Cuidado
¿Qué habrá querido decir el Relator de la ONU? ¿Habrá querido decir que los “narcos” que en los últimos 18 meses asesinaron a una docena de periodistas en México contaron con algún tipo de “impunidad”, o no fueron combatidos o perseguidos o buscados por el Gobierno y que por eso no hay detenidos?
Esto del asesinato de periodistas y de la impunidad es un tema bien delicado, que puede ser mal explotado, y efectivamente lo es muchas veces con fines políticos y por quienes poco les importa la libertad de expresión. Por eso hay que ser muy cuidadoso.
México es un caso emblemático. En lo que va de este siglo han sido asesinados entre 60 y 80 periodistas, según distintas organizaciones. Pero en el período se pueden distinguir dos etapas. Una primera de siete años, que llamaría de “impunidad propiamente dicha”, en que los periodistas eran víctimas de distintas mafias, las que de una forma u otra involucraban a políticos y gobernantes corruptos y a la Policía y la justicia, particularmente estadual. Jamás se aclaraba el asesinato de un periodista —aún restan algunos por aclarar—. Por eso se le reclamaba al Gobierno que el “asesinato de periodistas”, por tratarse de un crimen contra una de las libertades básicas del ser humano, pasara a ser de jurisdicción federal, como el tráfico de armas y de drogas, y saliera del ámbito estadual. Esa situación se daba y se da también en otros países. Ahora en México se vive una segunda etapa diferente. No se podría hablar de una complicidad entre la autoridad y los asesinos. Hay una guerra legítima contra los narcotraficantes. No se podría hablar de “impunidad” , como antes, porque no están presos los “narcos” que asesinan a los periodistas.
Otro aspecto en el cual hay que ser también muy cuidadoso es cuando se pide protección para el ejercicio de la actividad. En este negocio uno debe, por sobre todas las cosas, cuidarse de los que lo cuidan. Se han escrito muchos manuales para coberturas de riesgo, pero la primera norma para cualquier cobertura es no ceñirse a lo que le recomiendan las autoridades. Y mucho menos cuando se trata de situaciones conflictivas. Se les pueden reclamar muchas cosas a los gobiernos; que funcione la justicia, que respeten la libertad de prensa, que deroguen las leyes de desacato y de difamación, que garanticen el acceso a la información pública, que persigan los delitos contra la libertad de prensa, incluido el asesinato de periodistas, pero que garanticen la seguridad de los periodistas, no sé hasta dónde.
Se trata de una profesión de riesgo. Esto es, si uno quiere conseguir noticias. Si no, la redacción es un lugar bien seguro. El bar de los hoteles, en general, también. Hay países donde los jefes de Prensa te indican todo lo que tenés que hacer y te llevan los comunicados de prensa, y no tenés riesgo ninguno. En otros, para que no te compliques la vida, te encierras por años y no hay periodistas muertos, salvo alguno que se le ocurra hacer huelga de hambre. Hay gobiernos que se jactan de que no hay periodistas asesinados, y la violencia ciudadana baja en picada de un día para otro por un mero toquecito de censura previa.
Ahora si es cuestión de optar, es preferible que nos cuidemos solos.
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