2011. No solo tienen muy mala imagen en los principales distritos electorales del país como Córdoba, Santa Fe, Capital y buena parte de la provincia de Buenos Aires, lo que le exigiría tener una elección extraordinaria en el Gran Buenos Aires para compensar la segura derrota en los otros distritos, sino que, además, todavía queda un largo trecho hasta las elecciones y las perspectivas económicas apuntan a un aumento en la tasa de inflación, mientras que la evidencia histórica muestran que no necesariamente un mayor nivel de actividad asegura la victoria electoral, si es que logran sostener el consumo artificial dado que la aceleración de la inflación puede licuar de tal manera los ingresos reales que el consumo comience a desacelerarse o bien directamente frenarse. Todo dependerá del grado de expansión monetaria que haga el BCRA de ahora hasta las elecciones.
El problema de cara a las elecciones no es tanto el elevado rechazo que tienen tanto Cristina Fernández como Néstor Kirchner, sino la ausencia de una oposición que muestre cierto grado de coherencia y, al mismo tiempo, un mínimo de propuestas de políticas públicas que, transmitidas en forma sencilla a la gente, sean la contracara de lo que actualmente hace el kirchnerismo. Dicho en otros términos, por momentos pareciera ser que, en términos de política económica, la oposición quisiera hacer kirchnerismo sin Kirchner.
Por ejemplo, no deja de sorprender que Ricardo Alfonsín haya afirmado que es lógico que el Ejecutivo pueda fijar las retenciones a las exportaciones porque tiene que tener cierto margen de maniobra. Al formular esta declaración, el líder sindical no sólo desconoce el mandato constitucional de que es el Congreso de la Nación el que fija los impuestos, sino que, además, termina utilizando los mismos argumentos del kirchnerismo para arrogarse el derecho a fijar retenciones sin la participación del Congreso. Vale la pena recordar que, en pleno conflicto con el campo y luego de un gigantesco cacerolazo, Cristina Fernández anunció que enviaría al Congreso un proyecto de ley para implementar la famosa resolución 125, destacando que lo hacía a pesar de que ella había tenido el 45% de los votos. Es decir, para Cristina Fernández el haber tenido la primera minoría en las elecciones presidenciales la habilitaba a manejarse al margen de lo que establece la Constitución.
Si Ricardo Alfonsín dice que le parece bien que el Ejecutivo pueda fijar las retenciones para que pueda tener margen de maniobra, está usando otro argumento del que usó Cristina Fernández para defender la 125, pero buscando el mismo objetivo: ignorar lo que manda la Constitución Nacional. Este solo ejemplo permite preguntarse si realmente el líder radical ha entendido el verdadero sentido de una democracia republicana y si su argumento electoral se diferencia de los Kirchner en las personas que gobiernan o una marcada diferencia en el respeto por las instituciones. El límite a los abusos del Estado lo deben establecer las reglas de juego y no la bondad de las personas.
Otro ejemplo que me viene a la mente es la Asignación Universal por Hijo. Creo que no debe haber político del arco opositor que no esté de acuerdo con dicha medida. Como de costumbre, mi posición es políticamente incorrecta me lleva a decir que la mejor Asignación Universal por Hijo es el establecimiento de disciplina monetaria, fiscal y seguridad jurídica para que se produzca una avalancha de inversiones que creen puestos de trabajo, los salarios reales mejoren y la gente mantenga a sus hijos gracias al fruto de su trabajo y no por las dádivas que otorga el gobernante de turno. No pareciera ser ésta la propuesta de la oposición, que nuevamente parece plantear el tema en términos de cómo se distribuye y usa dicho programa en vez de proponer trabajo universal para todos gracias a las tres condiciones que mencioné anteriormente.
También me pregunto cuántos opositores K votaron a favor de la estatización de las AFJP y hoy denuncia al gobierno por el mal uso que hace de esos recursos. ¿Acaso no veían el riesgo de dejar los ahorros de la gente en manos de la burocracia? Una vez más, el argumento de la oposición no tiene que ver con el sistema que se implementa sino con quien lo implementa y su oferta se limita a decir nosotros somos honestos y ellos no.
Esto nos lleva al punto central que consiste en advertir que los países no progresan porque tienen un monarca bueno, sino que progresan cuando tienen instituciones sólidas que limitan el poder discrecional del Estado.
Puedo entender, aunque no compartir, un debate sobre qué límites debe haber a la hora de distribuir compulsivamente los ingresos de la población. Lo que no puedo entender es que la diferencia entre oposición y oficialismo se limite a afirmar que uno es más bueno que otro a la hora de redistribuir compulsivamente los ingresos.
No es un atenuante la argumentación de algunos opositores que sostienen que primero hay que estimular la producción para luego tener los recursos necesarios para redistribuir compulsivamente, porque semejante argumento es como si un ladrón dijera que hay que dejar trabajar y producir a la gente para luego tener qué robarles.
Si uno ve las peleas internas entre los diferentes líderes de la oposición, crece la preocupación por el futuro del país porque, a la escasa diferenciación respecto a las políticas públicas que deben aplicarse, se agrega un espectáculo lamentable para esa amplia mayoría que en las elecciones del 2009 voto en forma abrumadora contra una forma de gobierno que ha terminado por agotar a la gente. Si los Kirchner hoy siguen haciendo y deshaciendo a su antojo, es porque no tiene enfrente a una oposición organizada que deje de lado las posturas egocéntricas en las que cada uno se considera el mejor candidato.
¿Qué desearía escuchar de la oposición? En primer lugar, una diferenciación del oficialismo en base a propuestas concretas de recuperación de la calidad institucional, entendiendo por tal, las reglas de juego que van a imperar para recuperar la confianza, las inversiones y la estabilidad de precios, por citar solo algunos temas económicos.
En segundo lugar, establecidas esas propuestas básicas, podrían debatir entre los candidatos opositores porque cada uno de ellos considera que es el más apto para llevar adelantes las propuestas de políticas públicas previamente acordadas.
A pesar de esta escasa vocación de acuerdos y propuestas de políticas públicas que se observa en la oposición, incluso su fragmentación, sigue siendo altamente probable que el kirchnerismo no pueda superar el examen electoral del año que viene. Si efectivamente no lo supera como lo muestran la foto actual, se presentan dos alternativas: a) la salida de los Kirchner genera algo más de optimismo, algún orden formal en la economía y una reactivación transitoria pero con una nueva recaída en el futuro por inconsistencias en las políticas públicas o b) por exigencia de la realidad que dejará la herencia de los Kirchner, cualquiera sea el triunfador opositor en el 2011 no tenga más alternativa que adoptar las mencionadas disciplinas fiscal y monetaria y la seguridad jurídica que atraiga inversiones, estableciendo bases más sólidas para el crecimiento de largo plazo.
Es posible que algunos consideren que mi posición es la típica de un liberal ortodoxo y políticamente incorrecto. Sin embargo, creo oportuno recordar que muchos de los que hoy se desgarran las vestiduras por el avasallamiento de las instituciones o aparecen como ilustres asesores de la oposición, fueron parte de este gobierno y por acción u omisión contribuyeron a crear este clima de desprecio institucional, con lo cual pareciera ser que en Argentina es más rentable saltar de un bando político a otro de
pendiendo de los vientos políticos que soplan, que tener decencia y principios, asumiendo desde el principio el desafío de luchar contra el claro avance hegemónico que instauraba el kirchnerismo. Bienvenidos todos aquellos que, aunque sea tarde, se dieron cuenta del destrozo institucional que se estaba implementado en el país. Ahora, de ahí a aparecer como los nuevos ilustres referentes y consejeros anti K, hay un abismo. No debe sorprender, entonces, que mucha gente capaz, decente y con visión de largo plazo no quiera meterse en la política.
En síntesis, no me preocupa tanto el futuro del kirchnerismo porque, como dice Duhalde, parece tener fecha de vencimiento. Lo que me preocupa es qué hay del otro lado.
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